OPINIÓN

Vae victis

por José Luis Centeno José Luis Centeno

Foto: AFP

La frase latina recuerda que el poder verdadero radica en la participación ciudadana.
La frase “Vae victis”, originada en Roma el año 390 a.C., trasciende su contexto histórico para adquirir un significado político y social más complejo. Esta expresión latina envuelve una realidad recurrente en los conflictos humanos, donde el vencedor impone su voluntad y redefine los términos de la justicia y el poder a su favor. Excepcionalmente, el vencido logra revertir esta dinámica.
Vae victis” se traduce como “Ay de los vencidos”, y se ha utilizado para resaltar el desamparo del derrotado frente el vencedor, sobre todo en las negociaciones o conflictos entre ambos. Hechos recientes implican lo opuesto, situándonos en un plano político y social generador de una crisis difícil de resolver.
En el contexto venezolano, la situación actual refleja una manifestación palpable de esa dinámica contrapuesta, según la cual el vencido se ha impuesto, desafiando así la narrativa tradicional del vencedor que define los términos del poder. Es lo que se desprende de las actas resguardadas en el istmo panameño.
Lo anterior pone de manifiesto un conflicto que va más allá de las elecciones y toca las fibras esenciales de la democracia en Venezuela. Ergo, “Vae victis” adquiere un nuevo significado; ahora, en nuestro contexto, refleja no solo la impotencia del vencedor, sino también su determinación por recuperar su derecho legítimo al poder.
Este fenómeno no solo exacerba la crisis política, sino que también plantea interrogantes sobre la legitimidad del régimen extendido más allá del 10E y su capacidad para mantener el control sin un respaldo genuino del electorado ni la renovación del liderazgo. No en balde, dice que habrá nueve elecciones solo en el 2025.
Tantas elecciones apuntan o sugieren un contexto democrático, en el cual el principio de alternabilidad, de renovación de liderazgo, tendría que darse. De otro modo, vamos a tener, como en el imperio romano, aquellos senadores perpetuos que no le daban oportunidad a otros que querían participar en el desarrollo del país. En su mayoría, esos senadores tuvieron un final trágico.
Ello implica que personas distintas a las que están en el escenario político puedan intervenir. Un desafío insoslayable, hablando de legitimidad. ¿Cómo hablar de legitimidad, de fortalecimiento de la democracia con tantas y variadas elecciones, sino se deja participar ciudadanos que tienen buenos proyectos, buenas ideas, independientemente que sean compatibles o no con las del gobierno?
La forma de hacerlo es si prevalece la garantía de participación ciudadana en esos procesos electorales, pues hay mucha juventud y profesionales respetables que quieren participar, asumir responsabilidad frente al país. La garantía estaría en que ellos, por el simple hecho de postularse en una organización distinta, no se conviertan en un objetivo militar o de persecución política.
Esa garantía de participación genuina en los procesos electorales, aunque pudiera lucir fuera de lugar en nuestro contexto, pasaría a ser una rémora si tanto el vencedor como el vencido prescinden de la misma, independientemente de que se vean en la perspectiva de las actas o de los resultados oficiales anunciados el 29J.
Sin esta apertura, el riesgo es perpetuar un ciclo de exclusión que impida el desarrollo y avance de una sociedad venezolana más justa y participativa. En este sentido, “Vae victis” se transforma en un recordatorio de que el verdadero poder reside en la capacidad de todos los ciudadanos para participar y ser escuchados.
@jolcesal