Hay eventos en la historia que sorprenden por su paralelismo. En las recientes elecciones de los egresados al cogobierno de la UCV, la oposición ganó en 10 de 11 facultades y en 44 de 49 escuelas. En varias de las que perdió, fue por haberse presentado con más de una plancha. Una vez más, la casa que vence la sombra se impuso ante el salvajismo, aunque me dio dolor saber que la única Facultad que ganaron fue la de Educación. Justamente, en la que ha debido arrasar la oposición.
El 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, se enfrentaron la barbarie y la civilización: el general Millán Astray, escoltado por sus legionarios armados de metralletas, que lo seguían a todas partes y lo obedecían ciegamente, irrumpió en el recinto donde se celebraba el Día de la Raza:
“¡Cataluña y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! ¡El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí!”.
(Si hubiera estado en Venezuela hoy, Millán Astray hubiera dicho cosas como: “¡Exterminaremos a los opositores!… ¡les echaremos ácido muriático a los escuálidos!… ¡oligarcas temblad!… ¡en el país no hay lugar para una opinión distinta de la mía!”) Es la seguridad que da la ignorancia armada.
Unamuno, que había permanecido en silencio, tomando notas, le respondió: “La nuestra es sólo una guerra incivil… Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión… Se ha hablado también de catalanes y vascos, llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis…»
Alguien del público gritó: “¡Viva la muerte!”. Millán Astray, acomplejado fascista mutilado de guerra, repitió la frase y añadió: “¡Muera la inteligencia!”. Luego de un silencio que pareció eterno, y que causó aún más angustia en los presentes que las palabras, Unamuno respondió: «Acabo de oír el grito necrófilo de ‘¡Viva la muerte!’. Esto me suena lo mismo que ‘¡Muera la vida!’. Y yo, que he pasado toda la vida creando paradojas que provocaron el enojo de quienes no las comprendieron, he de deciros, con autoridad en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Puesto que fue proclamada en homenaje al último orador, entiendo que fue dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. ¡Y otra cosa! El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma.
«Desgraciadamente, hay hoy en día demasiados inválidos, y pronto habrá más, si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología de las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como dije, que carezca de esa superioridad de espíritu, suele sentirse aliviado viendo como aumenta el número de mutilados alrededor de él… El general Millán Astray quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada… ¡Éste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país».
A los representantes del chavismo en la UCV, les digo: “¡Venceréis, pero no convenceréis!”. Si Chávez hubiera estado vivo, ¿saben cómo hubiera llamado a sus pírricas victorias?… Como dijo Unamuno: “Les falta razón y derecho en la lucha”. Ustedes que no han hecho otra cosa que lanzar boomerangs a la sociedad libérrima, inteligente y plural… ¡ahora se dan cuenta de que los boomerangs se devuelven!
@cjaimesb