Como promesa electoral en un país azotado por una crisis sin precedentes, como plan de gobierno para los próximos años de ser reelegido como “presidente”, a manera de medida para paliar la crisis económica, la inflación producto de la falta de políticas acertadas desde Miraflores y hacer frente a la desnutrición, Nicolás ordenó sumar al programa de distribución de alimentos de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), en un lapso de 60 días, 4 nuevos productos: carne de pollo y carne de res enlatadas, caraotas y sal. Sí, como lo está leyendo, eso es lo que el hombre que manda en el país desde hace más de 10 años ofrece al pueblo venezolano en su campaña presidencial ventajista. ¿Una burla? ¿Una oda al conformismo e ignorancia? ¿Eso es una política gubernamental digna de anunciar con bombos y platillos?
Es aberrante la constante imposición de la miseria como estilo de vida al venezolano. No conformes con haber pulverizado la calidad de vida del país, de haber condenado a mendigar dinero para poder recibir medianamente parte de un tratamiento médico con campañas de GoFundMe, de vivir los docentes y muchos profesionales con sueldos de miseria que para poco rinden en esta realidad económica tan decadente; de haber condenado a millones a no poder acceder a una vivienda digna y hacerlos acostumbrarse a servicios básicos que jamás funcionan o hacer cola por días para acceder a gasolina; el régimen sigue tratando de que borremos todo vestigio de dignidad y amor propio con estos anuncios, con estas “mejoras”, sabiendo que juegan con el hambre y la necesidad de millones de venezolanos que dependen de la poca ayuda que representa un bono o una bolsa CLAP, en muchas ocasiones podrida o con gusanos y normalmente incompleta. Para eso quieren perpetuarse en el poder.
Me resisto. Me abstengo de normalizar la miseria, de aceptar con la cabeza gacha que mientras miembros de la cúpula gubernamental viven la gran vida, mientras sus enchufados negocian Ferraris y Toyotas de más de 170.000 dólares, el pueblo deba conformarse con migajas. Me resisto a ver a mi gente sufrir, añorar una mejora de su vida que no llega, al ritmo que el tiempo se nos escurre rápidamente.
Venezuela no aguanta más pobreza, más regularización de la necesidad como estrategia para ocupar al pueblo y doblegarlo mientras ellos destruyen todo y se adueñan de lo que les place.
No olviden que CLAP no es libertad, es esCLAPvitud. No nos conformemos con menos, Venezuela merece más que caraotas, carne en lata y sal.