A más de un año de la llegada del covid-19 a Venezuela, es imposible encontrar algún venezolano que no haya sido tocado por esta enfermedad. A todos, de algún modo, nos ha alcanzado la pandemia ya sea porque la hemos vivido en primera persona, o porque hemos estado junto a un familiar o amigo que la ha padecido.
Lo que ha sido un problema para el mundo, en Venezuela se ha convertido en una tragedia al encontrarnos en medio de una de las mayores crisis humanitarias y en manos de un régimen, responsable de esta situación, que ha dado prioridad a su agenda política antes que a la lucha por la salud de los venezolanos.
Hoy Venezuela está en la cola de las estadísticas mundiales de vacunación mientras el régimen se empeña en falsear los datos sobre el alcance de la enfermedad, ha puesto trabas en la adquisición de vacunas a través del sistema Covax de la Organización Mundial de la Salud, ha entorpecido la acción de los organismos multilaterales y ONG en el país y ha pretendido desviar el reclamo por el ingreso de vacunas hacia el debate estéril sobre las sanciones. Quienes hoy someten a la sociedad venezolana, han evadido su responsabilidad en la aplicación de las dosis y son responsables del luto de muchas familias venezolanas.
“Una de las primeras cosas que le reprocho al régimen –nos dice Tibisay, líder comunitaria de San Antonio, en El Valle– es su capacidad para mentirnos en medio de esta amenaza. Todos los días recuerdo lo ocurrido al inicio de la crisis, nos daban falsas cifras sobre la enfermedad que hizo creer a mucha gente que la situación estaba controlada, hasta que comenzaron a morir algunos vecinos y el miedo se apoderó de la calle. Fue un aprendizaje doloroso que nos mostró que no se puede confiar en la dictadura, que nos ha llevado a organizarnos a nosotros, como comunidad, para hacer frente a esta situación”.
Estos esfuerzos que nacen de los liderazgos populares son importantes para atender a las víctimas de la enfermedad, pero la única solución real y definitiva a la pandemia es la vacunación masiva de la población, a través de una logística donde priven criterios profesionales y participen activamente la sociedad civil y las ONG especialistas en ayuda humanitaria.
Hay que sacar de la ecuación los criterios de políticos y universalizar la inmunización. Condicionar la aplicación de estas dosis a criterios de lealtad partidista, como lo son la afiliación al “sistema Patria” o el “carnet de la patria” es un modo de marginar a los ciudadanos por razones políticas, lo que constituye un crimen perpetrado por la revolución, en contra de la población venezolana.
El régimen no ha estado a la altura de esta amenaza, nos ha ocultado la información de la pandemia, ha empleado esta enfermedad para tratar de imponer un debate político que nada tiene que ver con las urgencias de los ciudadanos y ahora pretende usar el lento y desordenado proceso de vacunación, como plataforma para lograr lealtades antes de unas elecciones regionales.
Nosotros, desde Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive, seguiremos apoyando a nuestros vecinos y líderes en la asistencia y apoyo a las comunidades en su lucha frente a la pandemia, estaremos en la calle denunciando el abandono de los Centros de Diagnóstico Integral y mostraremos al mundo las condiciones de vida y trabajo de nuestros comprometidos trabajadores de la salud.
No estamos solos en esta lucha y sabemos la importancia que tiene el trabajo en red. Junto a otras organizaciones y ciudadanos, suscribimos la exigencia de un Plan Masivo de Vacunación sin que sea usado como una herramienta política ni de control y seguiremos en la calle luchando por la vida de los venezolanos y acompañando a las comunidades. Sabemos que el reto es grande, pero confiamos en nuestra sociedad civil organizada, una fuerza de vida, anclada en el compromiso de servicio al otro, capaz de vencer a la muerte que nos acecha detrás de esta pandemia.