En cuanto a los Sistemas Inteligentes de Transportes, conocidos comúnmente como ITS por sus siglas en inglés (Intelligent Transport Systems), valdría la pena cuestionarse ¿quiénes son los inteligentes?, ¿los sistemas o nosotros?
De inicio, parto de lo que nos indica la definición sobre los ITS a fin de hacer más entendible esto para todos los que nos leen. Para ello me baso en lo que al respecto establece la Dirección General de Tráfico (DGT) de España: “las tecnologías inteligentes aplicadas al transporte … permiten al día de hoy unas vías más seguras, eficientes y sostenibles. Esto es posible gracias a la gran cantidad de información sobre el estado de las carreteras, la situación del tráfico y tener controlados posibles eventualidades que estas tecnologías proveen, repercutiendo positivamente en los siguientes aspectos: eficiencia del transporte, seguridad vial y ciudadanos mejor informados. Pero estamos asistiendo a una revolución tecnológica sin precedentes, impulsada por la telefonía móvil 5G, que promete un fuerte impacto en la seguridad vial impulsando las tecnologías ITS más allá de lo imaginable”.
Ahora bien, debemos tener como premisa los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS-ONU), que fueron tratados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible, Hábitat III, realizada en Quito, Ecuador, en 2016. Se asumió el compromiso por parte de 167 países de la urbanización sostenible y la implementación de una Nueva Agenda Urbana. Los Estados, miembros de la Asamblea General, establecieron los objetivos de la Conferencia: “Asegurar la renovación de un compromiso político para el desarrollo urbano sostenible, evaluar los logros, combatir la pobreza y diagnosticar y abordar desafíos nuevos y emergentes”. De allí, se desprende el planteamiento del Desarrollo Orientado a la Movilidad Sustentable, DOMS, que permita impulsar las políticas de accesibilidad universal, peatonalización, espacio público, ciclismo urbano, transporte público eficaz y un uso racional del vehículo motorizado.
Sin embargo, lo que se ha hecho en algunas de nuestras ciudades latinoamericanas es copiar un patrón anglosajón, originado en San Francisco, California, como lo es el Desarrollo Orientado al Transporte, o DOT por sus siglas en inglés, que surge a finales de la década de los ochenta, del siglo pasado, y ha tenido un auge significativo en los últimos 15-20 años, con resultados distorsionados, sobre todo por lo que en materia de regulación y normatividad implica. Este principio sostiene, que el ser humano es el eje rector de la planeación, retoma conceptos del Nuevo Urbanismo y utiliza “design charrettes” como herramienta de participación ciudadana. En general, este concepto al día de hoy ha sufrido ciertos ajustes, colgándole el apelativo de sustentabilidad, para promover comunidades y ciudades compactas con alta densidad, diversidad de usuarios y actividades, alta conectividad peatonal y ciclista y, procurar la conectividad regional a través del transporte público para reducir la dependencia del automóvil.
Así surge, el DOMS, como un modelo urbano de planeación y diseño en torno a la movilidad sustentable de las personas, mucho más cercano a nuestras necesidades en las ciudades latinoamericanas. Impulsa la construcción de zonas urbanas compactas de alta densidad, mismas que permiten a las personas gozar de diversidad de usos, servicios y espacios públicos seguros y activos; favoreciendo la interacción social, además, de dar prioridad al transporte público sobre el uso irracional del vehículo automotor. Se considera como una estrategia integral para la movilidad local y regional, ya que satisface la mayor parte de las necesidades de sus habitantes. A nivel local, beneficia a peatones y ciclistas, y los conecta con el resto de la urbe mediante un transporte público de calidad, reduciendo la dependencia al automóvil. Es decir, construir ciudades humanas: ciudades seguras, competitivas y con alta calidad de vida.
Si hablamos de movilidad sustentable, esto implica invertir la prioridad de las políticas de movilidad a como se acostumbraba en la “vieja guardia”, en cuanto a la planeación y el diseño de la ciudad: 1. Accesibilidad universal, espacio público y uso peatonal prioritario. 2. Ciclismo urbano y otros modos de transporte no motorizado. 3. Transporte público de calidad. 4. Racionalización del transporte de carga. 5. Racionalización y reducción del uso del automóvil privado. A ello se le suman estrategias para el diseño de espacios públicos seguros y activos, usos de suelo mixtos, plantas bajas activas, gestión de estacionamientos, y participación y seguridad comunitaria.
Y hasta aquí, ¿dónde está la inteligencia? Convendría decir que primeramente deben resolverse los temas básicos y prioritarios, para que la gente pueda moverse de forma segura, confortable, accesible y asequible, y luego de resuelto eso, es cuando pudiéramos pensar en introducir la consabida inteligencia, aunque ello no es excluyente, pues en cada uno de estos atributos también pudiera pensarse en asociarlo a algún tipo de tecnología o dispositivo tecnológico, que facilite el cumplimiento del objetivo. Pero lo que, si es cierto, es que no es lo primero que debemos pensar al hacer ciudad, sino verlo como complemento de las acciones neurálgicas. En nuestras ciudades latinoamericanas, hay muchas necesidades por resolver que no se logra con la instalación de aparatos.
Existe una fórmula ganadora, que es la combinación o interrelación entre la Planeación Urbana y la Movilidad, a lo cual se acostumbra llamar “binomio perfecto”, y ello permite transformar de forma inteligente las ciudades y con ello pasar del dicho al hecho, con un modelo de ciudad que involucre atributos como: ciudad compacta, accesible, asequible, equitativa, resiliente, legible y vivible o humana.
Entre los componentes de una plataforma ITS robusta en una ciudad, que complementan el modelo antes mencionado, tenemos la administración de tránsito vehicular, el control de prioridad para vehículos de emergencia y seguridad, el manejo de flotas de transporte público, la comunicación vehículos a vehículo entre camines de carga, entre otros aspectos que se pueden abordar en la movilidad urbana e interurbana. En América Latina tenemos casos exitosos como el de Medellín-Colombia, Río de Janeiro-Brasil y Rosario-Argentina.
Nuevamente, la inteligencia va más allá de contar con tecnología de punta y contar con un súper centro de control maestro centralizado, sino que ello sea combinado con acciones inteligentes en el manejo de la infraestructura de servicios y que sea administrado, además, por personas capacitadas para tales tareas. La calle, como lugar donde se escenifica la vida pública, se debe calibrar, medir, rediseñar, ajustar, para que sea inteligente. El manejo de los datos es vital para ello.
Los datos se obtienen de fuentes heterogéneas como las redes de saneamiento, el control vehicular, las cámaras de seguridad, los sensores en las vías, las técnicas de telemetría y sistemas de posicionamiento global, además de los celulares, obteniéndose un volumen de información masivo que debe ser procesado e integrado a través de múltiples sistemas, organizaciones y cadenas de valor, para la optimización de operaciones y la toma de decisiones. Se considera que una Ciudad Inteligente reúne estas condiciones: a) Desarrollo basado en la sostenibilidad económica, social y medioambiental; b) Busca en todas sus medias aumentar la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos; c) Gestión óptima de los recursos naturales; d) Ciudadanos e instituciones comprometidas con este concepto de desarrollo; e) Infraestructuras e instituciones eco inteligentes e innovadoras; f) Conectividad.
Y de ello, el llamado Smart Mobility –movilidad inteligente-, busca desarrollar Sistemas de Transporte Inteligentes, flexibles y eficientes por medio del uso de TIC para la gestión de sistemas complejos de información y la coordinación con distintas áreas asociadas al transporte; al mismo tiempo que se optimiza el tránsito y proporciona información sobre los distintos modos de transporte (por ejemplo, con herramientas como el Mobility as a Service –MaaS) para que el usuario pueda realizar una toma de decisiones fundamentada con relación a su movilidad.
Todo en su justa medida: la ciudad es inteligente porque es regentada por personas inteligentes, capaces de administrar y gerenciar los bienes muebles e inmuebles que conforman el espacio público urbano, y que este se aprovecha de tal manera, que todos los habitantes de esa concentración poblacional pueden disfrutar y beneficiarse –en el buen sentido de la palabra- de él.
Espero haberles contribuido, mostrando un visión diferente de la inteligencia en la ciudad; ¡hasta la próxima entrega!
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