Las definiciones esperadas no concluirán ningún capítulo en la política venezolana. Lo abstracto surge en casi todas las propuestas existentes por parte de decenas de aspirantes a la presidencia de la República. El eje central para salir de la crisis continúa siendo la unidad de los venezolanos y la dirigencia política visible, junto a los equipos que les acompañan son antagónicos a este claro concepto.
El comportamiento erróneo y la lluvia tormentosa de informaciones y posiciones sorprende todos los días a quienes esperan por una salida del régimen.
Los medios de comunicación, de difusión e información precisa y veraz, anhelada por los venezolanos en el país y el exterior tratan de visibilizar a los aspirantes y sus propuestas y de allí surgen más dudas e incógnitas de las que ya existían sobre el futuro de la nación.
Si bien cada candidatura o propuesta al país persiguen el cambio de modelo, muchas transitan el camino de lo inverosímil. La falta de contenido y fundamentos está a la orden del día. Algunas transgreden la racionalidad y conminan al expectante ciudadano a cobijarse en la inacción y a promover el pesimismo.
Están planteadas unas primarias que se rigen por un cronograma que genera una especie de suspenso diario sobre su ejecución, de la cual no dudo y espero los mejores resultados. Pero hablándole claro a los venezolanos, ellas solucionarán parte de esa dispersión de pensamiento y acción. Luego de ese resultado importante para el país que busca un rumbo, vendrán otros capítulos verdaderamente cumbres de esta novela de horror llamada decálogo del socialismo del siglo XXI.
He leído y escuchado con atención a muchos aspirantes y cada uno en alguna parte de sus planteamientos tiene algo interesante por más cuestionado, desconocido o folklórico que sea.
De allí viene el interés de que quien despunte en las preferencias tome esos planteamientos como necesarios para el plan de reconstrucción de Venezuela. La humildad y el reconocimiento de muchos actores deseosos del cambio y que le hablan al país es una señal positiva y de verdadera integración. Muchos de aquellos que no se ven en las encuestas tienen un valor y más en estos tiempos de mengua. Nos preguntamos por qué no se han generado reuniones entre las decenas de aspirantes para intercambiar visiones, debatir y concretar ideas para alcanzar el interés supremo que es la abolición del sistema imperante. Solo vemos una trama de conspiración y divisionismo entre todos. Evidentemente esta realidad no es un buen mensaje para los oprimidos y desesperanzados hermanos venezolanos.
Sabemos que estos procesos electorales internos y formales planteados son una competencia que persigue una renovación del liderazgo para la conquista del poder, pero esto no eximen a los sectores políticos a lograr un mínimo entendimiento y relación política. No estamos en una pelea de gladiadores dentro de un coliseo. Como oposición real debemos manejar desde ya los futuros escenarios posprimarias, donde quedarán sectores políticos actuando al margen de la unidad lograda por un sector importante de la oposición venezolana.
La dirigencia de base y cuadros medios de sectores y partidos politicos en teoría de oposición, pero con claro y abierto compromiso con el régimen, están dando señales claras de deslinde y no se ha masificado esta deserción honorable y justificable porque ningún aspirante centrado y serio les ha enviado un mensaje directo y claro de apertura sincera e integración.
Se observa y se siente una clasificación y categorización de la voluntad del venezolano. Las pretensiones de las estructuras rígidas desmoralizan, desconciertan, desmotivan. La segregación y el sectarismo están presentes y son una práctica recurrente en el ejercicio de construcción de cualquier oferta político electoral.
Otros aspirantes que anunciaron su no participación en las primarias y que se muestran distantes a un acuerdo con la clase política dominante y cuestionada, que irradia desconfianza, son importantes para el diálogo y convergencia futura ante un proceso electoral formal que pudiera darse antes de lo previsto para 2024.
Un cúmulo de errores perfectamente corregibles están siendo desatendidos.
Quienes vean un solo escenario en el futuro próximo están errados. En un país anarquizado y violentado debe haber mucha rectitud y ponderación. La firmeza no puede confundirse con otro modelo que subyugue al venezolano.
Recordemos que para el cambio debe planificarse y concretarse un gran pacto de gobernabilidad y en la práctica, en estos escenarios propicios, no se está fomentando.
Venezuela es un país mal conducido y llevado al atraso. La tarea que tenemos por delante debe ejecutarse bien desde el principio. No tengamos miedo a innovar y a reconocer errores, no hacerlo nos hará vulnerables y fallidos en el objetivo de recuperar nuestra nación. De acuerdo con lo que aseguran muchos, estamos ante un proceso de emancipación del crimen y de varias naciones que saquean nuestras riquezas con la anuencia de los revolucionarios que vilmente prometieron la mayor felicidad posible e hicieron absolutamente todo lo contrario.
Dios y la Virgen nos acompañen en el redireccionamiento del comportamiento y la relación que debe existir entre quienes perseguimos el poder y quienes lo pueden otorgar, el pueblo venezolano.