Bajo un clima de expectativas se celebró este domingo el proceso electoral para que la oposición seleccionara al candidato que la representará en las elecciones de 2024. Es importante reconocer que se desarrolló en un clima de paz, muy a pesar de uno que otro pequeño incidente atribuido a los colectivos, que estúpidamente se prestan para cualquier maniobra que evite la libre expresión democrática de los sectores que adversan al régimen.
Digno es destacar que la organización y desenvolvimiento de tan crucial evento demostró una vez más que los ciudadanos están en capacidad de organizar unas elecciones y garantizar no sólo los votos sino también la buena marcha del proceso.
Ahora, de este evento tan importante debe surgir la obligatoriedad de todos los sectores (gobierno y oposición) de resolver las diferencias de manera pacífica y electoral. Venezuela habló y el gobierno y la oposición deben respetar ese mandato que ha sido inequívoco y hace renacer con más bríos la esperanza de que el próximo año este mismo pueblo se manifieste y señale el gobierno que quiere y el o los candidatos que desea que los gobierne.
Ha sido un mensaje firme, coherente y poderoso que ha puesto una candidatura del lado opuesto al régimen y esperamos por el bien de todos que esa candidatura sea respetada y aceptada por todos, incluso para aquellos que las últimas 24 horas anteriores al proceso y después de conocerse el resultado no han hecho más que desmeritar la organización del evento y la ganadora del mismo, María Corina Machado. En efecto, Carlos Prosperi, un candidato de un ala de AD, hizo méritos para que el pueblo venezolano lo rechazara y lo rechace con vehemencia y lo perciba como un incomprensible aliado del régimen, a menos que como dijera el maestro Rómulo Gallegos, dirigente de Acción Democrática y presidente de la República: «Las cosas vuelven al lugar de donde salieron”, en este caso no es una cosa sino un joven candidato que pareciera querer regresar al Polo Patriótico.