El 17 del mes pasado se hizo público un documento del Pentágono de los Estados Unidos sobre una estrategia para la defensa del espacio ultraterrestre (Nueva Fuerza Espacial) concebida como una nueva política de ese país para mantener la superioridad militar y civil en ese campo bajo la premisa de que: “China y Rusia representan la amenaza estratégica más importante por cuanto desarrollaron, probaron y desplegaron sus capacidades militares en el espacio y su doctrina prevé utilizarlos en caso de conflicto”.
Aún cuando no se conocen los alcances ni los detalles, tal decisión la podemos considerar desde el punto de vista normativo multilateral y vis a vis los Estados concernidos, así como su evaluación a lo interno e internacional:
Aunque existe el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967 que prohíbe a los Estados partes la colocación de armas nucleares y otras armas de destrucción masiva en la órbita de la tierra, cualquier cuerpo celeste u otra estación en el espacio exterior, este es un acuerdo obsoleto debido a los avances tecnológicos que han sucedido desde esa época y es por ello que el tema de la prevención de una carrera armamentista en el espacio ultraterrestre devino en una preocupación importante para China y Rusia en el seno de la Conferencia de Desarme en Ginebra y en la Primera Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
La preocupación de ambos países que han venido desarrollando tecnologías outer space de manera separada, pero con un objetivo en común que es remontar la brecha que existe de manera desventajosa frente a los norteamericanos obtuvo un ligero avance en el año 2017 cuando se aprobó una resolución en la Asamblea General ONU a fin de establecer un grupo de expertos para lograr un acuerdo internacional en la materia el cual realizaría sus labores en Ginebra-Suiza durante 2018-2019. En este marco se debe mencionar que los Estados Unidos no han tenido mucha disposición a establecer negociaciones en un ámbito donde tienen supremacía absoluta y es por ello que en el órgano negociador ha sido constante su interés casi exclusivo en los temas de la prohibición de la producción de material fisible y en la regulación de misiles balísticos que si son objeto de preocupación en su esquema de seguridad actual
A nivel bilateral la cooperación de los Estados Unidos con Rusia en la materia se remonta desde hace dos décadas y aún continua con las labores conjuntas en el aspecto civil en la Estación Espacial Internacional (ISS). Con China cualquier tipo de relación en esta área está prohibida y además ellos tienen su propio desarrollo con los mismos propósitos.
Ahora bien, que alcance o consecuencias tendría la ejecución de esta decisión en el plano interno en Norteamérica?
Hay cuatro factores que en principio limitarían en mucho su puesta en marcha:
Primero: A escasos meses de las elecciones presidenciales y con un pronóstico de incertidumbre es muy poco probable incluir en la contienda electoral un elemento tan controversial en las actuales circunstancias. Pudiera ser un factor en contra de las aspiraciones de Donald Trump, quien cada día se empeña más en ser el centro de la atención y no precisamente por su tino en el manejo de asuntos delicados y sensibles para la opinión pública y especialmente la media norteamericana. En segundo lugar y también de orden político se encuentra la evidente discrepancia de Trump, no solo con diversos miembros de su gabinete sino aún más allá, con sus colaboradores cercanos, como quedó evidenciado en el affaire Bolton. Sería interesante conocer que opinión tiene la NASA sobre este asunto Decisiones como estas requieren del más alto consenso por las implicaciones de todo orden que aparejan. En tercer lugar, la pandemia, el Covid-19 es y va a ser el referente al destino de los fondos públicos. Cualquier desbalance presupuestario que se pueda percibir como contrario a la ejecución de las políticas en materia de salud pública afectaría negativamente la gestión de gobierno y the last but not the least, un proyecto como tal supone unos ajustes en la doctrina militar que probablemente solo sean posible con la continuidad de Trump,ya que definitivamente un endoso demócrata luce improbable. Proyectos como este siempre han tenido un sello republicano.
Por otra parte, un elemento es favor es la entrada en juego de la cuarta potencia aeroespacial: la empresa privada. Desde hace varios años lo que lucía como una excentricidad de algunos millonarios en hacer turismo espacial ahora ha devenido en proyectos de mayor envergadura como recientemente sucedió con el envío de dos astronautas a la Estación Espacial Internacional.
A nivel internacional: como se sabe, las relaciones de Estados Unidos con China han llegado a un punto que han sido calificadas de “Nueva Guerra Fría”, agravadas por la responsabilidad que pudiera tener el gobierno de Pekín en la propagación del covid-19. China juega solo en este asunto como lo mencioné anteriormente y ha realizado ensayos misilísticos con fines militares en el espacio ultraterrestre. Pudiera ser que en algún giro geopolítico en el futuro pudiera aliarse con Rusia a través de esquemas de cooperación e intercambio de información. No es descartable. Depende del despliegue y la magnitud que pudiera representar la estrategia norteamericana.
En cuanto a Rusia, a pesar de existir cooperación en el campo civil, en el plano de desarme y control de armamentos tanto bilateral como multilateralmente la situación es precaria. Aunado con las reticencias multilaterales de Trump no pareciera vislumbrarse avances a corto plazo en negociaciones del tratado Start. Rusia ha jugado posición adelantada con el desarrollo de los misiles intercontinentales Sarmat, que se supone pueden franquear cualquier sistema antimisiles existente, a pesar de que deben recordar los estragos que hizo en su economía al querer contrarrestar la famosa “Guerra de las Galaxias” de Ronald Reagan a la que incluso se le culpabiliza en parte de la caída de la Unión Soviética.
Los desarrollos que alteren el equilibrio en la seguridad y defensa de las naciones pueden tener graves consecuencias. Si los tratados sobre desarme no están acompañados de medidas de construcción de la confianza se vuelven solo tinta en papel y más en el tema de outer space donde se supone que quien domine el espacio ultraterrestre dominará el mundo como antaño ocurría con las potencias que dominaban los mares. En definitiva ensayos como el de romper con el esquema de la destrucción mutua asegurada y la disuasión de la guerra fría han hecho un mundo cada vez más inestable e impredecible. La arquitectura del desarme y el control de armamentos pudiera derrumbarse en un corto plazo en un planeta que tiene la capacidad de autodestruirse más de trescientas veces con el arsenal atómico existente. Si a eso le agregamos que vivimos en una comunidad internacional cada vez más distópica y de antivalores no nos lleva a vislumbrar un futuro promisorio en cuanto a la paz y seguridad internacionales.
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