Por Karina Ramírez
En la actualidad la tecnología electrónica, como es el Internet a nivel mundial, posibilita la enseñanza a distancia con interacción entre docentes y estudiantes, experimentado aceleradas y acertadas transformaciones en todos sus contextos; de allí que, lo ocurrido en algunos paradigmas da lugar al descubrimiento y búsqueda de nuevos modelos de aprendizaje que proporcionen respuestas a las modernas exigencias.
Si bien el mundo actual se maneja desde espacios presenciales, no se puede ignorar que la tecnología es una realidad que envuelve todos los ambientes laborales, académicos e incluso hogareños, entre otros. De allí que a raíz de la covid-19 desde el año 2020 las organizaciones tienen otras realidades tanto gerenciales como laborales; presentando obligatoriamente alternativas que en sus inicios eran más que un concepto con pocos escenarios.
Es evidente considerar que en el sector universitario los docentes en el contexto académico requieren conocer diversas herramientas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como estrategia vinculada con la actividad formativa e ir a la par con la dinámica innovadora, propia de la Sociedad de la Información, donde, además, se logre mejorar la motivación y participación de los estudiantes.
Actualmente las TIC han experimentado en las instituciones educativas la utilización de nuevas metodologías en el proceso académico; cuya incorporación ha generado reflexiones sobre la necesidad de producir materiales educativos y formación a los docentes, adaptando los procesos a las nuevas necesidades. La sociedad de la información y el conocimiento es un fenómeno que tiene impacto en los seres humanos desde hace poco más de tres décadas. Se caracteriza por la tecnología de la información, que permite su organización en redes que dan a las personas la posibilidad de acceder, compartir y procesar datos, incluso de manera remota y en tiempo real. Las tecnologías digitales nos permiten superar los límites del intelecto humano permitiendo una interacción constante entre la tecnología y la sociedad, caracterizadas por la globalización y la digitalización.
No obstante, aunque la tecnología está atrayendo a todos los ámbitos laborales, esta es una realidad donde muchos actores del nivel académico-laboral aún se encuentran estudiando cómo enfrentarla, siendo algunas de ellas las instituciones universitarias, quienes han tenido que reestructurar sus estrategias metodológicas de aprendizaje. En el mundo contemporáneo existe una gama amplia de recursos tecnológicos, los cuales se manejan perfectamente en los espacios académicos; sin embargo, en esta área producto de los acelerados cambios, se hace necesaria la utilización de las diversas herramientas que contribuyan a innovar en el proceso enseñanza-aprendizaje y que a la vez sea flexible y compatible con: el facilitador-participante, actividad laboral, tiempo y espacio.
Asimismo, es importante señalar que la educación a distancia requiere de cambios, pues estos son recintos privilegiados para investigar, innovar y desarrollar profesionales que deben estar capacitados para incorporarse a la sociedad a fin de contribuir con las mejoras del entorno socioeconómico, fortaleciendo el vínculo entre la universidad y sus actores académicos. Obviamente, esta necesidad no sólo requiere de una interconexión entre el conocimiento de los individuos, sino que es una prioridad cuyo fin primordial es estar al corriente de los avances en el saber.
En síntesis, ante un mundo de constantes cambios, la formación permanente del profesor universitario, inscrita en el nuevo paradigma del aprendizaje ha surgido como una respuesta estratégica de las instituciones de educación universitaria, y es, en esencia, un proceso de concientización en la que convergen las dimensiones disciplinar y personal, que están íntimamente integradas, como un todo indisoluble; así que la experiencia tecnológica, en algunas instituciones, se inicia a partir de la creación de un curso virtual que favorece la reflexión sobre los principios teóricos y prácticos de la instrucción y que, por tanto, genera nuevas necesidades de formación profesional; entonces de esa manera van surgiendo otros cursos que pueden resultar importantes, como es el caso de los profesores universitarios, donde la formación permanente es asumida por la universidad donde estos laboran y así los beneficios se pueden revertir hacia la propia institución, a la vez que se reducen las posibilidades de que dichos procesos concluyan en hechos aislados o poco significativos.
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