Una importante movilización de electores consiguió al fin reposicionar en la batalla pública al líder de la derecha española, Alberto Núñez Feijóo, mientras el PSOE salió con la cabeza gacha de la votación en Galicia este pasado fin de semana.
Un ciudadano de poca visibilidad política pero muy versado en los asuntos administrativos de su tierra por haber sido la mano derecha del actual presidente del PP en su gestión regional se alzó con la votación mayoritaria gallega, generando todo un nuevo escenario nacional que puede cambiar el rumbo político de España si los beneficiarios logran capitalizar el momento a su favor. Feijóo venía perdiendo altura dentro de la diatriba política que vive el país y presentando una cara tibia a los españoles, no por falta de empeño ni de talante político, sino por la avalancha crítica que ha desatado en su contra el arrogante presidente del Gobierno, quien no cesa de poner de relieve el contubernio del PP con la ultraderecha española, como que si el concubinato fraguado por él con Junts fuera algo de lo que sentirse orgulloso. Alfonso Rueda fue contundente y diáfano cuando dijo ante las cámaras en el acto de prensa posterior a la votación: “No nos gustan los chantajes y tampoco nos sometemos a ellos”. Este nuevo líder, hecho a la imagen y semejanza de Feijóo, fue el artífice de la quinta mayoría absoluta de los populares en su región.
España pasa momentos muy comprometidos desde que Pedro Sánchez, segundo beneficiario de las elecciones generales de 23 de julio, decidió hacerse de la Presidencia armando gobierno con el separatismo que le está volteando la gestión del país patas arriba y lesionando gravemente su aceptación popular. El hombre ha tenido que tragar grueso porque la condición que estos partidos han puesto sobre la mesa para que sus votos secunden las propuestas parlamentarias y las políticas del Partido Socialista, incluyendo el Presupuesto Nacional, es la aprobación de una Ley de Amnistía total e irrestricta para todos quienes participaron en los actos de violencia y subversión del 2017 en Cataluña. Carles Puigdemont ha sabido meterse en un bolsillo al político arrojado que es Sánchez y lo mantiene de rodillas. El expresidente catalán condenado y perseguido por la justicia no se mueve un milímetro de su obsesión por ser exculpado, él y todos los que alguna forma u otra se sumaron a los desórdenes separatistas de aquel momento. Se trata de un pacto perverso que estaba presente en el ánimo de muchos de los gallegos que se acercaron a votar.
Tal como lo señala el medio El Debate, el domingo se produjo en Galicia un trasvase de votos socialistas al partido nacionalista BNG, una manera de castigar sus ejecutorias dejando al Partido Socialista regional vuelto añicos con el peor resultado de su historia. Un trasvase similar debe estarse produciendo a escala nacional sin que una votación pueda recogerlo, pero el destrozo del socialismo está cantado. Los gallegos han sido los primeros en pasarle factura.