OPINIÓN
Una propuesta en la calle
- María Corina Machado hizo una propuesta para elegir la dirección del movimiento democrático opositor a través de una elección popular. Similares ideas han sido planteadas por otros dirigentes políticos anteriormente; sin embargo, por quien la hace y después de la debacle del 21 de noviembre pasado, ha tenido mayor impacto en la opinión pública.
- Ha habido una diversidad de respuestas positivas. Hay quienes dentro y fuera de los partidos han mostrado su acuerdo. Hay suficiente conciencia de que la dirección política de las fuerzas democráticas tiene que ser renovada. Carece de la representatividad que tuvo hace 6 años. Del mismo modo el gobierno interino está deshecho y el propio Guaidó parece andar sin rumbo fijo o, al menos, conocido. No es que haya alguien que esté bien y tenga la fuerza que aquellos perdieron. No. Hay desarreglo, desajuste, incertidumbre y temor.
- La propuesta deliberadamente está hecha para ser construida colectivamente. Si la proponente la hubiese llenado de detalles, habría habido el campo para que uno estuviera en desacuerdo con este punto y el otro con el de más allá, mientras que un tercero argumentaría que el orden era el equivocado, etc. Un planteamiento estratégico global ―elección popular de la dirección democrática― y su carácter, tiempos y condiciones a ser elaborados por esos mismos factores democráticos que concurrirían a la elección popular.
- Para que tal proceso tenga lugar es indispensable que un equipo reconocido por su compromiso democrático y su independencia política asuma la concepción y organización de esta exigente operación. Podría ser como la consulta popular del 16 de julio de 2017. Pero, como habría diferentes candidatos o listas se tendrían que garantizar las mayores salvaguardas para una competencia equitativa como las que no hace el CNE.
- Hay la pregunta sobre quiénes pueden participar. Aquí hay opiniones sobre si estos o aquellos pueden hacerlo. Sugiero abordar el tema de otro modo y ya hay iniciativas en la misma ruta: se trataría de ponerse de acuerdo previamente en objetivos precisos (la salida del régimen) y una estrategia compartida. Todo el que coincidiera podría participar sin restricción.
- Algunas de las objeciones que se han enunciado son serias y otras no. Entre las serias están el costo del proceso, de dónde saldrían las personas idóneas para conducir una consulta como esta y los riesgos de la represión del régimen. El comité a crearse debe resolver esas cuestiones y ganarse la confianza en el proceso de diseño de la elección.
- Otras objeciones obedecen más bien a los “odios estratégicos”. Se han visto casos insólitos como el de quienes han manifestado su acuerdo con proposiciones similares pero las objetan cuando provienen de María Corina. Alguno ha hecho un memorable ridículo en la materia. También algunos dicen que por allí se colarían financistas, testaferros y candidatos al servicio encubierto del régimen, lo cual sería un peligro si no se establecieran con claridad los objetivos y la estrategia.
- En varias de las cúpulas de los partidos de la oposición que feneció el 21 de noviembre y de los gremios y operadores de la opinión pública que las acompañaron, han acordado no prestarle atención al tema para ver si entre diciembre y los acontecimientos de Barinas, pasa por debajo de la mesa y se disuelve. Hasta ahora no lo logran, pero es el propósito, tan descaminado como suicida.
- Esta propuesta no tiene el camino despejado. Apenas inicia su andadura. Puede tener éxito si algunas fuerzas políticas, dirigentes de partidos o de la sociedad civil, y organizaciones populares, la toman en sus manos y la desarrollan. Puede fracasar si se la sabotea. Sin embargo, el asunto de la dirección estratégica de la oposición es un paso indispensable para el avance de las fuerzas democráticas y quien quiera avanzar debe contribuir a resolverlo.