En la coyuntura actual venezolana, el objetivo que está planteado y que nos mueve a todos es salir de la tragedia a la que nos han sometido quienes hoy detentan de facto el poder.
Estoy convencida de que un país cuando tiene una causa clara, que sabe qué es lo que quiere, cómo hacer para alcanzarla, puede conseguir que todos se sumen comprometidos con ese propósito, porque hay claridad de objetivos y marchan juntos a conquistar eso que se anhela, por lo que no hay fuerza que pueda vencerlo. Esto es lo que se denomina unidad de propósito. La meta clara y definida da cohesión y rumbo a quienes la persiguen.
La búsqueda de la unidad como estrategia política es el espacio donde convergen diferentes puntos de vista, pero que tienen una causa que los mueve, que los motiva a lograr una meta. Es una alianza que se construye bajo un pacto para alcanzar el beneficio colectivo.
En el caso venezolano, la unidad de propósito nos convoca en función de lo que aspiramos. El venezolano quiere un país que funcione, una democracia robusta que respete a los ciudadanos, a las leyes y que se someta al rigor de unas instituciones independientes y equilibradas; un país en el que los ciudadanos seamos protagonistas de nuestro destino; un país en el que el trabajo sea un medio para realizarnos como personas y como comunidad. Un país próspero y exitoso es lo que queremos, y eso no es posible mientras una autocracia ignorante y abusiva siga gobernando ilegítimamente en Venezuela. Nuestra causa común es rescatar para todos nosotros un país armonioso, trabajador, creativo e innovador. Es eso lo que queremos.
Para que esto sea posible es necesario la organización, participación, planificación y liderazgo para que rinda sus frutos; así como diseñar estrategias dirigidas a alcanzar lo que aspiramos, en las que seamos escuchados y sin evadir el debate, la discusión, la diversidad de ideas y de visiones. Es esto lo que permite que todos se sientan representados en las decisiones e incluidos en ese propósito colectivo. Luchando desordenados y dispersos no obtendremos los resultados esperados y nos seguirán propinando derrotas que mantendrán a los ciudadanos desesperanzados. De esa dimensión es nuestra responsabilidad y compromiso.
Así que este momento exige grandeza a los liderazgos para situarse por encima de los intereses subalternos que impiden rescatar a nuestro país de la miseria en que ha sido hundido. El tiempo y las experiencias adquiridas de victorias y derrotas en esta tenaz lucha por la libertad hasta hoy, debe traducirse en madurez, sensatez y sensibilidad frente a la situación que vive Venezuela. Sellemos nuestro compromiso para conquistar el objetivo supremo, con el fin de ser nuevamente ciudadanos de una nación con instituciones que nos protejan y nos garanticen nuestros derechos.
Esa es la unidad de propósito que debemos poner en marcha cuanto antes, y recordar que se nos avecina un proceso electoral que puede cambiar el curso de nuestra vida si así nos lo proponemos. Si lo que queremos es derrotar la autocracia, esta es la mejor oportunidad que tenemos para vencer la maldad y la corrupción mediante un mecanismo que no representa riesgo alguno para los ciudadanos y que además es la reafirmación de nuestras convicciones democráticas. Pero si cada persona quiere ser el candidato pensando solo en sí mismo y no en una causa superior, no estaremos haciendo ningún aporte, sino, por el contrario, estaremos convirtiéndonos en un obstáculo que con su impertinente empeño personal compromete el destino de todo un país.
Para esta acción, algunos por sus capacidades y por ser voceros naturales con liderazgo real, les corresponderá asumir los cargos de elección popular conforme a lo que decida el pueblo, mientras que otros, en función del mismo objetivo, tendrán la tarea de organizar y estimular a las comunidades para que ejerzan la herramienta única y poderosa que tenemos en estos momentos: el voto.
Algunos serviremos de facilitadores para explicarle a otros cuál es el propósito común que nos une, qué hacer para alcanzarlo y sumar voluntades, y así incorporarnos y asumir alguna tarea que contribuya al triunfo electoral. Quedarnos de “brazos cruzados” o pretender que todos tenemos que ser candidatos solo ayudará al régimen a seguir ocupando espacios y a debilitar y desplazar las fuerzas democráticas hacia un futuro incierto.
Votemos masivamente con la mayor unidad en estas elecciones regionales, la que debemos ver como un proceso de acumulación de fuerzas para sumar nuevas victorias en el futuro cercano.
El gran reto es construir entre todos la fuerza que necesitamos para acabar con la tragedia que destruye a nuestra patria.