OPINIÓN

Una mirada a la globalización

por Albert Geovo Albert Geovo

Con la globalización puesta en marcha en el siglo XX hasta la actualidad del siglo XXI, que no es nada nueva en estos dos siglos, sino que se remonta a épocas antiguas, se derrumban los nacionalismos con toda intención por muy pequeña que pueda manifestarse en su contra.

Desde los nacionalismos más salomónicos hasta los kibutz más pequeños quedan como parte de la historia bíblica para el reflejo de lo que no debemos hacer como humanidad bajo ninguna expresión cultural o religiosa.

Resulta una verdadera pantomima por parte de las distintas manifestaciones culturales, filosóficas, religiosas y políticas, cualquier pretensión de idea o acción nacionalista en un mundo interdependiente como el que se abre a los sentidos de la actual humanidad.

No sólo es ridículo tal atraso en la escala de la evolución humana, sino que tal posición no soporta ningún examen, ninguna prueba de humanidad en el contexto de la civilidad y todo lo que implican estos valores.

No en vano, Chaplin y Cantinflas hicieron representaciones perfectas y convincentes del perfil, del arquetipo de los narcisistas dictadores de sus dominios y zonas de influencia que llevaron a la humanidad a genocidios.

Toda idea de modelo totalitarista, por muy pequeña que pueda aflorar en el contexto de la globalización en estos dos siglos y en los anteriores, está confinada al fracaso porque sencillamente no conecta con la razón, mucho menos con la naturaleza humana.

Durante siglos, desde el principio se ha velado ante los sentidos de toda la humanidad, la verdad más grande que existe, la cual es, que, todos somos interdependientes unos de otros; de aquí no sólo parten todos los problemas conocidos y no conocidos, sino que también son el principio de las soluciones a todas las interrogantes, e incertidumbres que existan en el mundo.

Sólo mentes perturbadas, como las de un Hitler persiguiendo judíos, se repiten en los prototipos de dictadores y tiranos en todos los tiempos; dicho modelo se reproduce en todos los pueblos como prueba de la poca o nula autonomía de dichas manifestaciones psicológicas.

Es la globalidad dentro del marco de los derechos humanos la que desplaza estos viejos rasgos esquemáticos de la psique; además de ser esta misma globalización la respuesta definitiva y efectiva ante todas las deficiencias del mundo, igualmente resulta la misma respuesta para la paz en la humanidad.

En ese sentido, los distintos bloques económicos internacionales son la prueba fáctica de las potencialidades efectistas y óptimas de las infinitas bondades de la globalización, si no fuera por estos escenarios por muy pequeños, medianos o grandes, la humanidad estuviera toda en crisis sistémica sin solución.

Ya que es la globalización, expresada en principios por todos los bloques económicos la respuesta a cualquier pretensión o hecho flagrante de genocidios y atentado por muy pequeño que sea contra las libertades, garantías de los derechos humanos.

De manera que, durante siglos la globalización se ha manifestado en las artes, los idiomas, la ciencia y la  tecnología, por ejemplo, en la sanidad, la religión, la paz, la justicia y en todos los ámbitos dentro de los derechos humanos y libertades que pudieran ser, de lo contrario no pudieran existir.

Sin embargo, en las diferentes épocas, existen distintos distractores que inciden en la psicología de las personas, para evitar el avance de las claras bondades de la globalización como medidas necesarias para la construcción del mundo interconectado en el que vivimos desde el principio de todas las épocas.

Dentro de los desafíos que se abren a la actual civilización está en aprovechar todas las condiciones existentes y perennes para que se institucionalice un mundo globalizado de cara a la paz, la libertad, el desarrollo económico, el mejor aprovechamiento de los recursos con el uso de la tecnología en beneficio de la humanidad, la protección de la infancia y de la mujer, la promoción de una educación de calidad, las artes, el deporte, el acceso a viviendas de calidad, junto al acceso a la salud pública con óptimos servicios básicos, incluido el transporte en beneficios de toda la humanidad, además de excelente alimentación y educación entre los múltiples derechos humanos de las naciones desarrolladas.

Todos estos objetivos permiten la armonía, el respeto, la paz y el desarrollo para una sana convivencia entre todos los pueblos que componen la humanidad, siendo la Unión Europea junto con las Naciones Unidas en este momento el cenáculo de estas soluciones definitivas.