Son desestabilizadoras y potentes las inseguridades que han surgido en la economía global como consecuencia de la guerra frontal que el gobierno de Estados Unidos ha decidido librar en contra del gigante de la tecnología Huawei. Ello es apenas una muestra de hasta dónde la gran potencia del norte es capaz de llegar para mantener su primacía en el comercio, en la tecnología y en tratar de poner el orden, a escala internacional,y a su manera, en los desacatos a las normas que se orquestan desde la capital de China. Ya las empresas norteamericanas están bien prevenidas de las sanciones en las que podrían incurrir en sus negocios con clientes chinos y ello comenzará a inhibirlas y a causar desacomodos en sus contrataciones con Asia.
Quien esté pensando que en Pekín se sentarán a lamentar su situación frente a la agresividad norteamericana se equivocan: aceitarán su relación con Europa.
Europa al final podría terminar siendo la gran beneficiada de la batalla olímpica que libra Donald Trump con el gigante Huawei. Se sabe que para esta hora ya comenzó a establecer centros de investigación en diferentes países del planeta y el gran beneficiado de este significativo avasallamiento pudiera ser el viejo continente europeo, ávido como está de escalar escaños en el tema de las telecomunicaciones y de las tecnologías digitales. De hecho, un artículo aparecido en el medio chino China Daily aseguraba que existen en 14 países de Europa 23 centros de investigación y desarrollo instalados recientemente por la transnacional Huawei.
La pelea con los europeos se anuncia interesante, por decir lo menos. En los pasados meses, cuando ya se avizoraban las medidas americanas de incremento de aranceles a los chinos y el bloqueo a la empresa, los pasos dados por los países de la Unión han sido los del fortalecer el entramado de cooperación con China, y dentro del cual el tecnológico resulta ser uno de los temas resaltantes. Se han iniciado tratativas principalmente en las áreas de educación y salud.
Solo hay que observar con atención los recientes acuerdos con Italia, dentro del marco de la Nueva Ruta de la Seda, para descubrir el trato preeminente que le da la bota italiana a los temas cooperación tecnológica y a las nuevas disciplinas digitales aplicadas a la producción, transporte y logística. Así pues, mientras Washington pone barreras a Pekín, desde Bruselas se estudian las nuevas formas de interacción con China. Francia es líder en estas iniciativas de cooperación. Y países como Inglaterra – a punto de abandonar a la Unión– comienzan a tejer todo un esquema de cooperación que le pudiera permitir ponerse a la cabeza de Europa entera gracias a la absorción e inversión en tecnologías chinas. Hay que llamar la atención sobre el hecho de que los británicos acaban de darle luz verde a Huawei para construir su red 5G. Y Alemania, por su lado, no ha descartado que la transnacional participe en la instalación de la nueva red en su territorio. El resto de los países considerarán la opción porque ella viene asociada a importantes ventajas de carácter financiero del lado chino. Para finales de marzo ya la empresa había firmado 40 contratos referidos a su proyecto insignia en países de la vieja Europa.
Así pues, el empeño de Washington en conseguir el aislamiento de Huawei va a tocar a un sinnúmero de empresas –y evidentemente de gobiernos– en el ambiente europeo. Ello pudiera traer como corolario el afianzamiento del polo de cooperación Europa- China que se viene gestando particularmente en el terreno de las nuevas tecnologías y afianza las tesis europeas que adversan a Estados Unidos en el terreno del respeto a la libertad comercial.