Venezuela, sin lugar a dudas, es una tierra bendecida donde tenemos el mejor cacao del mundo, en la que disfrutamos de las cuatro estaciones todo el año, un país para querer por sus bellezas naturales. Tenemos selvas, llanos, playas, nieve y médanos.
Un país vibrante por sus costas, selvas y montañas, pero también por su gastronomía y todas esas maravillas naturales como el Salto Ángel, sus guacamayas. Sin lugar a dudas una tierra mágica, que cautiva, un paraíso natural con nombre de mujer.
Y aunque desde el punto de vista de la infraestructura, la cuarta república supera con creces a la quinta república, al punto que buena parte del país 23 años después de llegada la “revolución”, se sostiene gracias a las obras de esos 40 años que -con sus altos y bajos- marcaron el progreso e ingreso de nuestra Venezuela hacia el desarrollo y la modernidad. El servicio de telefonía fija y celular era excelente. El sistema de transporte, empezando por el Metro de Caracas, formaba parte de ese progreso que ha ido mermando por falta de mantenimiento, buenas políticas que impulsen el desarrollo y el bienestar que se traduce en calidad de vida para todos.
Con obras de envergadura como el embalse Guri, que entre otras cosas modificó la geografía del país para hacer aparecer ese gran lago que se ve en el mapa, solo superado por el lago de Maracaibo y que además es la central hidroeléctrica más grande de América, actualmente tratando de dar lo mejor de sí a pesar de las circunstancias.
Como venezolanos, estamos cansados de escuchar a nuestros coterráneos hablar mal de Venezuela; un país es lo que es gracias a su gente, por ello nuestra invitación a ser mejores cada día, a ser conscientes y colaborar con nuestro granito de arena, a ponerle gerencia y corazón, a ver el lado positivo de nuestra madre patria, porque con críticas y habladera no la vamos a recuperar. La solución está en todos y cada uno de nosotros. Arreglarla depende de ti.
Nuestro país, además de ser rico y bondadoso en cuanto a paisajes, clima y cultura, cuenta con personas comprometidas, luchadoras, con talentos de sobra dentro y fuera de nuestras fronteras, como Miguel Cabrera, Yulimar Rojas entre muchísimos otros connacionales que van a seguir poniendo en alto el nombre del país, donde tenemos en cualquier parte del mundo a un venezolano izando en su corazón el tricolor nacional.
El venezolano es proactivo, con una capacidad de respuesta impresionante, somos generosos y solidarios, creciéndonos en medio de las adversidades, la mejor prueba de ello es que logramos resistir y subsistir a esta terrible crisis a la que nos llevaron esas políticas erradas.
Hoy en día, por ejemplo, tenemos aún 4 universidades que aparecen entre las 100 mejores de Latinoamérica, en fin, Venezuela es única, un territorio donde todo es posible, el país de las oportunidades y desavenencias, de la pobreza y la riqueza, donde germina todo lo que siembras. Por todo esto y más, cada uno de los venezolanos que parió esta tierra sagrada, es el hogar donde todos quieren volver, es la patria donde cabemos todos.
En resumen, es la idiosincrasia de un país que se resiste a entregarse, que mantiene el optimismo y por ello resurge una y otra vez de las cenizas. Nuestra Venezuela es la nación donde a pesar de las adversidades, se levanta con el canto del gallo para proveer el sustento, sin excusas, sin mañana, donde el olor a café recién colado muchas veces- es el golpe de energía para no detenerse en todo el día y culminarlo con la esperanza de que el siguiente será aún mejor que anterior.
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