OPINIÓN

Venezuela “un país triste”

por Isabel Pereira Pizani Isabel Pereira Pizani

 

Buscar la felicidad es uno de los grandes retos que enfrentamos los seres humanos. En diversos estudios se cuestiona sobre el estado de satisfacción de aquellas aspiraciones, sueños, deseos que forman parte o motivan nuestros esfuerzos, luchas y posiciones morales en nuestras vidas. En la encuesta mundial Gallup sobre la felicidad en el mundo “World Happiness Report” conocida en América,  se pregunta a las personas si, en el último mes, dieron dinero a organizaciones benéficas, si se ofrecieron como voluntarios y si ayudaron a un extraño. También se les preguntó  si creen que otras personas les ayudarían devolviendo su cartera perdida.

Por primera vez Venezuela aparece calificada como un país triste, con pocas esperanzas y ganas de construir futuro. El signo más relevante de este estado de ánimo colectivo es la huida de 20% de la población. La mayor diáspora sufrida en el continente americano.

 Algunos hallazgos claves saltan a la luz de los datos. En primer lugar, la gente es demasiado pesimista acerca de la posibilidad de equilibrarse emocionalmente y derrotar la desesperanza, es vivir en un estado de incertidumbre sobre el mañana como fundamento de la tristeza colectiva. 

Según Ángel Oropeza “la superación de los efectos de la incertidumbre crónica artificialmente creada requiere de condiciones sociales y políticas que limiten el poder de quienes la generan en su propio beneficio, y aumenten el poder de los ciudadanos. Esa lucha es insoslayable, la Psicología contribuye con ella fortaleciendo a las personas para que resistan sus embates, mitiguen sus efectos y aprendan a transformar la adversidad en oportunidades de crecimiento”. 

Quizás el impacto más fuerte que recibe la gente es tener conciencia acerca de quiénes son aquellos responsables de cuidarnos, ¿en lugar de hacerlo nos amenazan, nos agreden, coartan la libertad generando una situación de incertidumbre, no saber qué pasará mañana? ¿Podremos caminar por las calles sin miedo, habrá alimentos para nuestras familias, podré expresar lo que pienso sin temor de ser encerrado en un calabozo?

Quizás debamos devolvernos y analizar los proyectos País que se ha intentado llevar a la realidad, hoy sabemos que no pueden ser meramente planes de gobierno. No se trata de listar infraestructuras, recursos humanos, financieros y técnicos. Las respuestas concretas se resuelven con políticas públicas diseñadas por nuestros mejores expertos. Un proyecto de transformación sociopolítica, cultural y ético es mucho más que un conjunto de políticas públicas, tiene que enfatizar los aspectos subjetivos determinantes de la visión, creencias, percepciones que influyen y son determinantes en la conducta de los ciudadanos y sus instituciones. Se trata no solo de enumerar tareas concretas imprescindibles para prosperar y vivir en paz, construir edificaciones, carreteras,  es esencialmente proponer un rumbo a partir del análisis, reflexión y valoración de experiencias históricas que guíen la búsqueda de la mayor armonía en el campo socio cultural, económico, político y moral. La Constitución que legaron los Padres Fundadores a Estados Unidos no es un plan de gobierno, es una visión moral de la gente y de su país.

En principio hay que reconocer que históricamente se ha empeñado todo el esfuerzo social y político en construir un gran Estado en completo olvido del ciudadano, del ser humano. La idea noble sería iniciar el avance hacia la sustitución de la hegemonía político-cultural del Estado propietario, por el individuo responsable, reconocer que el gran ausente histórico ha sido el ciudadano, responsable de sus deberes, fiel a sus valores, minimizado como un ser carente de poder frente a un Estado en permanente proceso de concentración, centralización y expansión. 

El esfuerzo político cultural se debería concentrar en dos puntos: la toma de conciencia del liderazgo sobre los mecanismos para superar la hegemonía cultural de las ideas rentistas/socialistas y, en segundo lugar, la inaplazable necesidad de forjar conciencia de los deberes, derechos y responsabilidades insustituibles de los ciudadanos para poder responder a sus necesidades, aspiraciones y búsqueda de más y mejores oportunidades. Con base en estas premisas intentemos resumir un rumbo, nombrar las tareas por cumplir:

En síntesis, el trabajo de una vida, una generación, una época de nuestra historia que no puede seguir esperando.