OPINIÓN

Venezuela post-28J: ¿Adaptarse a la dictadura o luchar por la libertad?

por Esteban Oria Esteban Oria

Ante la pregunta de una seguidora en mi cuenta de X. 

-Hola Esteban, ¿cómo ves las posibilidades de quiebre del régimen?  

-Si decides permanecer en el país, tienes el desafío de aceptar la realidad. La vida bajo una dictadura es muy diferente a la de un régimen autoritario que aún mantiene ciertas apariencias democráticas. Si Maduro ya ha consolidado su poder de manera dictatorial, es vital que tanto la oposición como los ciudadanos reconozcan esta nueva realidad y ajusten sus estrategias en consecuencia. Seguir creyendo que hay posibilidades dentro del sistema de Maduro es como vivir una ilusión; como tomar la pastilla azul en Matrix. En dictadura no existen partidos políticos autónomos y libres, muchos terminan convirtiéndose en una resistencia frente a un régimen que no permitirá cambios a través de los canales convencionales.

En la actualidad, una parte de la oposición y la ciudadanía ha quedado impactada por el hecho de vivir en una dictadura y no ha podido reaccionar. Aún no procesan lo sucedido; es como si les hubiesen dado un golpe en seco y aún no se enteran de lo que ha pasado. 

La oposición de partidos que ha sufrido fraudes constantemente ha sido maltratada, golpeada, ha pasado por cárcel, arrestos y torturas, y así ha vivido durante 25 años, desde la llegada de Chávez y luego con los gobiernos de Maduro. Sin embargo, vivía en un ambiente relativamente controlado, en lo que se llama un gobierno autoritario, que mantenía una apariencia de legitimidad y algunas formas democráticas donde se le permitía participar y, ocasionalmente, obtuvo victorias significativas como las parlamentarias del 2015. Pero ahora, con este golpe de Estado perpetrado por Padrino López para instaurar y legitimar el fraude electoral del CNE que proclamó a Maduro, han despertado a una realidad brutal.

La cronología de los hechos fue la siguiente: primero el 28J, a la oposición democrática le hicieron fraude electoral con la proclamación de Maduro por el CNE, y después el 29J vino el golpe de Estado con los militares apoyando a Maduro y reprimiendo con fuerza letal y a sangre a los manifestantes prodemocracia. Lo más reciente el 22A es la decisión del TSJ de certificar los resultados del CNE y, con ello, terminar de sellar el destino de Venezuela, convirtiendo el golpe de estado en un hecho e instalando a Maduro como dictador.

Así que lo que veo es que la oposición democrática ha quedado paralizada, sin saber qué hacer. El régimen de Maduro los ha puesto en un dilema existencial: vivir dentro del modelo de Maduro, lo que implicaría reconocer lo que hizo el TSJ con la certificación de las actas falsas del CNE que proclamaron a Maduro, o simplemente dejar de existir y convertirse en actores excluidos de la democracia ficticia de Maduro. 

Parece que la oposición en Venezuela está enfrentando un dilema existencial. Jorge Rodríguez, desde la Asamblea Nacional, les ha lanzado una advertencia clara: si no apoyan la decisión del TSJ, se verán obligados a convertirse en un frente guerrillero de derecha. Este tipo de declaraciones cínicas y miserables no sorprenden viniendo de alguien como Rodríguez, pero contienen una verdad incómoda. En una dictadura, los partidos políticos que no se alinean con el régimen terminan convirtiéndose en formas de resistencia política.

El concepto de «resistencia» es difícil de digerir, especialmente en un país como Venezuela, donde el régimen de Maduro ha exterminado cualquier forma de resistencia armada, como en el caso de Óscar Pérez. Además, la idea de una resistencia pacífica es algo aún inexplorado en el contexto venezolano. Sin embargo, esta podría ser una nueva vía para los partidos políticos, quizás a través de procesos de desobediencia civil.

En resumen, la oposición se encuentra en un momento crucial: o se adaptan al sistema político de Maduro, o se atienen a las consecuencias, que podrían ser tanto políticas como físicas. La resistencia, en cualquiera de sus formas, parece ser el único camino para aquellos que no están dispuestos a aceptar la dictadura.

Sabemos que el régimen de Maduro juega con el tiempo. Por eso, con su Asamblea Nacional, se ha apresurado en crear un conjunto de leyes destinadas a modificar el sistema político. Dos leyes fundamentales son la Ley de Partidos Políticos, con la cual pretenden erradicar a los candidatos que piensen diferente a lo permitido por Maduro, eliminando así el derecho a la conciencia en Venezuela. Otra ley novedosa es la del Consejo Nacional de Ciberseguridad, que funciona como un censor nacional de la información, cerrando el acceso a la información libre. Con estas leyes, han eliminado de un solo plumazo la libertad de pensamiento, el derecho a la libertad de asociación y el derecho al voto. En fin, han suprimido los derechos civiles y políticos.

Está claro que este 28 de julio Maduro y su gabinete han quedado totalmente expuestos como los criminales que son. El mundo occidental ya tiene suficiente evidencia, e incluso algunos presidentes ya llaman a Maduro lo que es: un dictador. Hay suficiente evidencia para que las ONGs y actores individuales presenten denuncias y demandas contra el régimen de Maduro por los delitos cometidos al instaurarse como una dictadura.

En este momento, mucha gente en Venezuela aún busca una forma transversal de solucionar este problema. Hay mucho nerviosismo después de ver todo lo que ha sucedido y la liberación de toda esta verdad, que deja a cada uno en su lugar. La caja de Pandora se ha abierto. Tenemos a un dictador cometiendo crímenes violentos de manera flagrante contra la población. El dictador ha asesinado a gente de todos los estratos sociales, pero, a diferencia de otras ocasiones, en esta oportunidad se ha ensañado contra el sector popular, los más pobres, los barrios. En esas zonas, se ve a funcionarios de Maduro y paramilitares al servicio de la dictadura cometiendo toda clase de atropellos y violaciones a los derechos humanos. Así que ahora es una realidad que todos los venezolanos son objeto de la represión de Maduro.

Funcionarios de Maduro están colocando alcabalas móviles en distintas partes del país, revisando los teléfonos de los ciudadanos y arrestando a cualquiera que consideren sospechoso simplemente por encontrar comentarios o sus ideas en los chats y redes sociales. Esto está sucediendo, y la gente está siendo arrestada.

Por otro lado, el régimen está violando los derechos de propiedad e intimidad allanando casas y hogares en toda Venezuela, buscando miembros de mesa electoral a quienes señalan de terroristas. Su «delito» es haber sido un miembro de mesa que leyó o informó los resultados de su mesa y distribuyó esa información en las redes sociales.

Así que tenemos una situación muy delicada en Venezuela, y esto debe denunciarse. Los partidos de la Mesa de la Unidad enfrentan un grave problema para tomar una decisión sobre pronunciarse y denunciar a Maduro como una dictadura, ya que eso les cerraría por completo cualquier forma de participación política con Maduro. Por otro lado, buscarán una forma política de mantenerse de bajo perfil, permitiendo que se siga llamando a Maduro un régimen autoritario o incluso presidente, mientras se sigue describiendo lo ocurrido en Venezuela como un simple fraude.

Muchos medios de comunicación importantes se han negado a llamar a Maduro dictador. Tampoco dicen nada sobre que hubo un golpe de Estado; solo mencionan que hay una disputa entre el gobierno de Maduro, a quien llaman presidente, y la oposición. Esto es realmente grave. Después de evidenciar lo que ha sucedido, la oposición debería sentarse y reflexionar por el bien del país, diciendo la verdad al mundo. Aquellos que se atrevan a hacerlo saben que pagarán un alto precio, pero se trata de política, y este régimen de Maduro no será eterno, y por algo hay que empezar. Por otro lado, estarán los opositores que buscarán sobrevivir dentro del régimen de Maduro y su sistema; así que se presentarán como opositores, pero el hecho de aceptar estar dentro de las reglas de Maduro los hace parte del golpe de estado.

Desde el 28 de julio no queda duda de que es Maduro quien toma la decisión sobre los resultados electorales, así que no importa cuántos votos obtengas, será él quien decida si te deja gobernar.

Por muy legítimo que sea el gobernante que gane y a quien Maduro deje gobernar, al final estará dentro del sistema político de Maduro, lo que significa que deberá compartir el modelo de transgresión y violación de derechos humanos. En lo que a mí respecta, todo partido político que participe en la forma de gobierno de Maduro es parte de ese gobierno.

Además, desde el 28 de julio no tiene sentido que la oposición convoque a su militancia a nuevas elecciones, ya que no existe una democracia real. Y yo seré el primero en ir en contra de estas convocatorias, a menos que sean unas elecciones bajo la protección de los cascos azules y bajo el resguardo de las Naciones Unidas. En todo caso, los participantes de una elección bajo el CNE de Maduro lo harán conscientes de que son parte de una dictadura electoral que solo sirve para maquillar la democracia ficticia que intenta imponer Maduro.

Creo que, a estas alturas, hay que ser honestos con los venezolanos, y eso es algo que ya debe hacer María Corina Machado. No sé cuál es su plan, ni quiero interferir con su estrategia a mediano o largo plazo, pero es importante poner en circulación la verdadera realidad de lo que sucede en Venezuela y llamar a Maduro lo que es: un dictador.

A Maduro le conviene que lo reconozcan como un gobierno autoritario; por eso Lula lo dice, que Maduro es autoritario. Entiéndase que eso le da entrada en la comunidad internacional. Pero si es retratado como una dictadura, eso le cerraría las puertas de manera automática debido a las leyes de muchos países democráticos que impiden hacer negocios con dictaduras.

Por lo tanto, recomendaría a María Corina que, sin romper la alianza de partidos en Venezuela, busque el mejor momento para declarar el golpe de Estado perpetrado por Maduro y lo declare como lo que es: un dictador.

Estamos trabajando para lograr que el mundo le coloque un cerco a Maduro, porque es un enemigo de las democracias en todas partes del mundo y parte de un anillo de naciones enemigas de Occidente. Aquí en Estados Unidos me verán muy cerca de los dos partidos, el demócrata y el republicano, mostrando la verdad de lo que sucede en Venezuela. Estaré en Washington visitando las oficinas de los congresistas. Créanme que haremos mucho por la libertad de esta nación. Fuerza, Venezuela.