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Ven a mí, influencer 

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Pienso que estamos en el mejor de los tiempos. Gracias a la ciencia hemos salido en tiempo récord de una pandemia, aunque lamentablemente dio de baja a millones de personas. En el 2022 se publicaron millones de libros, salieron a flote nuevos escritores, poetas y dramaturgo. Tenemos la capacidad de saber cualquier noticia, a toda hora, en cualquier lugar, tan solo con el movimiento de un dedo, gracias a un dispositivo llamado teléfono inteligente.

Podemos surfear en Internet y descargar libros en digital. Podemos visitar el museo de Louvre desde la comodidad de nuestras camas. Podemos escuchar cualquier música y repetirla cuantas veces queramos, dejando atrás la odiosa tarea de devolver el casete con un bolígrafo o tener cuidar muy bien un CD. Dejamos atrás el papel carbón y el sonido de la máquina de escribir, ese sonido que para algunos era odioso y para otros hipnótico. Existen universidades digitales, donde una persona puede estudiar y graduarse en cualquier carrera, si tan solo tiene la disciplina de sentarse al frente de un computador y estudiar cómo se debe.

Si no queremos cocinar, podemos tomar el teléfono y elegir cualquier comida que nos apetece y, luego de algunos minutos, la tenemos en nuestras casas. Lavar nuestra ropa es cuestión de minutos. Si tenemos calor, tan solo con apretar un botón encendemos el aire acondicionado y de inmediato disfrutamos de aire fresco; pero si tenemos, frío encendemos la calefacción. Las neveras inteligentes nos aseguran que nuestros alimentos se mantengan frescos para su consumo. Tenemos todo en nuestras manos.

Ahora bien, así como digo que estamos en el mejor de los tiempos, puedo decir a su vez que estamos en el peor de los tiempos. Puede sonar un poco contradictorio lo que estoy escribiendo, pero en la vida casi todo lo es. En este orden de ideas, cuando hablamos de las bondades de las tecnologías, también me encuentro con ciertas inquietudes. Por ejemplo, a menudo me hago la pregunta acerca de: ¿Qué es un influencer? 

De acuerdo con la definición técnica, se puede decir que un influencer es una persona que destaca en una red social y expresa opiniones sobre varios temas, ejerciendo una gran influencia sobre muchas de los que lo conocen, es decir, sus seguidores. Algunos influencer se destacan por el humor en relación con la vida cotidiana, por hablar de problemas de parejas, etc. A tales fines, crean contenidos digitales, lo que les permite, dada la cantidad de seguidores, comenzar a monetizar sus contenidos por diferentes vías.

Así, se han descubierto nuevos talentos gracias a las redes sociales, nuevos actores y comediantes, que bastante falta le hacen a Venezuela. A simple vista, parece ardua la tarea de un influencer: grabar, editar, analizar, enseñar sus guiones, estar pendiente de los reguetones de moda, aguantar el calor de esas pelucas calurosas y de las ropas femeninas incómodas que se ponen para hacer sus videos. De verdad me parece arduo todo el aparataje.

Pero, gracias a esta nueva carrera profesional, que se está desarrollando en el presente siglo, algunas personas han podido mejorar sus vidas. Aunque el régimen del influencer conocido como Nicolás Maduro también se aprovecha de eso. Debemos tomar en cuenta que el hombre y la mujer de escasos hábitos intelectuales, cuya rutina consiste en la recepción de ideas, más que en elaborar ideas, no se dan cuenta de que están siendo objeto de una manipulación obscena.

Por eso me da un poco de vergüenza con el influencer, porque realmente él no sabe lo que está pasando y lo que vendrá después. Y es que hemos podido ver cómo Nicolás Maduro utiliza a las nuevas generaciones etiquetadas como influencer para dar una imagen de simpaticón, tratando de hacer llegar un mensaje con respecto a su régimen, presentándolo como un gobierno, que no lo es claramente, haciéndose pasar por un régimen jovial y pujante, y haciendo creer que es un hombre querido.

Pero todos sabemos que este régimen miente descaradamente, apegándose a uno de los tristes mandamientos de Lenin: “La mentira es un arma revolucionaria”. Y esta arma la empuña aquel que está al lado de un hombre, que es uno de los culpables de la decadencia de todo un país; y le da la mano y se hace fotos con él, incluso hace chistes malos, tratando de caerle bien. Tan solo pensando que va a ganar seguidores, mientras se pierde un país.

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