En la coyuntura de la economía venezolana, al término del primer semestre de 2023, todas las variables macroeconómicas continúan en graves desequilibrios. La crisis económica iniciada en 2014, que desaceleró la economía hacia su más pronunciada e histórica recesión, cierra la pausa de 2022, para continuar la destrucción del producto, ya colocado en el piso -82 del PIB. Este año 2023 será de recesión, inflación y desempleo.
Nada distinto es posible lograr en el ámbito humanitario y social. La caída real de los ingresos de los trabajadores y la consecuente caída del consumo, la desigualdad en derechos humanos referidos al acceso a la educación, la salud y la vivienda, la vida en pobreza extrema de más de 60% de la población, la desnutrición infantil y la fractura emocional de la familia venezolana por la migración que no se detiene, son el legado inhumano del llamado madurismo o de su ahistórica “alianza cívico, militar, policial”, como les gusta llamarse.
Veamos algunos números claves y lo que nos dicen en la coyuntura.
La inflación sin contención: 121,3% el indicador de precios.
A julio de este año, la inflación de 2023 ya alcanzó el 121,3%. La acumulada anual (julio 2022 a julio 2023)se ubica en 398,2%, según cifras del BCV.
La inflación no tiene contención y arrastra el salario real de los trabajadores y pensionados a terreno negativo, haciendo que se reduzca el consumo nacional con consecuencias adversas para el crecimiento del producto (PIB) y la seguridad alimentaria de las familias.
El comportamiento de los precios en la salud, educación, vivienda, vestido y calzado, telefonía y restaurantes, se ubicaron por encima del promedio (121,3%) y el de los alimentos alcanza el 112%.
El precio del dólar continúa al alza: 77% de devaluación, perdiendo el BCV 2.665 millones de dólares.
Del mes de enero al 7 de agosto de 2023, el tipo de cambio se ha deslizado en 77%. Esta devaluación indetenible hizo saltar el precio del dólar americano de 17,49 bolívares por dólar, a comienzo del año, a 31 bolívares por dólar a esta fecha.
El actual nivel de reservas en BCV, el favorecimiento de las importaciones básicamente para el sector comercio, un riesgo país desorbitante por encima de 43.000 puntos, el aislamiento financiero internacional por impago de deuda externa, el financiamiento del gobierno por emisiones del BCV y las sanciones económicas a la industria petrolera, no permitirán ningún tipo de estabilización del tipo de cambio en el corto o mediano plazo,
La devaluación de la moneda encarece las importaciones, refuerza la inflación y la dolarización transaccional, e impacta el crecimiento del producto.
El gobierno o los que les asesoraron para intervenir en el mercado cambiario, quemando la significativa cifra de 2.665 millones de dólares, en lo que va de 2023, han fracasado. El costo de la política de contención cambiaria es desequilibrante y contrario al interés de la nación de preservar un nivel adecuado de reservas internacionales.
Que el BCV venda 2.665 millones de dólares, y no obtenga ninguna ganancia de estabilización del precio del dólar, es temerario, es liquidar un activo que le pertenece a los venezolanos; esto es, sin parangón histórico, una tremenda irresponsabilidad técnica-política en el manejo de la economía.
Emisión monetaria del BCV más que dobla la liquidez en un semestre: 123,8%, siendo el gran determinante de la devaluación.
La carencia de política económica ha permitido que el gobierno del señor Maduro convierta al BCV, en estos últimos 10 años, en “una computadora que produce bolívares” para financiar el déficit fiscal recurrente, sin importarles o ignorando que esto originó la hiperinflación; y es, en el presente, el gran determinante del tipo de cambio.
Del 6 de enero de 2023 al 4 de agosto de 2023, la emisión monetaria creció 123,8%, más que doblando la liquidez desde 19.602 millones de bolívares a 43.887 millones de bolívares. Este disparate monetario es fuente de mayor desequilibrio al crear artificialmente dinero sin ninguna contrapartida real en la producción, generando inflación y devaluación.
Como estamos en recesión por una menor oferta de bienes y servicios, los precios de estos tienden a subir, reduciendo el valor del bolívar con relación al dólar, lo que ha resultado en la persistente devaluación del tipo de cambio en 77%. Adicionalmente, ocurre que los empresarios y los consumidores venezolanos, al anticipar que la inflación continuará, buscan protegerse en el dólar, generando una mayor demanda de este y, por lo tanto, provocando la devaluación.
La economía entró en recesión. El PIB decrece en no menos de -5%. La capacidad no utilizada del sector industrial venezolano es mayor al 68%.
Como consecuencia de ausencia de políticas económicas creíbles, la inflación y devaluación persistente, falta de financiamiento bancario, salario real negativo, caída del consumo nacional, estancamiento de la producción petrolera, fracaso en la búsqueda de nuevas inversiones extranjeras con las zonas económicas especiales y la ley antibloqueo, entre otras relevantes causas, la economía venezolana entró en recesión en 2023.
Regístrese que, en materia de expectativas de atracción de inversión extranjera, las calificadoras de riesgo de inversión dan a la economía venezolana un riesgo-país superior a 43.000 puntos, entre tanto, a Chile 182 puntos, a Colombia 396 puntos, a Uruguay 147, a Brasil 325.
Esta desaceleración del PIB, en no menos de -5% en el semestre, pulveriza el leve avance alcanzado en 2021-2022, reduciendo aún más el tamaño de nuestra economía por detrás de México, Brasil, Colombia, Perú, Chile y Argentina.
Informes del sector industrial ubican una caída de la producción en -7,6% para el primer semestre de 2023, en el segundo trimestre, abril, mayo y junio, la caída es mayor, -12,7%. La capacidad industrial instalada no utilizada se sitúa en más de 68%, para las pymes es más grave, aproximadamente 80%. En Suramérica este dato es un incomparable 28%.
El sector industrial acusa una baja de la demanda nacional, falta de financiamiento, competencia desleal con importaciones legales y de contrabando, precariedad en los servicios de electricidad, agua e Internet, encarecimiento y deficiente suministro de combustible, infraestructura vial precaria y excesivos tributos.
Comentario obligado es el referido al ya grave deficitario financiamiento bancario. Señalemos que el sistema bancario venezolano sometido a la absurda medida del gobierno de un encaje legal en 73%, a la compra compulsiva de las colocaciones de dólares por parte del BCV y, a la crisis económica general con alta carga inflacionaria y devaluacionista, ha sido impactado descomunalmente en el tamaño de su cartera de crédito al sector privado.
En el primer semestre de 2023, el monto de la cartera de crédito en Venezuela fue de un poco más de mil millones de dólares. Esta cifra es incomparable cuando vemos que la cartera de crédito bancario en Colombia en 2022, alcanzó los 139.000 millones de dólares, o la de Chile en 148.000 millones de dólares. El crédito interno al sector privado en América Latina y el Caribe representó en los últimos 5 años (2018-2022) más del 50% del PIB, en Venezuela en este primer semestre de 2023 es del 1,4% del PIB.
Conclusión
Lo que el gobierno hace en materia fiscal, cambiaria y monetaria, no responde a una política económica sistémica ni a un programa macroeconómico de estabilización, están sin estrategia, con una retórica vacía que no dice nada. La coartada de culpar de su incompetencia a las sanciones no es creíble por las mayorías nacionales. Lo que improvisan no tiene impacto positivo en la producción, la inflación o el tipo de cambio.
En lo social, el gobierno de Maduro escribe páginas de una gestión inhumana. El sufrimiento por la destrucción de las familias originada en la migración forzada no lo mide un número, quizás sí las lágrimas por los hijos que vimos partir en estos últimos 7 años.
- Rodrigo Cabezas es economista (1982), profesor e investigador en la FACES LUZ.