“…la raíz de la responsabilidad ética, es el acto de ser personal; nace del amar, cuyas dimensiones son aceptar, la superior, y dar, la inferior, y está vinculada al conocer y a la libertad personal; se manifiesta primero en el ápice de la esencia del hombre, el hábito innato de la sindéresis, y después en sus laderas: la razón y la voluntad; y finalmente, en las acciones transitivas humanas y en las obras que estas posibilitan, las cuales están a expensas de ser aceptadas, por el ser divino”. Juan Fernando Sellés, Universidad de Navarra
El viernes pasado, iniciamos esta reflexión sobre la indispensable unidad, para lograr el objetivo que llamaremos en lo adelante de liberación nacional. Mostramos que juntos, como ciudadanos conscientes, habíamos vencido en confrontaciones electorales y evocamos aquellas de 2007 y luego la de 2015, que resultaron capitales si consideramos –a pesar de lo que hoy somos– la significación de vencer al comandante Chávez y su proyecto de reforma constitucional para transformar a Venezuela en un Estado socialista. Y la más reciente en 2015, que, permitió al mundo y a nosotros mismos evidenciar democráticamente nuestro rechazo a este monstruo pernicioso en que se ha convertido el proceso denominado socialismo del siglo XXI, en ejecución aún por parte del ideologismo, militarismo, castrismo, felones todos.
¿Sin esas victorias dónde estaríamos ahora? Pues sin duda que mucho peor y ello va así, a sabiendas de que un grupo de nuestros compatriotas aducirá que no ganamos nada y que estamos en situación de indefensión y degradación, lo cual no deja de ser parcialmente cierto; pero la realidad supone hechos y de ellos, interpretaciones y si se detienen y piensan, con alguna sobriedad de espíritu, se percatarán de lo que afirmo.
Lamentablemente no ha sido suficiente y en el camino nos desviamos al extremo de confundir al adversario y lo denominaré así, aunque cabría –como ellos hacen regularmente– denominar enemigos a los usurpadores, sistemáticos violadores de los derechos humanos. Pero a quién hacemos un llamado de concientización es a la nación que somos todos para que, sin más preámbulos, edifique una entidad política, social, institucional para acometer, como antes dijimos, la epopeya de la liberación nacional.
Un armazón para alojar orgánicamente a los distintos al madurismo militarismo, ideologizados castristas. Son entonces convocados los genuinos ciudadanos que reivindican nuestra soberanía y están dispuestos a dar pelea por ella. No es patriota quien depreda la patria sino quien la defiende.
Hacemos un llamado a toda la sociedad civil y demás expresiones o cuerpos intermedios para sumarse. Los partidos políticos siempre que entiendan que no serían los dueños sino otros miembros y posterguen sus naturales aspiraciones, hasta que podamos tener un escenario en el que actuemos como “primus inter pares”, sin menosprecio a los otros y con paciencia para persuadir y convencer, sobre quienes deben asumir la conducción del país.
Como nos indica en un buen trabajo, el comunicador Andrés Oppenheimer, basta de centrar en el pasado nuestro pensamiento, saltemos a la punta para innovando, creando, produciendo, superar el atraso y la pobreza a los que nos condujo el asalto de la vulgaridad y la cleptomanía de la revolución de todos los fracasos; auténtico legado de los que constituyeron y aún permanecen como clase dominante muy a pesar del desastroso desempeño que se han permitido y del enorme costo de oportunidad que el país pagó para concederles la conformidad de la demagogia populista y su cinismo insensato.
Los que otrora creyeron en la virtud del movimiento chavista y que luego han corregido su rumbo y se han agregado al espíritu crítico de las mayorías deben ser acotados. Muchos fueron embaucados en su buena fe por los que, profundamente deshonestos, mutaron para devenir en corruptos asquerosos y antisociales a plenitud.
Los líderes y la membresía de las iglesias y familias religiosas y de todo orden que son mujeres y hombres de formación humanística son invitados a participar. Es más, a jugar un rol dirigente por el bien de sus comunidades y feligresías. La empresa de liberar a Venezuela contempla un capítulo de redención ética y moral, de reconstrucción antropológica y cultural y en ella pueden aportar sus elevadas intenciones.
El sector educativo –licenciados, educadores, maestros– tiene que ser la punta de lanza de la reconquista del futuro y el ariete de la resistencia en este difícil momento. Sé que son los más sacrificados quizá, junto al sector salud que, a diario, ofrecen sus vidas, en el altar del más alto servicio y abnegación, probando con hechos y no meras palabras su amor al prójimo y su compromiso con la nación que somos, como antes se ha dicho, todos sin excepción.
Las universidades son necesarias para coadyuvar en la guía e inspiración de la sociedad y son portantes del saber y de la metodología científica que busque la verdad y encaren el desafío de llevar al país al siglo XXI, con afán de actualización y competencia en todos los ámbitos del saber humano.
Puedo seguir de manera enunciativa, convocando a otros segmentos de nuestra sociedad, pero espero que cada cual responda a esta clarinada pundonorosa. En efecto, solo si nos reunimos tendremos la fuerza, el temple, la confianza en nosotros mismos. Algunas de esas familias o segmentaciones fallaron hasta la fecha y por eso no las citaré. Esa grave falencia es una mezcla de elementos de diferentes orígenes y etiologías. Allí incluso se han mimetizado traidores y rufianes, pero deben saber que su concurso, el de todos, los erráticos de antes, es bienvenido ahora. Para salvar a Venezuela cualquier impulso, esfuerzo, acción será apreciado.
La unificación de la voluntad ciudadana es un acto de responsabilidad. He venido trabajando con el concepto por décadas y no soy el único, pero creo firmemente que en el compromiso con la alteridad, como elemento antropológico a favorecer, estimular e incorporar, obra un pilote sin el cual no solo nosotros los ciudadanos venezolanos, sino la ciudadanía universal corre el riesgo de sucumbir. Ni más ni menos.
Con esa afirmación en la base diré que la vía electoral debe asegurarse con condiciones genuinas de transparencia e imparcialidad y el primer objetivo a conquistar en el ajedrez venezolano es ese del que dependen muchas cosas e incluyo la participación eventual en elecciones de gobernadores y alcaldes. Esa es la primera diana de la que dependerán otros cometidos. Me apena y me avergüenza verlos atorados detrás del anuncio de elecciones que hace el régimen, huérfanos de claridad estratégica.
Empero lo anotado; y para ser coherente y congruente con criterios expuestos anteriormente, manifiesto que el objetivo estratégico no es otro que la salida de Maduro, sin la cual el país corre el riesgo de desintegración, disolución y morbilidad. En pocas palabras, repito como un ritornelo, “Si Maduro sigue, Venezuela muere”.
Para alcanzar la liberación nacional hay que lograr que salte el cepo desmañado e irresponsable del ideologismo trasnochado, inepto y mediocre, asociado al militarismo antipatriótico. Para eso es la plataforma nacional, unitaria y democrática o como les guste llamarla.
Para que quepan todos, incluso los más envidiosos y anhelosos, deben acordarse en torno a un consenso articulado en tres presupuestos. El primero ya fue mencionado, al referirnos a condiciones aceptables electoralmente. El segundo es sumar todos los esfuerzos para que se materialice el referéndum revocatorio en la fecha disponible que podría ser en mayo de éste año. Tercero, designar un coordinador de la plataforma venido y, por periodo de seis meses renovables por una vez, del establecimiento religioso. Si empezáramos con el S.J. Luis Ugalde sería excelente, por poner un ejemplo a guisa de paradigma, pero hay además otros capaces de brindarnos ese servicio. El rabino o el pastor para señalar otros.
Finalmente, si el llamado no tuviere la audiencia esperada, debemos no obstante continuar la búsqueda convencidos de la virtud de nuestra finalidad, la liberación nacional. ¡No nos rendiremos nunca!
@nchittylaroche