OPINIÓN

Venezuela: entre la esperanza y el baño de sangre

por Arturo McFields Arturo McFields
Maduro

Foto EFE/ Miguel Gutiérrez

Mientras el tirano elige las herramientas para su atraco electoral, el único antídoto para salvar a Venezuela sigue siendo mantener viva la llama de la esperanza. 

La dictadura de Venezuela está contra las cuerdas. Ya no ofrecen casas, cocinas o dinero. Las zanahorias se agotaron. Ahora prometen baños de sangre, caos y muerte. Eso es lo que advirtieron si Maduro no resulta ganador en los comicios del 28 de julio.

Unas elecciones amañadas y sin final feliz. Maduro ya ha descartado la observación creíble. La OEA fue vetada y la Unión Europea fue proscrita. El infame Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla son los únicos veedores en los que el tirano confía ciegamente.

Maduro ha ofrecido un espectáculo patético. Desde copiar, sin éxito alguno, los spots publicitarios de María Corina Machado, hasta reclamar por la falta de seguidores en sus concentraciones. “Esto esta feo, muchas cámaras y poca gente” arengó el tirano en su visita a Táchira.

La dictadura tiene miedo. Foro Penal ha denunciado el arresto de 124 personas. Hoteles y restaurantes fueron clausurados por el delito de ofrecer comida o alojamiento a Edmundo González y María Corina Machado. Nada de esto ha detenido la ola de esperanza.

“Maduro sabe que ya fue derrotado”, afirma con valentía María Corina Machado. Es una derrota espiritual y moral, en las calles y en las plazas. Entre los casi 8 millones de venezolanos exiliados que no tendrán oportunidad segura de votar y los millones que se aferran a la patria malherida.

Maduro solo es bueno para el crimen y el narcotráfico. La Fiscalía de Nueva York ha señalado las tropelías y maniobras de Nicolás “el Gallo” Maduro, para escalar peldaños hasta convertirse en jefe de jefes del Cartel de los Soles. Unos 15 millones de dólares de recompensa pesan sobre la cabeza del tirano forajido.

Un puñado de países valientes. Costa Rica, República Dominicana, Panamá y Ecuador han pedido elecciones libres en Venezuela, mientras Uruguay ha sido una voz consistente y resonante en sus reclamos al tirano. No pueden robarse los votos una vez más.

La izquierda cómplice y el dictador criminal. El presidente de Brasil ha sido vacilante en su posición frente a Maduro. México ha sido un defensor vergonzoso. Colombia y Chile han cuestionado modestamente y las dictaduras de Cuba y Nicaragua apoyan sin chistar un nuevo fraude.

Maduro prefiere acuerdos de Qatar y menosprecia pacto de Barbados. Ha optado por dialogar directamente con “el imperio”, con Estados Unidos. No importa el acuerdo, el resultado es el mismo. Menos sanciones y mayor represión.

El chavismo está dispuesto a robar, cancelar o posponer los comicios. Jamás aceptarían la inminente derrota. Fuera del poder solo les espera la Corte Penal, por crímenes de lesa humanidad, o la captura inmediata, por narcotráfico y crimen organizado.

Elecciones al estilo Daniel Ortega. Maduro podría incluso apostar por unas elecciones al estilo Nicaragua. Arrestar a todo el liderazgo opositor, subastarlos o canjearlos por menos sanciones. Cambiar la narrativa. Ya nadie hablaría de elecciones sino de liberación de presos políticos.

Mientras el tirano elige las herramientas para su atraco electoral, el único antídoto para salvar a Venezuela sigue siendo mantener viva la llama de la esperanza. Luchar por un cambio democrático. Pelear la buena batalla. Como dice María Corina: la lucha es hasta el final.


El autor es periodista exiliado, exembajador de Nicaragua ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK).