Sobre la prestigiosa Universidad Católica Andrés Bello, @enlaucab, por cierto, en plena celebración de su 70⁰ aniversario, y la muy comentada visita, escribiré algunas cosas: 1. En su sede se llevó a cabo el llamado debate de los candidatos a primarias. 2. Uno de sus prominentes decanos, doctor Jesús María Casal, fungió de presidente de la Comisión Nacional de Primaria, quien junto a sus compañeros de misión cumplieron una magnífica gestión en favor de la democracia y de sus instituciones. Venezuela les debe, por tanto, consideración, respeto y reconocimiento. 3. La UCAB sirvió de centro de votación, quizá el más grande de todo el país en aras de un proceso limpio, transparente, muy bien organizado y en paridad de condiciones. 4. Miembros prominentes de esa comisión electoral, encargada como dije antes del proceso de selección de candidatos mediante elecciones primarias limpias, en un proceso autogestionado reconocido por todos los partidos políticos, organizaciones electorales y candidatos que intervinieron en el mismo, así como miembros de las juntas regionales que actuaron en similares condiciones, han sido citados por el Ministerio Público en evidente y amañado manejo del aparato de administración de Justicia del Estado. A quien esto escribe ya me hubiera gustado conocer, saber o haber estado asomado por una pequeña rendija para escuchar la clase de derecho que, seguramente habrán dado -por ejemplo- los doctores Jesús María Casal y Mildred Camero. El visitante es diputado a la asamblea nacional, hijo de nicolás maduro y encargado de asuntos religiosos del psuv (partido de gobierno). Fue una «visita institucional», así lo dio a conocer la propia Universidad Católica Andrés Bello a través de sus redes sociales. Yo dudo que haya sido inusitada la visita, y en la UCAB lo recibieron con respeto y cortesía, como debe ser. Como bien dice la periodista y escritora Milagros Socorro: «Cómo no agradecer, a quienes contienen el asco y la repulsión, en aras de defender instituciones fundamentales para el futuro democrático de #Venezuela No es tan difícil reconocer el sacrificio, respetar los esfuerzos, anteponer a la náusea propia el bien común». Algunos sectores e individualidades han denostado a la universidad y en particular a su rector, dizque por haber aceptado la comentada visita, haberse tomado fotografías, incluso, por haber sonreído, según ellos aprecian en las imágenes hechas públicas. Otros se han atrevido a más, han dicho que ha habido un arrodillamiento, un embarramiento de tantos años de prestigio y una sarta de insultos y de ofensas y si me apuran, de improperios que pretenden echar al trasto de la basura toda una trayectoria de prestigio, de admirable trabajo social y de meritoria carrera de una institución digna de ser emulada. Insisto, se respeta el derecho a opinar, pero no todas las opiniones son respetables. La mejor forma de pedir o exigir respeto es respetar. Es muy fácil mirar los toros desde la barrera, ser manager de tribuna u opinar desde fuera del claustro universitario. Sea capaz usted de imaginarse cualquier consecuencia, por mínima que fuera, si en la prestigiosa Universidad Católica Andrés Bello hubieran asumido una actitud descortés, irrespetuosa o sencillamente no hubieran atendido al sui generis visitante.
El propio rector aclaró que el diputado del PSUV Nicolás Maduro Guerra «fue recibido institucionalmente» esta semana en la casa de estudios, y se reforzó el llamado al diálogo. «Esta es una universidad plural, tienes que aprender a recibir a todo el mundo, a hablar con todo el mundo».
Han sido varios momentos los que ha vivido la UCAB, como el levantamiento de los estudiantes en 1957. También, la crisis de 1972, cuando la universidad entendió que el pluralismo «es un tema fundamental». Igualmente, la apertura de la investigación, con datos como los que proporciona Encovi.
Coincido a cabalidad con el rector de la Universidad Católica Andrés Bello, el sacerdote jesuita Arturo Peraza, cuando dice con firmeza y decisión que el trabajo de la universidad «es ser permanentemente crítica», y queda claro que a veces a quienes detentan el poder político o económico no les agrada que se les diga o recomiende que se puede hacer de otra manera.
Hoy «tenemos un déficit de democracia muy serio, un déficit de derechos humanos», recordó el rector, y razón no le falta.