OPINIÓN

Una reforma tributaria innecesaria

por Alberto López Núñez Alberto López Núñez

La economía no es mi fuerte, soy un analfabeto en economía, pero obviamente pienso que el sentido común es la guía principal en cualquier área del conocimiento, de manera que en asuntos económicos me guío para aplicar los poquísimos conocimientos básicos que tengo de ellos con el sentido común. Ello haré para proponer una solución al grave problema fiscal del país. De antemano sé que será rechazada de plano por la ideología estatista y socialdemócrata predominante en la dirigencia colombiana, que no es la mayoría de la población.

Comencemos por reconocer algunos elementos fácticos importantes: el déficit fiscal del país es insostenible, hay que tratar de contenerlo de la mejor manera posible. También es verdad que, para mantener el rating de las calificadoras de riesgo del país, factor indispensable para el buen desempeño económico de la nación, es vital reducir ese déficit. Pero también es cierto que la crisis ocasionada por la pandemia impone un gasto ineludible, el cual resulta en un aumento importante de los egresos del Estado y por lo tanto en un necesario incremento del déficit. ¿Cómo resolver este problema?

Solamente hay dos vías a la vista, o se reducen los gastos del Estado o se aumentan sus ingresos, es decir, se aumentan los impuestos. Reducir los gastos se hace difícil por la rigidez de los mismos en el presupuesto del gobierno, aunque claro, un futuro hipotético gobierno que sí tenga como norte el interés del país optaría por eliminar los exageradísimos gastos que imponen el acuerdo de entrega del país a las FARC. “Un informe de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo), especializada en investigación de política económica y social, estima que el posconflicto podría llegar a costar entre 80 y 90 billones de pesos durante los próximos 10 años, lo que significa 1% del producto interno bruto” (https://verdadabierta.com/cuanto-dinero-requiere-el-acuerdo-de-paz-con-las-farc/ ).

Luego, la salida fácil y fue por la que se decidió el gobierno es aumentar los impuestos, lo cual se hará con la reforma tributaria, llamada eufemísticamente reforma social, que presentará próximamente el gobierno. Hay que reconocer que el sistema tributario colombiano es inequitativo, complejo e ineficiente. Cierto es también que lo que se sabe del proyecto deja ver que en términos generales va en ese camino, pero ese no es el problema.

El problema es que, como bien lo dijo Duque, “en pandemia no se puede hablar de reforma tributaria”, pero ante la realidad asfixiante de la crisis fiscal tuvo que ceder a presentar una reforma tributaria. Como siempre el paganini de esta reforma será la casi en extinción clase media. Hay pues que hacer algo creativo para solucionar este problema, sin que se comprometan los gastos sociales. Es decir, aumentar los ingresos sin aumentar los impuestos. ¿Tarea imposible?

Pues en realidad no, la teoría económica clásica nos enseña que el Estado tiene como función velar por la seguridad y propiedades de las personas, ejercer justicia y ejercer las relaciones exteriores. El Estado liberal “en lo económico, se caracteriza por el respeto irrestricto a la propiedad privada, el libre mercado, y una limitada intervención estatal. Este último aspecto es particularmente importante, pues el Estado liberal se inmiscuye lo menos posible en la vida económica del país, al contrario, su acción se limita, apenas, a la mediación en conflictos determinados entre particulares.” (https://www.significados.com/estado-liberal/ ).

Pero el predominio cada vez más creciente del socialismo ha hecho que el Estado colombiano no siga este sano principio, sino más bien que el Estado tenga cada vez más un rol asfixiante en la economía, no solo por el exceso de regulación e intervención (uno de los principales factores de la productividad es la tramitología estatal), sino porque el Estado está cometiendo el pecado de convertirse en empresario, violando el más recto sentido común de no inmiscuirse en el mercado.

De manera que hay una solución fácil y provechosa para resolver el dilema fiscal: vender las empresas públicas estatales. Un estudio para obtener la maestría en la Universidad de Medellín, estudió la mejor forma de obtener una valoración de Ecopetrol y para 2014 la estimó en 209 billones de pesos, habría que ajustarlos a la situación actual, pero es un buen indicador (https://repository.udem.edu.co/bitstream/handle/11407/1175/Valoraci%C3%B3n%20de%20la%20empresa%20Ecopetrol%20S.A%20para%20su%20compra.pdf?isAllowed=y&sequence=1 ).

Imagínese cuánto más se obtendría si el Estado sale de todas las empresas, habría para invertir toda la vida, sin acosar a los colombianos con más impuestos. Pero como las ideas liberales son calificadas de “extrema derecha” por las cúpulas políticas del país, estas soluciones efectivas y justas no se harán nunca mientras impere el régimen actual.