La precampaña electoral se convirtió en una etapa determinante para consolidar la derrota de Maduro y su salida indiscutible del poder.
Meses de evaluación numérica de las principales y más reconocidas firmas encuestadoras desnudaron a las fuerzas revolucionarias, que entraron en una crisis estructural que finalmente reconocieron sus más acérrimos e indoblegables líderes revolucionarios para asombro de las diferentes corrientes y tendencias oficialistas.
Pese a las actuaciones arbitrarias de quien creía controlaba todo, el avance de la unidad nacional rebasó cualquier control, cálculo o pronóstico de las instancias de poder, que hoy impotentes y estupefactos han tenido que multiplicar sus esfuerzos e inversiones para infructuosamente tratar de contener el fenómeno que hoy representa María Corina Machado, que a un ritmo inalcanzable e insuperable marca, domina y controla la agenda política en todos los estados del país, a menos de 3 semanas de las elecciones y ahora en pleno periodo de campaña oficial, cuando ya todo está definido, convirtió en un correcorre la agenda del candidato oficial que debilitado frente al país transformó su frenética estrategia en un guion nada atractivo y para muchos vergonzoso e inmoral que lo hace vulnerable, lo muestra molesto, susceptible y desacertado en cada mensaje que lanza a diario como oferta electoral, a través de los medios de comunicación controlados o en manos del Estado.
El derroche para desesperadamente movilizar personas de un estado a otro lo pone en evidencia y confirma lo que la gente analiza, siente y ve.
La realidad irreversible ha llevado a la maltrecha y desacreditada institucionalidad del Estado a un nivel de degradación absoluta. Funcionarios de todos los niveles convertidos en despojos, todos convertidos en borregos, que promueven y simbolizan los antivalores, conscientes o inconscientes en que degradan su condición humana en detrimento de los intereses de la nación y futuro de sus familias.
Caso contrario el esfuerzo que hace cada venezolano que clama un cambio, restituye el compromiso patrio, que con fe, sacrificio, valentía, coraje, deseo de retornar a la normalidad y amor por Venezuela, se consolida la posibilidad cierta de revertir el estado de precariedad y necesidad que construyó premeditadamente el modelo socialista, cuyos máximos representantes perdieron la perspectiva y la esencia del ejercicio de la función pública para convertirla en una gran empresa catalogada de fraudulenta, que surgió de la estafa en que se convirtió la era chavista que mutó a la madurista con mayor fuerza en sus fines insanos, totalitarios y militaristas que hicieron ricos de manera ilegal a unos pocos e igualó a la sociedad venezolana a los estándares de pobreza más críticos del mundo, al punto de que la esclavismo que fue abolido en el mundo retornó en pleno siglo XXI, con el atenuante de que esta barbaridad, en esta época inaceptable, se desarrolló y ejecutó en un lleno de riquezas y lo más inverosímil, que lo convirtieron en plataforma fuente de financiamiento de lo más oscuro en materia política, fundamentada en el castrocomunismo que lleva 25 años nutriéndose de los recursos de cada uno de los venezolanos victimas del control social y la crueldad de sus cuestionados gobernantes.
La unidad nacional construida en torno a la llave Edmundo González y María Corina Machado en medio de una campaña marcada por una gran austeridad junto a la fuerza ciudadana comprometida en cada eslabón del proceso electoral permitirán que nos regalemos la libertad y la construcción futura de un nuevo modelo de estado que restituya la democracia, la constitucionalidad y por ende la correcta y necesaria aplicación de la justicia.
Debemos estar preparados para cualquier escenario burdo e inesperado.
Tenemos un liderazgo que guiará a los venezolanos para hacer valer la voluntad popular
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