La oposición venezolana, no los alacranes que hoy vemos de la mano de Jorge Rodríguez, ha tenido tres momentos únicos para revivir la democracia en los últimos 10 años.
El primero cuando Henrique Capriles ganó las elecciones presidenciales en 2013 con una oposición unida en torno a él, pero fue incapaz de defender el resultado en las calles. Le quedó grande el momento, se asustó y le entregó el triunfo a Nicolás Maduro. Sin embargo, de este proceso quedó otra victoria electoral, la barrida de la oposición al gobierno en las elecciones parlamentarias del 2015.
El segundo nace de esa victoria parlamentaria en 2015, pues cuando no hay gobierno por la elección ilegítima de Maduro en 2018, el parlamento llena el vacío con el gobierno provisional de Juan Guaidó. El gobierno reconocido por más de 50 países generó una opción de poder que desafortunadamente fue desperdiciada por todos y terminó con el auspicio de algunos de la oposición como Julio Borges y Capriles y con la bendición de Jimmy Story y Juan González funcionarios del gobierno de Estados Unidos.
El gobierno interino también dejó su herencia que nos lleva al tercer momento pues dejó listas las primarias en las que María Corina se convirtió en la líder de la oposición con millones de votos contrario a lo que la dictadura de Maduro esperaba.
Es donde estamos ahora con un gobierno que quiere hacer elecciones sin María Corina y que manda a los gringos a la “mierda”, como dijo Jorge Rodríguez en la ilegal Asamblea. Ante el fracaso de la política que propuso Juan González, consejero asistente de seguridad de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, es decir Venezuela, les toca barajar de nuevo y ver cómo logran hacer unas elecciones libres y no unas donde el mafioso de Maduro dice que va a ganar por las “buenas o por las malas”.
Ahí llegamos a esta oportunidad. Que tiene todos los enemigos posibles, Rusia, Irán y Cuba principalmente, y la mafia de Maduro que por ahora no tiene salida. Es en esa salida donde se puede encontrar una luz. Hay un interlocutor válido como nunca antes, María Corina, y hay un gobierno americano que entendió que necesita validadores e intermediadores como los presidentes de Brasil y Colombia.
El ego de ambos, que buscan el Nobel de la Paz, puede que los incentive para encontrar una salida pacífica a la crisis de Venezuela, especialmente ahora que al otro lado no tienen unos opositores que se detestan entre ellos sino una líder realista que puede garantizar una transición tranquila para todos. ¿Impunidad para la mafia de Maduro? Solo María Corina se la puede vender al pueblo venezolano.
El dilema de la cleptocracia de Maduro y su mafia es pobreza, sanciones, persecución y aislamiento para el país y sus líderes o una transición que les garantice un futuro a ellos y a Venezuela. Si en Colombia violadores de niños y mujeres y criminales de guerra están en el Congreso dando clases de ética, pues lo del país vecino no sería muy distinto. ¿Cómo llegar allá?
Lo primero, entender que María Corina es esencial. No sé si en la reunión esta semana en Bogotá de los miembros del Consejo de Seguridad de Estados Unidos, Jonathan Finer y González, con el presidente Gustavo Petro tienen eso claro y tienen comunicación directa con ella. Lo cierto es que la mediación de Petro puede ser de gran utilidad.
No deja de ser una «casualidad’¡» que tanto Lula como María Corina el mismo día hablen de recuperar o no violar los acuerdos de Barbados como respuesta a la reunión de Jorge Rodríguez con la cangrejera para decidir unas supuestas elecciones sin esta líder, algo que condenaron casi todos los presidentes del continente. Además, la reactivación de las sanciones genera un gran estímulo para por lo menos darle una oportunidad a esa mediación creería uno.
¿Soñar con el deseo? Seguramente, pues ninguno de los actores, con excepción de María Corina, es confiable. La presión que van a tener para no avanzar y solo tratar de ganar tiempo es predecible. Además, es lo que siempre han hecho Maduro y su séquito. Estados Unidos puede ser el gran generador de presión y facilitar una salida, pero no se debe confiar tampoco en ellos. Lo que González hizo durante los tres años anteriores deja mucho que desear, más aún en este año de elecciones. Pero la oportunidad está.
María Corina, por su parte, no se puede quedar quieta y esperar resultados de este proceso. Debe tener plan B para sacar a la gente a la calle y generar aún más presión. Nada es gratis con los actores de esta novela que han demostrado hasta la saciedad que solo se mueven por plata, por presión o por intereses.
Esperemos a ver qué pasos da Petro o Lula. Pueden ganar gran prestigio interno y externo si logran darle salida al problema más grande que tiene el continente. Pero se la tienen que jugar y tanto el uno como el otro solo piensan en ellos y solo asumen riesgos cuando el beneficio es mucho mayor que el desgaste.
Hay otro actor que se debe tener en cuenta: China. Este país ya logró mediar para restablecer la relación diplomática entre Arabia Saudita e Irán y ganó un espacio único en el Medio Oriente. Con la influencia que tiene con Rusia y con Venezuela puede jugar un papel constructivo que ayude a una salida y así abrirse un espacio similar en la región.
Soñar no cuesta nada. Y la verdad que la situación de Venezuela amerita un esfuerzo de todos. ¿Será esta vez, la tercera, la vencida? Ojalá, por el bien de la democracia y la libertad en el continente.
Artículo publicado en La Silla Rota
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional