En Venezuela, ser estudiante es un acto heroico más que un derecho consagrado en la Constitución. Ser estudiante no es un privilegio pues, es una bendición. Con nuestro linaje libertario y la estirpe de guerrero podemos hacerle frente al mismísimo Ares, a Gengis Kan y a los franceses al mando de Napoleón. Podemos refutarle a Aristóteles, a Sócrates y llevarle la contraria al propio Platón. Ser estudiante, de la academia o de la vida, eso ha llegado a ser un don. Desde aquella época, cuando la batalla de la Victoria definió una era, ahí estuvimos arriesgando nuestra vida por la libertad con mucho valor.
«La valentía más grande del ser humano es mantenerse de pie, aun cuando se esté cayendo a pedazos» y hemos demostrado la templanza de nuestra valentía en cada acción, ya que nos educamos con profesor que usaba antimotín y escopeta, el pizarrón se nublaba con el gas de sus bombas, el polvo consumía los pupitres porque el aula de clase era el asfalto de las calles; Venezuela era nuestra materia, su prelación era dictadura y ‘clase vista’ no aceptaba justificación. Sin embargo, en ‘represión’ no había cupo, en ‘heridas’ ya habíamos aprobado, en ‘tortura’ habíamos pasado eximidos y ‘prisión’ era sinónimo de receso. El sonido de los casquillos nos impulsó ya que la muerte ni nos asustó porque nos arrebataron tanto que hasta ese miedo se lo llevaron.
Aunque nuestro corazón estudiantil llevará perennemente un lazo de luto y de dolor, la ferviente adrenalina inundaba y estremecía nuestro cuerpo al escuchar que había otra sangrienta noticia en manos de las balas de la tiranía. Tristemente, Bassil y Robert tienen muchos ángeles acompañándolos en el Paraíso. La avasallante impotencia llegaba sin avisar. El momento era inconsolable. Aparecía nuevamente el amanecer; el asfalto seguía convocándonos y para allá nos dirigimos.
Demostramos que nuestro pecho es a prueba de bombas porque nuestros ideales, nuestra fe y nuestra esperanza son indestructibles. Así la dictadura haya condenado, con cada caído en su prontuario, a morir en vida a cada padre, a cada madre, a cada familia venezolana, llevando consigo el dolor inclemente que solo se consumará cuando hayan cumplido su objetivo en esta vida terrenal, nosotros con mucha pasión y devoción seguíamos diciéndole sí a nuestros deseos, diciéndole sí a nuestras metas, diciéndole sí a nuestros sueños, diciéndole sí a nuestro futuro, y estábamos convencidos de que volveremos a respirar aires de libertad en Venezuela, porque nosotros encontramos más coraje y valentía en cada represión, en cada golpe, en cada detención, en cada muerte que ha profesado este régimen.
Así el «Nerón de Miraflores» siguiera mandando a sus centinelas bolivarianos a quemar sin contemplación cada rincón de nuestro adorado país, pretendiera suplantar cada partícula de oxígeno en el ambiente por el gas de las bombas, diera la nefasta orden de teñir de sangre cada centímetro del asfalto en cada calle, se iba a seguir encontrando con una fuerza inamovible que son los jóvenes estudiantes de Venezuela, y que ellos mantendrán ardiendo con mucha intensidad la llama de su espíritu y la irreverencia de su alma; con mucha gallardía y sin importar el precio, arriesgarán lo que sea necesario para recobrar lo que por derecho les corresponde: la libertad.
La clase sigue continuando…
@JorgeFSambrano