OPINIÓN

Venezuela, terror en Iqui… ¿Y ahora qué? 

por Luis González Del Castillo Luis González Del Castillo

Foto MARTIN BERNETTI / AFP                                             

Dedico este artículo, gracias a El Nacional, a todo el pueblo chileno, en su lucha por una sociedad cada vez más libre, sana, equilibrada y democrática. Este sueño también lo anhelan millones de seres desplazados por la tiranía narcoterrorista que secuestra a Venezuela.

Tal como los pronosticadores del clima, en Venezuela se advirtió de la catástrofe que, como otro modo de huracán o cataclismo, se nos vendría encima con la destrucción del aparato productivo vía expropiaciones. Se expusieron estudios sobre la pérdida de peso que estaba sufriendo el venezolano, que en promedio para 2016 ya era de 8,5 kilos (artículo del 15 de mayo de 2017, Max Fisher- Amanda Taub. The New York Times).

En muchos casos fueron robos descarados. Desde tierras, como en el caso del mártir Franklin Brito (5 de septiembre de 1960 – 30  de agosto de 2010),  quien murió defendiendo mediante protesta de huelga de hambre su dignidad, y su derecho a la propiedad privada de su modesta finca de producción agropecuaria en el oriente de Venezuela. “El método Chaz” de expropiación: o te subyugas y tomas lo que me dé la gana pagarte, si es que me da la gana, o igual te quito tus tierras. Botines de guerra que jerarcas de la tiranía terminan poseyendo y convirtiendo en sus mansiones, donde fueron a exhibir hasta obras pictóricas hurtadas de las casas de hacienda de los allanados, perseguidos y robados por disentir del oprobioso régimen. Sin siquiera guardar formas judiciales, para disimular que invadieron, encarcelaron, empujaron al destierro, como ahora pretenden simular con mayor sofisticación (ejemplo fue el robo de las obras del exembajador ante la Naciones Unidas Diego Arria).

Una suerte de guerra civil con bombas lanzadas de un solo lado contra las manifestaciones de supuestos ricos. ¡Ah! “porque ser rico es malo” mientras no se trate de ellos, sus parientes o amantes. Una guerra de una fuerza armada controlada por la más que invasión intervención castrista, promovida desde la traición a la patria de Miranda, de Bolívar, de Sucre, por aquellos convertidos en mercenarios del odio en una vengativa acción dizque “revolucionaria”.

Así, desde el mismo inicio en febrero de 1999 de un mandato popular conferido seguramente en la esperanza de una mayor justicia social, los cimientos de una democracia de apenas cuatro décadas en 500 años de militarismo, y en muy lenta evolución, se devolvió para sucumbir ante los espantapájaros de una ilusión óptica de uniformes y soles, frente a la realidad de la organización libertaria de la sociedad humana: conocimiento, talento, formación de las instituciones, trabajo, ciencia y tecnología: en una palabra libertad.

Vuelven algunas democracias del continente americano a sufrir del sempiterno error de mirar a promesas mágicas y votar con la rabia de sólo las emociones primarias. Es preciso fortalecer las organizaciones de verdad de apostolado político que luchen por formar al militante en la búsqueda y acción diaria por el bienestar de su prójimo. Ante la ignorancia, la negligencia e incluso indolencia de algunos sectores que se dicen militantes de alguna ideología u organización partidista, y que no comprenden a cabalidad que la sociedad necesita encontrar maneras de invertir más y mejor en el ser humano como sujeto de su acción política para la siembra tanto en el hogar como en la escuela, y así en las comunidades locales, que muchas veces se creen prescindibles de atención desde los grandes centros urbanos, donde el poder del Estado las considera solo relleno, como pareciera suceder en Iquique.

La Venezuela de hoy nos la volvieron un terror, desde el terrorismo de un aparato político criminal que tomó su territorio y su Estado democrático deficiente. La controló para ponerla al servicio de otro Estado castrista que ha mantenido a su propia nación cubana subyugada huyendo en balsas frente a un mundo contemplativo de la violación sistemática de los derechos humanos del pueblo de Martí. Ahora, en el apartado Iquique chileno donde han ido a parar cientos de familias venezolanas desplazadas por el narco terrorismo de Estado venezolano, el tirano les ofrece como «solución» una “vuelta a la patria” idéntica como la devolución de los balseros cubanos cuando llegan a costas de la libertad americana. Ahora, gracias a la decisión impulsada por una pasada administración, el guardacosta los apresa y entrega nuevamente al esbirro castrista; sin darle oportunidad de asilo y probar que huyen de un Estado que favorece la acción sistemática de violación de los principios básicos de los derechos humanos: derecho a pensar, a organizarse para vivir de su trabajo y a expresarse libremente como todo ser humano tiene el derecho al nacer, acá o en Iquique.

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@gonzalezdelcas