OPINIÓN

Venenos silentes cuyo antídoto será la sabiduría

por Alejandra Jiménez Pomárico Alejandra Jiménez Pomárico

Una sustancia puede resultar tóxica y afectar el equilibrio de la vida, dependiendo de las cantidades de la misma a las que se esté expuesto. Existen algunas que en bajas dosis y exposición prolongada resultan igualmente nocivas. Hoy medito sobre compañías venenosas, silentes conversaciones y momentos en los que resultas envuelto en sus pasiones, reacciones y malos hábitos. Instantes que repercuten vergonzosos o igualmente peligrosos, y como inocentes nos sometemos a ellos.

Hay una interesante frase que enaltece la sabiduría de un sabio, como mayor fortaleza que la que pueden otorgar diez gobernantes a una ciudad. Trato de analizar esto y pienso: los gobernantes proporcionan estabilidad, control, orden y justicia conforme a sus propias naturalezas humanas e inspiraciones profundas. Sin embargo, un solo individuo con decisiones sabias, aunque nada de lo anterior exista, será fuerte, evitará el peligro, refrena sus labios con prudencia y se sacude ante el mal. Se constituye en sí mismo una fortaleza más valiosa que la estabilidad funcional de una ciudad entera.

Todo esto parece taxativo o una respuesta natural de quién ya ha vivido algunas dificultades y aprendió de ellas. Pese a eso, no es así, la sabiduría se cultiva, se aprende por el ramalazo de las pruebas y la exposición ante el deber ser, por sobre el frenesí del querer o las pasiones desbordantes. Es una gracia que muy a pesar de nuestra opinión algunos la tienen más desarrollada que otros, lo cual no siempre se puede asociar al desarrollo cognitivo o nivel de educación. He visto juicios de gran sabiduría en personas con poca experiencia o ninguna instrucción, pero que aprendieron a amar la vida y pesar su propio corazón. También, me percaté de mentes brillantes con gran necedad en su verbo y accionar diario. Mejor aún, enterarse por lecturas que existen individuos cuya sabiduría es persuasiva y correctiva llenas de afecto; sujetos a los que se anhela escuchar, y cuyas palabras revolotean en las mentes buscando anidar. Estos últimos tenores de gran inspiración.

Lo que intento expresar hoy es que resulta de sabios evaluar con quién se comparte, a quien uno se expone constantemente para aprender sus modos o maneras de hacer o vivir. Puede que se constituyan venenos silentes, cuyo único antídoto sea la sabiduría. No se trata de ser excluyente porque la vida da muchas vueltas, sino de cultivar cierta exclusividad y procurar siempre crecer en entendimiento para que la prosecución agónica de los sucesos, sea solo en la justa medida que se requiere, y no como una pendiente negativa de necedad y pensamiento reduccionista.

Vivir requiere gracia, derroche de amor y una fuente inagotable de sabiduría que gestione un entorno conveniente más que perfecto. Esto tendrá la elasticidad del error entre corchetes como muros de contención, que resultan ser pilares en construcción de la fortaleza que simboliza la sabiduría. Probablemente hay quienes resulten dentro de los mismos y habrá otros tantos que terminen a las afueras solo mirando la fortificación.

@alelinssey20