OPINIÓN

¿Venezuela? La lucha en el propio seno

por Luis Beltrán Guerra Luis Beltrán Guerra

Se lee que con el vocablo “seno” nos referimos, simbólicamente, “al asiento de un gran afecto”. De hecho, Juan habla del “Señor” como el “Unigénito Hijo en el ‘seno’ del Padre. Y, tal vez, “en sentido menos figurado”, a la relación entre marido y mujer se califica, asimismo, de igual manera. Particularmente, por asumirse que es tierna y sagrada.

En política, donde todo sucede, la palabra se usa por doquier: “En el seno de la democracia, de mi partido, de la Comisión, de mi alma vibra la llama de demócrata, comunista, socialista o revolucionario”. También, la liga comunista irá más al “seno de la clase obrera y en la Argentina el Partido Comunista surgió con ese nombre en el “seno” del tradicional y ya consolidado comunismo. En el libro Una vida, muchas vidas (Editorial Planeta) no es muy complicado concluir que Gustavo Petro, el actual presidente de Colombia, se formó en el “seno” de una familia unida. Y resultó electo alcalde de la capital de “la Colombia humana”, como así la calificara.

En las cercanías de la lingüística aparece el vocablo “seno” como sustantivo, que ayuda a describir una “función trigonométrica”, conforme a la cual “para un ángulo agudo en un triangulo rectángulo, es la relación entre el lado opuesto al ángulo y la hipotenusa”.

Ha de tenerse presente, asimismo, que en “el seno de todas las relaciones humanas” se producen divergencias, las cuales, lamentablemente, más que acrecentar la férrea unidad que el vocablo demanda, termina haciéndolo tan “conflictivo”, que genera confusionismo y hasta luchas capaces de acabar con aquello que costó tanto edificar. La diversidad de intereses en las sociedades y sus instituciones, entre ellas, los partidos políticos, el gobierno, la oposición y hasta en los denominados “grupos de presión”, la conflictividad de intereses, como se lee, terminan predominando ante deseos conscientes o intereses comunes. En el escenario, se libra “una batalla de voluntades, una fila ardiente, un choque de personalidades, una refriega, todo el infierno se desata”. Es lo que comúnmente termina llamándose “una pelea a muerte”.

El caso de León Trotski, periodista, ensayista y fundador del Ejército Rojo, terminó acusado de actividades ajenas a la URSS, siendo desterrado por Stalin, hecho que lo llevó a morir en México, donde fue asesinado por Ramón Mercader, comunista español, en agosto de 1940. El asesinato en el “seno” del proceso histórico para un cambio a cien grados de la humanidad lo pagó “Ramoncito” con la cárcel, durante 19 años y 240 días. Un poco más acá el asesinato de John F. Kennedy, el cuarto presidente de Estados Unidos, pasó a integrar el cuarteto con Abraham Lincoln, James Abram Garfield y William McKinley. En principio, por teorías conspirativas en el “seno” del país por algunos calificados como el más democrático del mundo.

En América Latina, donde todavía pareciera que estamos empezando a edificarnos como sociedad, hemos de imaginarnos que el pugilato en “nuestro seno” ha sido más que intenso “intensivo”. Guerra entre “principiantes de caudillos” para la toma del poder dizque en aras de poner término a la desigualdad derivadas de las Conquista española. Más de uno censura la independencia de los pueblos que integran ese continente, todavía en procura de convertirse en un conglomerado de “naciones”, en cuyos “senos” no se ha generado el indispensable ligamen entre soberanía, territorio, población y gobierno”. Recordemos el término “repúblicas bananeras”, acuñado por el humorista estadounidense O. Henry.

Los conflictos en el propio “seno” de nuestros pueblos no han terminado, por el contrario, prosiguen. Brasil, sacudido hace días por la prepotencia de Jair Bolsonaro y el temor a un gobierno comunista de Luis Inácio Lula Da Silva; Chile, entre “apruebo o rechazo” de un proceso constituyente; Perú, con dos opciones presidenciales nada atractivas, la de Pedro Castillo, hoy preso, y Keiko Fujimori, cuyo padre está aún detenido por los desmanes desde la Presidencia; Argentina, en medio de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, quienes parecieran no quererse mucho (en sus propios senos); Colombia, que no sale de los temores que genera la Primera Magistratura de Petro y El Salvador, en manos de Nayib Bukele, quien ya no consigue preso a quien no haya bañado con agua helada, convencido de que en el “seno” del delincuente están presentes los micros que definió Lombroso con respecto al “delincuente nato” y Bolivia, repleta de litio, el mineral más demandado por la economía de hoy, en manos del todavía Evo Morales. Ese es, grosso modo, el espejo de “la lucha en el propio ‘seno’ de un continente”.

Venezuela ha sido víctima de luchas similares, tanto en su propio “seno”, como en el de las personalidades que la han gobernado y desde el “gendarme necesario” de los regímenes de fuerza, durante los 40 años de la democracia liberal de la carta magna de 1961 y la protagónica que postula la Constitución bolivariana de l999. Hoy un pueblo “enredado” y en una aguda “polarización” gobernado desde 1999 por “una revolución que llegó para quedarse”, como la definiera Hugo Chávez, su “jefe máximo”. Con él se inició lo que hoy suele calificarse como “la ola rosa” de América Latina para hacer referencia al corte socialista de quienes gobiernan. En Caracas ante un proceso eleccionario para escoger al jefe del Estado en 2024, se adelantan comicios primarios en procura de seleccionar al candidato que competiría ante Nicolás Maduro, salvo que “las fuerzas revolucionarias unidas en su seno” opten por otra persona. Media docena de aspirantes recorren el territorio nacional en aras de apoyo popular. Lado este en el cual el camino es más escabroso que en el primero, no únicamente, por el alto número de aspirantes, sino también por “la minipartidización” que lo caracteriza. Es como para expresar irónicamente “amanecerá y veremos, dijo el ciego antes de quedarse sordo”.

En el análisis no ha de dejarse de lado la presunta “guerra interna” en el partido de gobierno, mejor conocido como “el chavismo”, cuya más reciente escisión se ha llevado por delante a un segmento vinculado con la gerencia de los asuntos petroleros, acompañado de acusaciones y detenciones de personas importantes. Una escisión en el propio “seno” del denominado socialismo del siglo XXI. “El Comandante” (QEPD) ha de estar furioso en el merecido lugar donde se encuentra, pues por su cabeza ha de pasar la cercanía de “un hundimiento y rotura hacia dentro de las paredes de un recipiente cuya presión es inferior a la del exterior”.

El lector que nos excuse por el uso repetitivo de la palabra “seno”, pero es ello lo que suele romperse, en la mayoría de los supuestos por razones humanas, por lo que se demandan esfuerzos para componerlo.

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@LuisBGuerra