Del 22 al 24 de agosto la ciudad surafricana de Johannesburgo acogerá la XV Cumbre de los BRICS. Además de los jefes de Estado de los países miembros del grupo, salvo Putin por conocidas y temerosas razones, se prevé que al evento asistan como invitados representantes del más alto nivel de países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y otros en donde se tratarán temas como la creación de una divisa común y la ampliación del grupo, así como otros asuntos de la agenda mundial. Por su parte, Nicolás Maduro anunció el 2 de los corrientes la solicitud del régimen para adherirse como miembro a la organización durante dicho evento. Estas dos noticias merecen ciertas consideraciones que expondré a continuación:
BRICS es un acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica. Es un grupo de cinco economías emergentes que se han convertido en actores importantes en la economía mundial. Los países BRICS tienen una población combinada de más de 2.800 millones de personas y un PIB combinado de más de 25 billones de dólares. Los países BRICS se han comprometido a trabajar juntos para promover el desarrollo económico, la cooperación política y la seguridad internacional. Sin embargo, creado en 2008 en Rusia se ha convertido en el polo antagónico del G-7 que son las economías de mercado más poderosas del mundo a partir de tres elementos que son la pandemia del COVID, la rivalidad China-Estados Unidos y la invasión rusa a Ucrania.
Algunas características que los identifican y diferencian de las demás agrupaciones internacionales son las siguientes:
Democracia: algunos de los países BRICS, como China y Rusia, han sido criticados por su historial de violaciones de derechos humanos, restricciones a la libertad de expresión y control gubernamental sobre los medios de comunicación. India, Brasil y Suráfrica tampoco se encuentran ranqueados en posiciones envidiables en los índices democráticos que se publican anualmente. Sus relaciones bilaterales privilegiadas son desde dictaduras hasta gobiernos semi-autoritarios, todos con un elemento en común que es el antinorteamericanismo y rechazo a los valores occidentales liberales.
Economía: con 43% de la población mundial y 25% del PIB planean proyectarse al 2050 como el mayor poder en la tierra a través de inversiones actuales de 36.000 millones de dólares en 96 proyectos alrededor del mundo, impulsados mayormente por China con su plan de la Franja y la Ruta. Crearon el Nuevo Banco del Desarrollo con el objeto de sustituir la actual arquitectura financiera mundial reemplazando a lo interno al Banco Mundial y al FMI, así como proponiendo la creación de una moneda única. Sin embargo, las políticas proteccionistas y las tensiones internacionales entre los miembros de BRICS y otras naciones pueden afectar negativamente el crecimiento económico y los intercambios a nivel global además de una expansión del crédito entre nuevos miembros con mal historial crediticio.
Relaciones internacionales: como lo mencioné, sus acercamientos están dirigidos hacia aquellos países autoritarios o dictatoriales siendo los grandes promotores de la escisión en el planeta que definitivamente ya no se corresponde con ideologías ni religión o cultura -Fukuyama y Huntington quedaron en el pasado- sino entre democracia y autoritarismo. Si bien estos países pueden buscar una mayor influencia y un papel más relevante en asuntos mundiales y de hecho lo han logrado en la gobernanza global onusiana, también va a encontrar desafíos al tratar de coordinar sus posiciones debido a sus diferentes intereses y prioridades nacionales.
A lo interno: actualmente pesan más las contradicciones que los “buenos deseos”. La hegemonía de China, la posición internacional de Rusia por la guerra, los conflictos territoriales entre India y China no parecieran contribuir a dar una imagen de solidez. Hay varios asuntos que convierten la agenda BRICS en conflictiva-cooperativa y es en ese ambiente en el cual van a considerar las solicitudes de admisión de Arabia Saudita, Irán, Argentina, Emiratos Árabes, Argelia, Egipto, Bahrein e Indonesia amen de otras manifestaciones de adhesión informales.
Caso Venezuela
El anuncio hecho por Maduro de solicitar su adhesión al BRICS no debe sorprender a nadie ya que es un paso lógico dentro de la filiación política que inició su mentor a principios de siglo. Ya Lula lo asomó en su fracasada cumbre invitándolo a formar parte “si Venezuela quería”. Más reciente Lula aclara que, si se cumplen los parámetros, tomando distancia prudencial puesto que el debate a lo interno del grupo no ha concluido. Si se trata de parámetros ideológicos esos están más que satisfechos. El asunto que puede generar dudas razonables es el de la contribución de un país quebrado como el nuestro o una Argentina en sempiternos problemas con el FMI a la robustez que aspiran sus miembros para desplazar al G-7 de su primacía.
Evidentemente, Maduro busca con esa membresía blindarse frente a aquellos Estados que han condenado su deriva autoritaria y han actuado en consecuencia imponiendo medidas tanto individuales como de carácter general para forzar el retorno a la democracia, así como las decisiones multilaterales en Naciones Unidas, OEA, el caso en la CPI y otras instancias como el Parlamento europeo. A lo interno, el amedrentamiento a la oposición política exhibiendo un respaldo de un grupo importante de países que convalidarían sus actos antidemocráticos y apoyarían su aferramiento al poder en reciprocidad de manifestar una obsecuencia con los planes y manifestaciones antioccidentales, en especial hacia Estados Unidos
Lo que no toma en cuenta quizás el régimen es que más allá de las manifestaciones discursivas hay una realidad de pragmatismo entre estas potencias y la invasión a Ucrania, así lo ha demostrado bajo el manto de la real politik. Las solidaridades automáticas ahora son relativas pese a algunas declaraciones grandilocuentes. Habría que preguntarse la importancia de la opinión de Venezuela en un órgano ejecutivo del BRICS, ya sea a nivel político o económico. Incluso hasta cabe preguntarse si podría pagar la cuota de miembro cuando estamos morosos con todo el sistema internacional.
La gran pregunta que nos debemos hacer nosotros es: ¿Cuál sería el beneficio para el país de una decisión como esa? Obviamente la respuesta va a ser la misma de los viajes presidenciales desde Chávez a Saddam Hussein como Nicolasito a Corea del Norte. La oposición política y la población venezolana, tanto dentro como fuera, deben elevar su voz frente a decisiones como esta al igual que ocurre con los atropellos y violaciones de los derechos humanos en nuestro país. Revertir en un futuro, esperemos cercano, la cantidad de acuerdos, convenios y un entramado opaco o secreto de relaciones perjudiciales para el interés nacional va a ser una tarea inmensa, llena de obstáculos y desavenencias y probablemente hasta costosa en términos judiciales y financieros. Debemos estar alerta y alertar este tipo de situaciones que pueden comprometer el futuro del país y las generaciones venideras.
#NoAlBRICS
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