Unidad es mucho más que una palabra o concepto abstracto. Tampoco es obligación y menos, imposición o chantaje. Debe ser un verdadero compromiso, auténtico, coherente, sincero, sin el cual no tiene sentido. Cargos y popularidades no se discuten en tiranía, se intercambian en democracia. Es un derecho. En dictadura no hay derechos sino prohibiciones y persecuciones.
El chavismo tiene fracturas y quejas. La oposición visiones ideológicas y tradiciones que se discuten y defienden. Pero bajo un régimen esclavizante que reprime, acosa, encarcela, tortura y mata, esas discusiones deben esperar conquistar su propio campo de acción. Por eso, la unidad de trabajo con factores políticos y la sociedad civil deben concentrarse al máximo en la presión social, reclamar derechos sin tregua ni respiro, hacer la vida de cuadritos e inviable sostenibilidad; obligándolos a una solución que impida el colapso.
No es momento de empeñarse en defender posiciones propias, egoístas, es hora de la unión para luchar, tener fuerza y confiabilidad, sin pillos ni embusteros, cómplices o violadores de los derechos humanos, para recuperar, levantar el apoyo popular frente a una acracia que tiene característica de ser tan destructor que hasta se erosiona a sí mismo.
Argumentos a favor y en contra sobre la miseria o estupidez de concurrir al llamado tramposo y conveniente de unas elecciones sobran. Vociferamos no reconocer instituciones usurpadoras, declarándonos en rebeldía ciudadana de acuerdo con el artículo 350 de la Constitución de 1999. Existen cientos de presos y exiliados políticos; el mundo por fin respalda, Venezuela muere de mengua ¿y vamos a regionales? Contradicción e incoherencia.
Con dictadura no se negocia ni cohabita, se combate. Convivir, significa prolongar, dar la espalda, sacrificar al pueblo. Hay que tener catadura perversa para decirle a las familias en luto, sufrimiento, lágrimas de muertos, centenares de presos torturados, sometidos a la hediondez de las frías cárceles y al maltrato de sus esbirros, heridos y golpeados, exiliados, que ahora deben votar bajo control del organismo que falseó cifras y no tuvo empacho en inventar votantes ilusorios y electores multivotos. Inocente pensar que habrá elecciones vigiladas, justas y transparentes. Hipócrita visitar zonas populares, pueblos, ciudades, familias allanadas, humilladas, vejadas y atemorizadas, para solicitarles voten, mientras oficialistas ríen desguazando la Constitución que, convierte leyes en miserias castristas.
¿Será la MUD, o como ahora se denomine, capaz de legitimar ante un Poder Electoral ilegítimo? Los invitamos para que defiendan los derechos vulnerados y aparecen operadores e intelectuales criticándolo. ¡Vergüenza ciudadana! Afortunadamente, los politiqueros ya no tienen relevancia y sus partidos son irrelevantes. Lo que ahora cuenta son los ciudadanos.
El oficialismo sabiendo manipular resultados electorales, como lo han hecho reiteradamente, y que cada partido “opositor” interesado se excusará con: “más vale un triunfo pequeño como suma en desarrollo que el reto total de pelear por la libertad y democracia”.
Venezuela no goza de una oposición seria, establecida, se autodestruyó, malbarató oportunidades, prefiriendo ventajas distintas a las de la nación, perdieron la confianza ciudadana. Cuando la dictadura, cómplices y adversarios incoherentes terminen de desplomarse, el país estará destruido, arruinado y tocará al ciudadano en insubordinación democrática la colosal tarea de emprender la reconstrucción. Ese es el verdadero reto, de ahora, el que cuenta. Lo demás después, al regreso de la democracia.
Sectores insisten, con el pretexto: ¡no hay que ceder espacios!, ¡si vamos todos a votar la victoria está asegurada! ¿Creen que un despotismo arbitrario sin intención de salida va a entregar a quienes no forman parte de su juego? Hay que ser muy inocentes y bien pendejos para creerlo.
La agonía de sectores adversos, afectada por intereses y asfixia de su incongruencia, insisten que estamos en dictadura abrazada a bayonetas, y, aun así, consideran elecciones, con la tesis de “ocupar espacios”; que funciona en democracia, pero inservible en dictadura. Tratar con quien jamás ha estado dispuesto a enmendar conductas, usando y abusando de la democracia, con intención de ganar tiempo, es irresponsabilidad y ligereza boba; una bofetada a la dignidad, y deshonor al país que se desangra hambriento.
Inglaterra hizo intentos de negociar la paz con un psicópata criminal, como lo reclamaba y deseaba la mayoría política y parte del empresariado. Por el contrario, Winston Churchill, se opuso y ofreció sangre, sudor, lágrimas y esfuerzo hasta lograr la victoria contra la opresión. La historia le dio la razón y gracias a su empeño, visión de estadista, persistencia e incansable deseo de libertad, el mundo recuperó la paz.
@ArmandoMartini