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Una nueva estrella para la Bandera

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El 3 de agosto de 1806 fue izada por primera vez en Venezuela, por Francisco de Miranda, la bandera que había diseñado el Precursor para simbolizar la emancipación de la patria. El Congreso Constituyente de 1811 adoptó ese símbolo, con algunas modificaciones, como Pabellón Nacional. En los tiempos que siguieron, la bandera fue objeto de diversos cambios: en los colores, en el ancho de las franjas, en el número de estrellas, en la posición de estas, en la franja en la que serían colocadas. No obstante, generalmente se mantuvo el tricolor nacional de la versión original, con sus tres franjas: amarillo, azul y rojo, unidas, iguales y horizontales, en el orden expresado, de superior a inferior.

El 12 de mayo de 1817, cuando la sede del gobierno se había ubicado en Pampatar, a la enseña tricolor se le agregaron siete estrellas azules de cinco puntas, colocadas en la franja amarilla, para representar las siete provincias que suscribieron el Acta de Independencia. En ese mismo año, luego del traslado del gobierno a la ciudad de Angostura, Simón Bolívar, en su condición de jefe supremo de la República, capitán general de los Ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada, dispuso el 20 de noviembre que: “Habiéndose aumentado el número de las Provincias que componen la República de Venezuela, por la incorporación de la Guayana decretada el 15 de octubre último, he decretado y decreto: Artículo Único.- A las siete estrellas que lleva la Bandera Nacional de Venezuela se añadirá una, como emblema de la provincia de Guayana, de modo que el número de estrellas será en adelante de ocho”. No obstante, esa modificación no llegó a ser instrumentada.

Después de varios cambios en la bandera, debidos a la incorporación de Venezuela a la Gran Colombia y de haberse separado de esta, durante la guerra federal el general Ezequiel Zamora utilizaba como pabellón la misma bandera, pero en la franja amarilla le colocaba veinte estrellas en lugar de siete, para representar los Estados que en esa época conformaban la unión venezolana. No obstante, el emblema de Zamora no llegó a tener carácter oficial.

En julio de 1930 se ordena que, en las banderas militares y oficiales, mas no en las civiles, se incorpore el Escudo de Armas de la República en la franja amarilla, cerca del asta, que se había usado en algunos momentos anteriores, y que, en medio del azul, las siete estrellas se coloquen en arco de círculo con la convexidad hacia arriba. De este modo, nuestra bandera adquirió la forma que hemos conocido durante décadas, hasta que, por iniciativa del presidente Chávez, se modifican símbolos de la patria mediante la Ley de Bandera Nacional, de Escudo Nacional y de Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, del 9 de marzo de 2006, y, con respecto a la bandera, se incorpora una nueva estrella, la octava. Según expresó el presidente, la nueva estrella representa a la provincia de Guayana, para hacer cumplir la disposición del Libertador de noviembre de 1817, con lo cual se cambió la significación de las estrellas en el pabellón nacional: ya no simbolizan a las siete provincias que habían firmado el Acta de Independencia con un número fijo e inmutable, sino que podían agregarse nuevas estrellas, en este caso para homenajear la contribución de una provincia que, sin haber participado en aquel evento, había contribuido al proceso independentista en fecha posterior.

En efecto, hubo tres provincias de la Capitanía General de Venezuela que no suscribieron el Acta de Independencia por estar bajo el dominio realista: Maracaibo, Coro y Guayana, a las cuales se llamó las provincias disidentes. Coro, que dependía de la Provincia de Caracas o Venezuela, se separó de esta y pasó a unirse a la de Maracaibo. Esta última se mantuvo formando parte del Imperio Español y adquirió el rango de Capitanía General, hasta que el Ayuntamiento de Maracaibo declaró, el 18 de enero de 1821, su carácter de república independiente y dispuso su incorporación a la Gran Colombia. Con esta decisión, Maracaibo rompió el armisticio concertado entre Bolívar y Morillo, lo cual precipitó la batalla de Carabobo ese mismo año. En lo sucesivo esta antigua provincia se conservó fiel al Libertador, incluso cuando se manifestaron los movimientos para separar a Venezuela de la Gran Colombia.

Al aporte del estado Zulia, el núcleo principal de lo que había sido la Provincia de Maracaibo, a la lucha por consolidar la independencia, representado por la figura del general Rafael Urdaneta y por su apoyo a la Batalla Naval del lago de Maracaibo, la última que se libró por la emancipación del país, se ha agregado en beneficio de la nación venezolana la significación de su desarrollo tecnológico muy temprano, pues allí se instalaron los servicios de electricidad, el tranvía y la telefonía antes que en otras partes del territorio nacional; su contribución a la economía de Venezuela con la explotación del petróleo, la agricultura, la ganadería y la pesca; su contribución a la ciencia, con personalidades emblemáticas como Humberto Fernández Morán; a la cultura, (Udón Pérez, Rafael María Baralt, Jesús Enrique Lossada, entre otros); al deporte (Luis Aparicio, el único venezolano en el Hall de la Fama del beisbol de Estados Unidos), a la música; a la gastronomía, a las finanzas, al comercio. Todos esos elementos y muchos más hacen que sea de justicia que al Zulia se le dedique una estrella en la bandera nacional. Para ello, basta con que la Asamblea Nacional modifique una palabra de un artículo de la ley que rige la materia.

La bandera de las nueve estrellas debe ser el símbolo de la unidad nacional.

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