OPINIÓN

Vacunas

por Raúl Fuentes Raúl Fuentes

Por lo general comienzo a pergeñar mis divagaciones a partir de algún acontecimiento digno de recordarse; sin embargo, hoy nos apartaremos del esquema habitual y las iniciaremos con una esperanzadora noticia procedente del Reino Unido: una vacuna contra el coronavirus desarrollada en la Universidad de Oxford fue ensayada exitosamente en más de un millar de personas. La información ha generado grandes expectativas respecto al fin de la pandemia. Y no es para menos: la ChAdOx1 nCoV-19 —así la llaman en los laboratorios— será testeada de inmediato entre 40.000 voluntarios en Gran Bretaña, Suráfrica, Estados Unidos y Brasil, paso previo a su producción masiva. Con esta, son tres las vacunas puestas a punto en la carrera contra el flagelo chino, y se sabe de un total de 23 sometidas a pruebas clínicas en todo el mundo y de otras 140 en diversas etapas de desarrollo.

Es un alivio saber de tanto esfuerzo orientado a detener el letal avance de la covid 19; objetivo al parecer sin eco en un país, el nuestro, donde la patria cuando no es pan, es circo, y la plaga es electorera. 107 partidos políticos y organizaciones ad hoc participaron en una auditoría de compromiso, de acuerdo con la croupier mayor del casino comicial e instructora de la universidad militar bolivariana, Indira Alfonzo —en 2018 Canadá sancionó a esta mujer por atentar contra la democracia y violar los derechos humanos de sus conciudadanos—, pues, la otra, la originada en Wuhan, ha sido tratada con olímpica y criminal displicencia, al extremo de colocar a la vicenico al frente de la comisión encargada de manejar la emergencia sanitaria y su misión, era previsible, ha sido un fiasco: el número de contagios aumenta exponencialmente, tal predijo la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Incapaz de hilvanar una convincente refutación a sus pronósticos, el Trucutú del mazo dando y a Hugo rogando acusó a los académicos de sembrar cizaña y les amenazó con prisión, poniendo en evidencia la sumisión de los tribunales a los caprichos ordinario y matón con la celestina anuencia del cacique de la tribu socialista de jueces (tsj) —magistrados venales y prevaricadores—, un rábula trapisondista, acusado de «recibir sobornos para influir en el resultado de casos criminales», por quien Washington ofrece 5 millones de dólares a cambio de pistas conducentes a su captura, mucho en apariencia y no tanto si se tiene en cuenta su abultado prontuario.

Mientras el moreno patalea —ha sido ya sancionado por 42 países con argumentos similares a los de Estados Unidos—, el maduro, incombustible y fiel a su rol de yo no fui, continúa buscando lo que no se le ha perdido, tildando de bioterroristas a connacionales de vuelta a la patria, no por añoranza, cual émulos de Pérez Bonalde — ¡Al hogar, al hogar, que ya palpita/por él mi corazón… ¡Mas, no, detente! / ¡Oh infinita aflicción, oh desgraciado/de mí, que en mi soñar hube olvidado/que ya no tengo hogar…!— sino como simples patas en el suelo, temerosos de contagiarse en tierra extraña y ajena con la plaga amarilla, y acusando temerariamente al presidente de Colombia, Iván Duque, de «abrir trochas para infectar a toda Venezuela».

Apartémonos de las variaciones sobre el tema de costumbre y pasemos a considerar dos eventos caros al populismo y al sociofascismo latinoamericanos, acaecidos con un año de diferencia, un 26 de julio, Día del Abuelo y de la Abuela, festejo gerontológico, relacionado, supongo, con Ana y Joaquín, padres de María y abuelos de Jesús, a quienes el santoral consagró sumariamente la fecha presente —el 26 de julio de 1527 Juan de Ampíes, Ampúes o Ampiés fundó la más antigua de nuestras ciudades occidentales, Santa Ana de Coro, así nominada en honor de la  progenitora de la madre virgen; hoy, desprovista de santidad, es la capital del estado Falcón—.  El primero de tales eventos ocurrió el sábado 26 de julio de 1952. A las 8:25 pm, víctima de un cáncer cervical, falleció Eva Perón. Argentina lloró a mares durante los 16 días de servicios fúnebres; ceremonial solemne y fastuoso, prolongado y muy plañido — Don’t cry for me Argentina/The truth is I never left you—  inspirador quizá de Los funerales de la Mamá Grande (Gabriel García Márquez), y presagio de la rocambolesca serie de secuestros y desapariciones del embalsamado cadáver de la primera dama peronista. Pero esta es otra historia. A nuestros fines, interesa más la idolatría y veneración cuasi religiosa generadas en torno a la «jefa espiritual de la nación argentina», porque anticipa el culto instaurado aquí con miras a la deificación de Chávez. Si el peronismo es un protochavismo, Hugo Rafael pudo haber sido un avatar de Santa Evita.

Exactamente un año después del deceso de Eva Duarte, el domingo 26 de julio de 1953, en Santiago de Cuba, un grupo de jóvenes militantes del Partido Ortodoxo de Eduardo Chibás (1907-1951), al mando del abogado Fidel Castro Ruz, asaltó el Cuartel Moncada con la pretensión de derrocar al dictador Fulgencio Batista. La intentona fracasa, pero a partir de entonces comienza a forjarse la leyenda, cimentada en la frase final de su alegato de autodefensa en el juicio incoado en su contra por la fallida insurgencia, La historia me absolverá, y en la entrevista concedida a Herbert Matthews, publicada en 1957 en The New York Times, de quien, 6 años después, entraría triunfalmente en La Habana para tiranizar al pueblo cubano hasta más allá de su desaparición física. Con Fidel comienza a germinar en Latinoamérica una suerte de romanticismo guerrillero, animado por teóricos del foquismo (Regis Debray), la primera y segunda declaraciones de La Habana y las apocalípticas e  incendiarias, arengas y proclamas del Robespierre antillano y el aventurero y maníaco homicida argentino Ernesto «Che» Guevara, derivado fatalmente al bandolerismo — secuestros, robos, narcotráfico—, entre otras cosas porque sus líderes, ideas y  disparatadas acciones se toparon con hombres como Rómulo Betancourt, inmunizados a tiempo contra el sarampión rojo.  Hoy se oficia en la isla del caimán barbudo el «Día de la Rebeldía Nacional» En Miraflores y Fuerte Tiuna se entonarán vivas y alabanzas a la sumisión y los muertos: ¡Fidel y Chávez viven, viva Cuba!

De los sucesos evocados se nutre en gran medida el modo de dominación chavista y nicofascista. Es pertinente recordarlos al ver cómo, escudada en una cuarentena en trance de extenderse hasta el año próximo, la usurpación avanza hacia una farsa electoral con la aquiescencia de una oposición ficticia y oportunista, a objeto de urdir la legitimación de instituciones irritas de origen y desconocidas internacionalmente desde el vamos. Y aunque la gente distingue entre fantasía y realidad —la oposición de embuste no tiene vida más allá del beneficio pecuniario obtenido en pago a su felonía—, no pareciera entender que la pasividad y la resignación no son opciones. El régimen vende la idea del mandado hecho, pero nuestro porvenir no depende de una elección parlamentaria nula de toda nulidad, ni de un confinamiento indefinido, sino —y en ello concuerdo con el podcast Análisis Político (UCABEl Nacional)—  de no rendirse ante la presunta fortaleza e imbatibilidad del régimen —ningún régimen es invencible—.  No hay, hasta ahora, vacuna contra el mal de Chávez. La oposición verdadera, si quiere cambiar el destino de la República, ha de desarrollarla y tomar conciencia de la imposibilidad de enfrentar a una dictadura con las formalidades y el fair play de una democracia.

«El árbol de la libertad —sostenía Thomas Jefferson— debe ser vigorizado de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos: es un fertilizante natural». La cita no es un exvoto a los dioses de la guerra, ni un llamado a un enfrentamiento cruento y asimétrico con los asaltantes del poder público. Trato, sí, de persuadir a la dirigencia de la oposición decente de la necesidad de convertir  en un boomerang la jornada electoral de resultados ya cantados por el vicepresidente sectorial de Soberanía Política, Seguridad y Paz, y ministro del poder popular para la Defensa, general en jefe Vladimir Padrino López —la tarjeta de presentación de este sujeto debe parecer un rollo de papel higiénico en miniatura—; suministrándole al régimen una dosis de su propia medicina y dejar al zarcillo en pelotas, como al rey desnudo, e invalidar las votaciones arguyendo forfeit.

«La peor desdicha —en opinión de Jorge Luis Borges— es que lo derrote a uno gente despreciable. Los peronistas a nosotros»; o, mutatis mutandi, los chavistas a los venezolanos. Aguardando arribe pronto la críptica ChAdOx1 nCoV-19, y sin saber si cuando esté disponible exigirán carnet de la patria al momento de ser vacunado, queda de ustedes, amigos lectores:

Raúl Fuentes