OPINIÓN

Venciendo las frustraciones

por Arminda García Arminda García

Qué difícil resulta tratar de manejar las distintas emociones negativas que ocasionan las dificultades y las frustraciones al momento de afrontar  los inconvenientes rutinarios en el día a día, así como los sentimientos que experimentamos en referencia a los asuntos más  trascendentales, como hacer  realidad nuestras metas y propósitos.

Es muy frecuente vivir con sensaciones adversas que nos acompañan, nos afectan y desequilibran haciéndonos sentir poco capaces, disminuyendo nuestro amor propio y la motivación en nosotros,  evitando que podamos creer nuevamente que sí es posible lograr lo que deseamos. Por eso, es necesario combatir ese sentimiento de fracaso y los complejos que nos ocasionan las frustraciones.

Las personas nos podemos sentir frustradas, pero eso no quiere decir que debemos dejar de persistir. Así mismo,  se hace oportuno tratar de aprovechar favorablemente  esas percepciones, aprendiendo a gestionarlas para poder avanzar.  A pesar de que nos indiquen lo contrario, no debemos abandonar.

En primer lugar, es propicio aprender a ser más tolerantes ante las frustraciones, intentando así disminuir la presión que nos generan esos momentos en los cuales las cosas no se dan tal como lo hemos esperado. Por esta razón, nos debemos permitir un momento para detenernos a  analizar las circunstancias, tratando de obtener una respuesta creativa o algún desenlace favorable.

De esta manera, nos hacemos más fuertes y resistentes fortaleciendo en nosotros la competitividad y el espíritu necesario, para no buscar el camino fácil. En este punto, resulta oportuno preguntarnos  cuál fue la razón  por la cual no lo logramos, con el fin de hacerlo de una manera distinta o tomar un camino alterno.

Si el motivo fue causado por falta de tiempo o de preparación, entonces debemos demostrar un mayor esfuerzo y prepararnos para las exigencias en cuanto a las dificultades presentadas.  Con base en esto, ya tendremos un nivel de conciencia para volvernos a enfrentar a esa situación, con más  entusiasmo y solo nuestra constancia indicará si de verdad deseamos lograr esa meta.

Cuando entendemos cómo manejar las frustraciones para que no nos hagan sentir mal,  propiciamos que nuestro yo interior se vea forzado a aprender, a pensar de manera distinta, así como  a seguir esforzándonos hasta conseguir una solución, una nueva idea o propuesta. Esto, de alguna forma, funciona como un motor pues nos obliga a persistir,  lo cual nos lleva  a ser capaces de gestionar nuestros propósitos.

En suma, no podemos dejar  de establecer preventivamente formas de afrontar las adversidades que se pueden presentar, otras rutas para  adelantarse y acercarse al éxito. Del mismo modo, es importante nutrir nuestra autoestima reconociendo y valorando cada logro, pues la suma de todos los pasos que avancemos darán como resultado la meta final que nos hemos fijado.