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Venezuela: estancamiento y esperanza

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«¿Qué te pasa viejo año, qué te pasa,

que ya tienes tus maletas preparadas?

Dime si es que te han botado de la casa

porque estás viejo, por que no sirves pa’ nada«.

Manny Delgado

El viejo gobierno de Venezuela se parece al viejo año que se va. Ambos han sido testigos de muchas cosas, buenas y malas, pero sobre todo malas. Ambos han dejado huellas imborrables, pero sobre todo dolorosas. Ambos han perdido la confianza y el respeto de muchos, pero sobre todo de los que más los necesitaban. Pero hay una diferencia entre el viejo año y el viejo gobierno. El viejo año sabe que su tiempo se acabó, que debe dar paso al nuevo, que debe aceptar el cambio. El viejo gobierno, en cambio, no sabe nada de eso. Se aferra al poder como una garrapata, se niega a reconocer sus errores, se burla de la voluntad popular.

El viejo año se va con dignidad, con la esperanza de que el nuevo sea mejor. El viejo gobierno se queda con soberbia, con la ilusión de que el pueblo lo quiera. El viejo año se despide con gratitud, con el agradecimiento de los que lo vivieron. El viejo gobierno se impone con violencia, con el rechazo de los que lo sufrieron. El viejo año se va, pero no se olvida. El viejo gobierno se queda, pero no se respeta. El viejo año se va, pero nos deja una lección. El viejo gobierno se queda, pero nos deja una decepción. Quizá por ello compusieron esta versión de la gaita «Qué te pasa viejo año» que escuché por las calles de mi linda Barinas:

¿Qué te pasa viejo gobierno, qué te pasa,

que no quieres hacer tus maletas y marcharte?

Dime si es que te han pegado a la silla

porque estás ciego, porque no quieres ver la realidad.

***

Las cosas viejas como tú las botan,

más si saben que otro llegará,

pero no llores, échate un trago,

que yo te recordaré,

con los ratos que de infelicidad

en tus años yo pasé.

Esta adaptación de tan conocida gaita nos recuerda que la situación política en Venezuela ha sido objeto de controversia en la comunidad internacional. La falta de legitimidad de todos los poderes públicos en Venezuela ha llevado a la comunidad internacional a no lograr asumir una postura coherente sobre la cruda situación en nuestro país. Desde 2017, al menos 50 países de la comunidad internacional rechazan las elecciones en Venezuela por fraudulentas. En lugar de correctivos, el conflicto político se ha profundizado con la más reciente elección parlamentaria del 6 de diciembre de 2020, cuando el chavismo recobró el control de la Asamblea Nacional. A pesar de múltiples críticas por organizar unas elecciones sin garantías electorales claras ni observación internacional, el chavismo logró recuperar el control de la Asamblea Nacional.

Desde hace cuatro años, importantes instancias internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la Comisión de Verificación de los Hechos de la ONU y la Corte Penal Internacional han venido produciendo una serie de informes muy severos sobre las graves y continuadas violaciones de derechos humanos en Venezuela. Recientemente, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas renovó por dos años más el mandato de la Misión Internacional Independiente de la ONU para que continúe investigando las violaciones de derechos humanos en Venezuela. En el fondo de todos los informes producidos por tales instancias se encuentran las circunstancias que urgen que el vetusto gobierno, al igual que el viejo año, se vaya de una buena vez.

Hay varias razones por las que algunos sectores de la sociedad venezolana y de la comunidad internacional consideran que el gobierno de Nicolás Maduro debería dejar el poder e irse, como el viejo año. Algunas de estas razones son: este rancio gobierno ha sido acusado de cometer crímenes de lesa humanidad, como ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias y torturas, según un informe de la ONU; por si fuera poco, ha perdido la legitimidad democrática, al celebrar elecciones cuestionadas por la oposición y por varios países; también ha provocado una grave crisis económica y social, que ha generado hiperinflación, escasez de alimentos y medicinas, y el éxodo de millones de venezolanos; de igual modo, ha aislado a Venezuela del resto del mundo, al enfrentarse a las sanciones internacionales y al rechazar la ayuda humanitaria.

Estas son algunas de las razones que explican por qué se tendría que ir el viejo gobierno de Venezuela, según algunos analistas y actores políticos. Sin embargo, el gobierno de Maduro se mantiene en el poder con el apoyo de las fuerzas armadas, de sus aliados internacionales y de una mínima parte de la población que lo respalda. Como sabemos, actualmente hay un proceso de diálogo entre el gobierno y la oposición, auspiciado por México y Noruega, que busca alcanzar un acuerdo integral que permita resolver la crisis y garantizar la paz y la estabilidad en el país. Esperemos que este proceso sea exitoso y beneficioso para el pueblo. Mientras, Venezuela está entre el viejo gobierno que no se va y el nuevo año que no llega, siendo muchas las expectativas que tiene el pueblo venezolano, que espera un cambio que le traiga esperanza y progreso durante su transcurrir.

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