La visita del presidente de la República Islámica de Irán tiene una gran importancia política, en vista de las declaraciones de este último (véase https://diariovea.com.ve/vision-estrategica-venezuela-e-iran-fijan-en-10-mil-millones-de-dolares-meta-de-intercambio-comercial/) donde expresa que entre ambos gobiernos existe una visión común de la realidad internacional y un enemigo común, lo que permite deducir que el conflicto existencial con el Estado de Israel, pasa a ser completamente compartido por el actual gobierno de Maduro, con todas las consecuencias que ello implica.
En vísperas del inicio de una campaña electoral en Estados Unidos que promete ser de gran violencia verbal y radical en los planteamientos políticos, uno no comprende la necesidad de sabotear por completo la agenda de conciliación y negociación del gobierno de Biden, con una visita que igualmente va a afectar a Cuba y Nicaragua, pues este tono de confrontación no ayuda a evitar nuevas y mayores sanciones económicas y de otro tipo por venir.
Ya es un hecho que la guerra de Ucrania apunta a un megapaquete de sanciones a Irán por su apoyo a la Federación Rusa y no es descartado que muchos otros países sean sancionados posteriormente por su apoyo a Putin, ayudando a triangular exportaciones de bienes y servicios, de los 50 países que han decidido sanciones contra la economía rusa.
Parece ser que los gobiernos latinoamericanos tienen una confianza absoluta en la victoria militar de Rusia y no temen a las represalias de los países occidentales, llegando a los extremos de los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, que abiertamente parecen competir por ver cómo ocupar el primer lugar de la trinchera de los enemigos de Estados Unidos e Israel.
En momentos en los cuales se presenta un conteo regresivo para la operatividad de la primera arma atómica de la República Islámica de Irán, de acuerdo con fuentes militares y políticas de Israel, con el respectivo anuncio de ir a una guerra total para evitar que esto ocurra, no se puede entender la necesidad de tomar estas decisiones en política exterior.
Demasiados lectores y mucho más el público en general ignoran por completo que existe una guerra no declarada o «proxy war», entre israelíes e iraníes que se manifiesta en asesinatos de científicos, empresarios y técnicos, dentro de la misma Irán y fuera de ella por el Servicio Secreto Israelí, así como contundentes ataques digitales, que producen devastadores daños económicos.
Véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_subsidiaria_irano-israel%C3%AD
Una situación es apoyar al pueblo palestino, que tiene el apoyo de muchos gobiernos y otra muy distinta, entrar de lleno en el conflicto directo entre Israel y Venezuela, dado los inmensos peligros que ello implica, dado que sin estar en estado de guerra, se presentan en forma cotidiana grandes carencias de los servicios públicos, por las razones que sean, unos dicen que las sanciones, otros que la corrupción y negligencia, lo cierto es que nuestro país no está en condiciones de recibir ciberataques que nos dejen sin electricidad, agua o servicios financieros por varios días o semanas, así como no se puede imaginar el pánico a nivel profesional y docente, si se generan atentados contra personal científico de Irán en nuestro país.
Entonces, tenemos 2 amenazas muy concretas, como son una lluvia de sanciones comerciales y financieras de los aliados de Ucrania y otra peor de una intervención concreta del Estado de Israel a través de sus servicios secretos.
Una revisión histórica de las acciones realizadas y conocidas públicamente por la CIA y el Mosad (servicio secreto israelí) expone claramente los límites políticos entre Estados Unidos e Israel, que está dirigido por el gobierno más duro en términos políticos de su historia, en una perspectiva histórica de una guerra de supervivencia en los conceptos más extremos posibles.
Recordemos que las leyes estadounidenses prohíben el asesinato de los presidentes extranjeros, desde que se hicieron públicos los numerosos intentos fallidos de asesinato contra Fidel Castro, lo que explica desde el punto de vista legal estadounidense el trasfondo político-jurídico del gobierno interino de Juan Guaidó en Venezuela, puesto que al no reconocer a Maduro, cualquier amenaza de la Administración Trump, cuando se refería a «todas las opciones están sobre la mesa», tenían margen legal en su mundo legal, por lo cual la disolución del mismo, por parte de la Asamblea Nacional de 2015, tiene por consecuencia garantizar la salvaguardia física de Nicolás Maduro de los servicios de inteligencia y militar estadounidenses.
Esta relación estratégica, como lo plantea el mismo presidente iraní, puede poner en peligro a todos los funcionarios públicos que tengan que trabajar en los programas de cooperación con la República Islámica de Irán, lo que es muy preocupante, dada la amplitud de todos los convenios de cooperación en campos tan diversos que van de la Cultura, Educación Universitario, Ciencia y Tecnología, Agricultura, Industria, Comercio Exterior, Seguridad, Industria Militar, entre otros.
No es lo mismo producir materiales de propaganda contra un grupo de países, que esperar represalias por parte de los países que están siendo objetivos de dichas acciones, actividades o políticas de Estado, que en el pasado llevaron a centenares de sanciones individuales y corporativa en exterior.
Hay quienes piensan que si el gobierno nacional logró sobrevivir al gobierno de Estados Unidos, no tiene nada más que temer por parte de los demás gobiernos occidentales, más aún si se considera el apoyo de numerosos gobiernos latinoamericanos, con el apoyo muy importante de Brasil, México y Colombia.
El cálculo político tiene muchas variables de extrema complejidad, pues sobran casos muy concretos, como el reciente caso de la invasión rusa a Ucrania, donde Vladimir Putin anunció el cambio de gobierno en Kiev en una semana o dos, lo cual no ocurrió y derivó en una guerra que en el momento de este escrito va para 16 meses y ha repercutido en toda Rusia en forma de pérdidas humanas y económicas, sin que se observe a corto plazo el final de dicho conflicto.
Es indudable el aporte económico de Irán a la economía venezolana, pues saltar de una relación comercial de 600 millones de dólares estadounidenses a una proyectada ampliación de 20.000 millones de dólares estadounidenses, entre 2 economías basadas en exportación de petróleo, pero que el caso de Irán está en capacidad de hacer grandes aportes industriales, tiene mucho sentido desde el punto de vista comercial, pero puede ser un suicidio político si se traslada la guerra desde el próximo Oriente a nuestra región.
Los dirigentes políticos venezolanos y cubanos y nicaragüenses también deben comprender que si estalla una guerra total con atentados a nivel global contra empresas y ciudadanos estadounidenses e israelíes, las reacciones de dichos países pueden ser contundentes contra los gobiernos que consideren cooperantes de Irán.
Es un riesgo tan elevado como el que se equivoque apoyando al bando perdedor en la guerra de Ucrania.
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