OPINIÓN

Venezuela: ¡Podemos cambiar!

por Luis González Del Castillo Luis González Del Castillo

¿Será posible el cambio en Venezuela? ¿Quiénes o qué lo hará posible? El momento de una nueva realidad que se nos asoma, como promesa, o quizás como dilema de vida, definitivamente le ha llegado su hora; y ello es sencillamente indetenible.

La realidad sufrida bajo grandes presiones internas y externas, sin duda, ha sido fuente de muy dolorosos duelos y aprendizajes. No los olvidemos cayendo en el basurero de conductas marcadas por el ego o por lo intrascendente.

El cambio necesario deberá producirse marcando un hito histórico de corrección del anterior hilo corruptor y continuista que, inexorablemente, habrá de romperse; para que a partir de este insurgente tiempo y espacio vayamos hilando uno nuevo y luminoso, que marcará la vida de millones de seres.

Para todos, religiosos o agnósticos. Para cientificistas e incrédulos. Para laboriosos u oportunistas, maromeros, cómicos o payasos, está llegando el momento de lo inevitable, y es el de encontrarse frente a frente con la verdad: ¡el pueblo cambió!

Y es así. Está recorriendo ahora, paso a paso, lugares de ciudades, pueblos y caseríos, otra voz. Una distinta. Voz para sanar, para resolver e ir hacia la reconstrucción.Voz para ir hacia el renacer, para ir al vivir realmente. Para el vivir plenamente, que es decir vivir en libertad. Para asumir el derecho natural de ser productivo y propietario, sin que te metan preso porque no puedes trasladarte a vender tu cosecha.. Vida para ganársela de lo que nos procuramos. Para nuestra familia. Para nuestra gente. Con nuestros esfuerzos y talentos, pero también con nuestro amor y solidaridad hacia los demás, que es decir hacia la patria, por supuesto.

Por los barrios y las casi totalmente desocupadas zonas industriales, por casas y las hoy desoladas zona de oficinas, por alcabalas, y circundando cuarteles, se siente la brisa fresca que promete convertirse en vendaval, si se intentase por parte del narcorrégimen, como es de sentido común suponer, el sabotear las elecciones. Si se pretende seguir desconociendo la soberanía venezolana, e intenta manipular nuevamente la escogencia presidencial, esta vez prevista constitucionalmente para el próximo año 2024.

Si se intentase irrespetar la soberanía venezolana, ya no será un fantasma comunista desinflado que amenazará con viejas arengas llenas del odio destructor y de la sentencia a muerte del trabajo y de la producción con el “exprópiese”. No será la palabrería que le metía natural miedo a aquel que se había sudado por años la construcción de su medio de vida, medio de prosperidad de su familia, junto a los laboraban con él. Ahora el natural resentimiento es y sería contra los que pretendiesen sostener «por las buenas o por las malas» este estado de desastre nacional e internacional que se nos ha causado.

Aquí y ahora somos abrumadora mayoría,  y seremos cada vez muchos más los resteados con el cambio. Pequeños, medianos o más grandes emprendedores, pero todos grandes en orgullo, del cuando se podía salir a producir, sabiendo que se obtendrían con esfuerzo los ingresos propios para adquirir los alimentos. Sin chantaje de cajas CLAP ni trabajadores apaleados y encarcelados por su derecho sindical a negociar sus reivindicaciones laborales. No más chantajes de un régimen que para atender necesidades básicas cuando les exige renunciar a su libertad de pensar y de escoger.

Somos miles de profesionales que dedicamos años a formarnos para levantar a nuestro país, y estamos subaprovechados como recurso humano. Fuera del territorio, engrosando los casi 8 millones de exiliados, muchos están, más que deseosos, listos para volver a integrarse a la reconstrucción nacional. También todos aquellos que saben realmente manejar comercios, y no los que se inventan con burbujas para pretender aparentar con espejismos bonanzas inexistentes. Tampoco serán con maquillajes de las universidades lo que disimule la imperiosa necesidad de rescatar la educación desde una profunda reforma desde preescolar hasta las universidades.

Resurgirá así mismo del sector industrial, para acompañar el avance de nuevos artefactos, maquinarias y equipos, y para la modernización de las industrias. La nueva construcción, las nuevas energías con nuestras ventajas comparativas en minas e hidrocarburos, donde Venezuela tuvo y tiene materias primas de variados minerales, desde el hierro y bauxita para el acero hasta el oro pasando por el manejo del aluminio, los bosques, los rios, el Sol, los vientos y todo el desarrollo bioenergético. Con cada vez son ahora mayores destrezas y conocimientos que desde dicho sectores nacionales con alianzas internacionales público-privadas marcarán el reimpulso de una nueva economía privada e internacionalizada.

Los del sector turístico con hoteles también grandes, medianos o pequeños. Desde posadas, pasando por medianos hoteles de propiedad familiar hasta grandes cadenas hoteleras, de familias que crearon decenas de miles de puestos de trabajo, resurgirán.

La medicina pública y privada asumirá su tradición, donde por miles los médicos venezolanos prestaban un excelente servicio a nuestra ciudadanía, hoy convertida en emigración desesperada que por dar atención a su familia salió del país pero que volverá enlazada más determinantemente que nunca con los avances y la modernización a la que han estado de una forma u otra expuestos.

Venezuela requería, por supuesto, y requerirá de una profunda reforma de su aparato institucional, público y privado. Pero no en el sentido al revés y torcido, al modo de la involución ejecutada. Desde aquel entonces original discurso de engañosa campaña chavista sobre una supuesta “tercera vía” de edificación de la eficiencia y efectividad de una nueva administración gubernamental que honesta adaptaría el Estado a nuestras reales necesidades y potencialidades, con traición alevosa destruyó lo mejor de lo alcanzado y multiplicó por miles los vicios y corruptelas.

Los anteriores promotores y propagadores del odio popular para que acompañaran el arrase de las actividades y propiedades productivas han quedado desmentidos por la realidad de sus acciones. La propiedad privada y lo que aporta a nuestra economía nacional y por tanto a nuestra sociedad más laboriosa como sana riqueza es hoy un anhelo para la recuperación del país. Por tanto, se les acabó como discurso lo de «ser rico es malo» o que es la culpa del imperio. Ahora les queda ir asimilando la nueva realidad del cambio que viene recorriendo el país; y que no sólo es posible sino que es mandato popular desde el amor e inspiración en el Supremo Autor del Universo, para y por nuestras familias, y que es sencillamente indetenible.

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@gonzalezdelcas