Confieso que en ningún momento dudé de cuál sería el resultado de las elecciones presidenciales venezolanas. Todo lo más, pude dudar de cuál sería el tamaño de la victoria de la oposición. Pero estaba seguro de que Maduro se proclamaría vencedor. Era evidente que pensaba no admitir su derrota porque él y los suyos no tienen vida fuera del poder. Su única razón de ser es mantenerse en la poltrona para disfrutar de las prebendas que conlleva. No para conseguir hacer algo beneficioso para sus compatriotas. Por ello todo se justifica con tal de que el resultado sea que Maduro continúe en Miraflores y él vaya repartiendo prebendas desde allí.
Hay algo que no se puede negar a Maduro. No ha engañado a nadie en su afán de acaparar todo el poder y mantenerse en él a cualquier precio.
Y casi el cien por ciento de lo que he dicho aquí en las líneas anteriores se puede aplicar al Gobierno de Pedro Sánchez. Lo que hemos visto en Venezuela en las últimas 48 horas es un anticipo de lo que podemos ver en el futuro en España. Sánchez ya ha demostrado sobradamente que está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de retener el mando. Ha pactado con terroristas y golpistas, ha cedido la Ley de Amnistía, ha ido ocupando todas las instancias del poder con un único objetivo: seguir él sentado en la Moncloa, como lo hacen los dictadores más despóticos, cuyo único objetivo es su beneficio personal. Jamás el de su nación. Sánchez no tiene un proyecto ideológico propio. Ha dicho una cosa y la contraria en el último sexenio. Hará lo que sea con tal de mantenerse en el despacho presidencial.
Es muy revelador que varios países con gobernantes de izquierda como Brasil o Chile hayan salido a cuestionar el resultado, pero la reacción del ministerio de Napoleonchu haya sido reclamar el respeto por la voluntad del pueblo y leer las actas. Es decir, nos están imponiendo que la voluntad del pueblo es la que ha proclamado Maduro con nula transparencia. No solo el ministro de Exteriores, el presidente del gobierno y presidente de la Internacional Socialista deberían haber salido desde el primer minuto a poner en cuestión la proclama de Maduro. Pero eso va contra los intereses de José Luis Rodríguez Zapatero, una suerte de embajador en misión especial para mantener el chavismo. Se entiende muy bien que Zapatero no haya denunciado nada porque está a sueldo del régimen chavista desde hace años y su único interés es retener su manutención que apuesto a que no es una cifra marginal.
No haya lugar a equívocos: en los últimos seis años con Pedro Sánchez en Moncloa, hemos visto un proceso de degradación de la democracia que nos lleva por la vía venezolana. Lo que hemos vivido en esta elección presidencial venezolana es una tragedia para esa república, pero también es un aviso para España. Seamos conscientes de a dónde nos llevan del ronzal. Zapatero, Sánchez, Monedero, están todos liderando la operación. Quien no quiera verlo es porque está a gusto con la operación.
Artículo publicado en el diario El Debate de España