OPINIÓN

Una nación que clama

por Alejandra Jiménez Pomárico Alejandra Jiménez Pomárico

Días y horas de profunda emoción han embargado a Venezuela. Independientemente del bando o la ideología política, se ha podido apreciar la determinación y gallardía del gentilicio. Entre cantos, desvelos, llantos y ruegos se han gestado momentos de máxima expectativa. Para cuando tecleamos estas palabras aún no tenemos idea de cuál será el devenir en todo el proceso, sin embargo, mi intención es aupar el despertar espiritual que ha implicado en los últimos tiempos.

Iglesias y templos concurridos tanto como respuestas positivas a clamores, cadenas de oración y tiempos de búsqueda. Todo esto es como una llama que arde silente en los corazones de patriotas residentes y expatriados. Todos con un anhelo de ver una intervención sobrenatural del Padre manifiesta en territorio limítrofe al tricolor y las brillantes ocho estrellas. Resulta realmente conmovedor observar el llanto y la concentración de las mentes y los corazones mientras ruegan al regente de los cielos. Y ante lo cual, solo podía pensar en aquel versículo que invita a la quietud mientras se admira la soberanía de Dios.

Como es bien sabido, la voluntad de Dios dista de la complacencia de masas, mayorías o mentes perversas; casi siempre se asocia con procesos que permiten un mayor acercamiento a Él, independientemente si se está de acuerdo o no con los métodos. Su soberanía frustra las maquinaciones de los pueblos y transfiere los beneficios de gestores injustos a justos, procurando sus propósitos, los cuales sobrepasan el entendimiento humano.

En vista de tan elevada sensibilización espiritual y emocional me permito la osadía de recomendar guardar con profunda reverencia lo siguiente: “El principio de que la sabiduría es el temor a Dios”, Salmo 111:10, que cobrando vida en nuestra nación, se pueda expresar esa sabiduría que solo la confianza plena en el Padre permita responder con cordura y sapiencia, en lugar de ser arropados por tendencias viscerales que promuevan histeria o desolación. Es así como, independientemente de lo que pueda acontecer, prime la certeza de que por sobre todos siempre habrá Uno que es mayor.

@alelinssey20