El régimen de Nicolás Maduro utiliza la vacuna contra el coronavirus como un arma de control político.
De todo el país reportan que las 100.000 dosis adquiridas a la Federación Rusa están siendo distribuidas exclusivamente por los dirigentes del chavismo que aspiran a cargos de elección en los estados y municipios.
Son los llamados «protectores» los que entregan las vacunas rusas con preferencia a militares y sus «camaradas».
Se olvidan que notificaron 169.352 casos y 4.931 muertes adicionales en las últimas 24 horas, lo que representa un aumento relativo del 0,34% en los casos y un aumento relativo del 0,42% en las muertes, en comparación con el día anterior, así se leía el 21 de febrero, en la página web de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el reporte del incremento de casos de covid-19.
Sin embargo, estoy convencido de que esos datos no tienen relación con la verdad que ocurre en Venezuela.
Aquí, en nuestro país, las salas covid en los hospitales centinelas, en los llamados CDI, en los hospitales del Seguro Social y, hasta en las clínicas privadas, están colapsadas, pues los números de casos de coronavirus van en franco aumento y nadie sabe la ciencia cierta lo que sucede.
La política de dejadez y anarquía se concentra en todos los espacios de decisión en Venezuela.
La cuarentena y las semanas de radicalización son una pantomima que emplea la usurpación a su gusto y conveniencia, mientras cada vez más personas se dejan ver por las calles sin ningún tipo de protección y sin llevar adelante el más mínimo protocolo de prevención.
El covid-19 no es una enfermedad del pasado, como pareciera que muchos la empiezan a concebir, el coronavirus está vivo y rodando por doquier, mientras que en Miraflores siguen aprovechándose de este mal para hacer política.
El anuncio de la adquisición y distribución de la Sputnik V es otra demostración de la politización de la salud, pues Maduro se trae las vacunas de Siberia con el objeto de complacer a su amigo Putin, como un mensaje de enfrenamiento interno, así como contra las potencias de Occidente.
Maduro solo adquirió 100.000 vacunas, lo que no alcanza ni siquiera para vacunar a 1% de la población nacional, y los pocos que lograrán recibirla solo tendrán la primera dosis, pues no se ha hablado de la segunda, la cual es la que protege finalmente la integridad de los pacientes.
La usurpación no solo juega con la vida de los venezolanos, sino que se mofa de todos al anunciar unas vacunas que, me atrevo a decir, 60% se quedará para inmunizar a militares, a politicones del PSUV y sus camaradas complacientes y cómplices. Mientras que la sociedad venezolana seguirá a la buena de Dios.
Ya basta de tanta injusticia y de esta caótica realidad. Es hora de seguir adelante, es hora de avanzar y de unir a todos en aras de la preservación de la salud de los venezolanos.
No obstante, esto solo se alcanzará en la medida que tengamos un gobierno fresco, dinámico y liberal que sí se ocupe de lo que tienen que ocuparse los gobiernos.
Empero, desde estas líneas hacemos un llamado responsable a todos los involucrados, para que se logre el acuerdo Covax, que permitiría a Venezuela la adquisición de vacunas de toda índole para la preservación de la salud de los venezolanos.
Cuando de la vida se trata, no podemos aceptar discriminación de ningún tipo.
Vacunemos, con las vacunas que en verdad sirven, a todos los que se puedan, que esto es lo que la sociedad venezolana exige y necesita.
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