OPINIÓN

Una ley perversa 

por Alberto López Núñez Alberto López Núñez

La educación es quizás el elemento fundamental del progreso de una nación. Sin un pueblo educado el país está condenado al fracaso. Y por educado no me refiero a los conocimientos solamente sino sobre todo a los valores. Todos los países desarrollados tienen como elemento común una población que valora la libertad, la democracia, la empresa privada y la valoración del esfuerzo, el trabajo y la meritocracia. Hasta China, el país del maoísmo, se pasó a un sistema de capitalismo para poderse desarrollar. Todos los países subdesarrollados tienen como elemento común sistemas de gobierno que prohíben o restringen los valores arriba mencionados, el socialismo es la plaga común de la mayoría de esos países.

El socialismo del siglo XXI busca la pauperización de los pueblos para mantenerlos dependiente del estado. para ello es indispensable que la población no sea educada en el sentido arriba expresado. La forma más fácil de obtener ese objetivo es el de socializar a la población en los anti valores de la dependencia de un estado de bienestar que se quiebra, de supuesto valores muy loables, pero no accesibles como el de la igualdad, cada persona es diferente, y tratar de igualar los solamente se hace a través de la nivelación por abajo así se traba el desarrollo debido a la falta de incentivos.

La mejor manera de obtener esto es a través de la educación: establecer un sistema que asegure la inculcación de los valores socialistas para así no permitir la valoración de la formación, la calidad y el esfuerzo, en una palabra la mediocridad. Este sistema se establece por medio de una ley de educación que asegure el predominio del estado sobre la educación. Ese es el objetivo del socialismo del siglo XXI: una educación igualitaria y mediocre que impida el fortalecimiento de los valores que conducen a una democracia liberal.

Siempre me da curiosidad la extraña propensión de los demócratas liberales en caer en la narrativa del socialismo del siglo XXI, se dejan ganar la guerra cultural, porque por corrección política no se oponen a sus objetivos de cooptación institucional. En esto cayeron con respecto al proyecto de ley de educación, los senadores de oposición que llegaron a un acuerdo con el socialismo del siglo XXI. Catorce senadores (mayoría) que pactaron una ley de educación que tiene como objetivo lograr el objetivo del socialismo del siglo XXI de mediocridad en la educación para tener, repito, una población pauperizada, dependiente del Estado.

Estos senadores cometieron un error de principio: la regla del sistema democrático es el de un gobierno que gobierna y una oposición que se opone a ese gobierno y por lo tanto trata de impedir que el gobierno cumpla sus objetivos. Una oposición colaboracionista con el gobierno deja de ser oposición y por lo tanto no cumple con el objetivo para el que el pueblo los eligió. Pero cometieron además un error estratégico: el consenso es posible en un régimen democrático en el que el gobierno busca el bienestar del pueblo, todos los días insisten en redes en el carácter autoritario de Petro, en su objetivo de establecer un régimen del socialismo del siglo XXI, y caen en el error de aprobarles sus leyes ,en este caso en particular, lo que se ha debido hacer es tumbarla en el senado, pues el consenso del que tanto se vanaglorian, se acabará en la cámara de representantes, en donde el socialismo del siglo XXI tiene mayoría, retrocederá en las normas que limitan al gobierno en su objetivo y aprobarán una ley en la medida del socialismo del siglo XXI. Pero supongamos que el consenso persiste y se aprueba el proyecto aprobado en el senado. Pues lamento decir que se aprobaría una ley perversa, pues por corrección política, estos senadores cayeron en el error de aprobar una ley que, aunque moderada con respecto al proyecto inicial, sigue inoculando antivalores que impiden el progreso del país. Basta leer a Hayeck (por ejemplo, en su obra magistral “La fatal Arrogancia. Los errores del socialismo”) para ver que esta ley cae en perpetuar esos valores: un igualitarismo erróneo, un estatismo perverso, una dependencia del individuo del estado, etcétera, que llevan a la mediocridad. Una ley de educación debe propender a la calidad de la educación, a la inculcación del individualismo, el liberalismo, el capitalismo, esta ley tiende a todo lo contrario. Veamos algunos ejemplos resaltantes.

  1. Art 4 Gratuidad. “Los habitantes del territorio colombiano gozarán del derecho fundamental a la educación”. Objetivo loable pero inaccesible, se debe garantizar la educación como derecho fundamental sólo hasta el nivel secundario, es imposible ( además de inconveniente) tratar de hacerlo para la universitaria, en primer lugar , porque no todos deben ir a la universidad ( la mayor parte se necesitan en otras áreas como técnicas y tecnológicas), pero además porque es imposible darle enseñanza gratuita ( de calidad) a todo habitante  del territorio, la búsqueda de este fin sólo logra demagogia y mediocridad en las universidades. Precisamente este es el objetivo del socialismo del siglo XXI, por eso quieren acabar con universidades de reconocimiento, como la Nacional, para convertirla en una universidad de garaje que sirva a los fines del autócrata, y en eso por corrección política caen los senadores de la oposición.
  2. Democracia. En la educación superior debe imperar es la meritocracia, no la democracia.  Cada institución debe determinar cómo se ejerce este sistema para la elección de sus autoridades. Es un mito que toda institución debe ser democrática, un rector no debe ser el más popular, sino el mejor, lo cual casi siempre está en contradicción.
  3. Artículo 11. Derechos de las personas… relacionadas con el derecho fundamental de la educación. Se repite lo del gobierno democrático de las instituciones. Esto es un exabrupto a cualquier nivel, ¿los estudiantes de un colegio entonces van a decidir democráticamente las normas de ese colegio? Eso es lo que pretende el socialismo del siglo XXI con su “poder constituyente” es el sesentayochismo en acción, eso no deja, repito sino mediocridad, todo lo contrario, a lo que la educación debe buscar.
  4. En ese mismo artículo se declara como derecho fundamental “la permanencia en la educación superior” eso es lo que permite que la ultraizquierda tenga sus milicianos 20 y más años “estudiando” en una universidad pública, lo cual no es más que haciendo sus acciones terroristas financiadas por los impuestos de los colombianos. No, los estudiantes deben cumplir con requisitos de cumplimento académico para permanecer en el sistema educativo, esta es otra de las trampas del SSXXI a los senadores democráticos.
  5. Artículo 19. De nuevo se insiste en el “derecho fundamental a la educación superior”. No, obvio que se debe promover el acceso de los colombianos a este nivel educativo, pero eso no es un derecho fundamental, un derecho fundamental es aquel al que todo individuo debe estar garantizado de ser otorgado y protegido por el estado. No debe ser un derecho fundamental que el 100% de la población colombiana tenga acceso a ese nivel ¿vamos entonces a importar trabajadores que no sean universitarios? Los obreros, empleados y técnicos tan necesarios en la cadena productiva. Además, insisto la universalidad gratuita en la educación superior es una meta del socialismo del siglo XXI para su degradación, que el país no progrese y así tener una población pobre dependiente del estado.
  6. El famoso artículo 39 es el que puso a gritar a los sindicalistas comunistas de la educación (Fecode). Solamente dice que la evaluación docente será obligatoria ¡de Perogrullo ¡todo trabajador debes ser evaluado para garantizar un trabajo eficiente, máximo el educador que tiene una responsabilidad tan esencial. Este elemental artículo va a ser la excusa para que el socialismo del siglo XXI vuelva en la cámara de representantes a aprobar  su proyecto inicial.

Mientras los políticos demócratas liberales por corrección política sigan cayendo en la narrativa del socialismo del siglo XXI, no se enfrenten con firmeza a este, y sobre todo les permita que se apodere legal y democráticamente de las instituciones fundamentales, la guerra cultural está perdida, por eso es que implementan la estrategia gramsciana de la cooptación de las instituciones socializadoras, como la educación, esta ley perversa es un ejemplo claro de esa estrategia y cómo los liberales caen en la trampa.