OPINIÓN

Una invitación al vuelo

por Carlos Sánchez Torrealba Carlos Sánchez Torrealba

 

Quiero invitarte a que vibres contigo misma, contigo mismo, con nosotros; a que te dispongas a ser mejor, a que puedas sentir emociones nuevas, distintas; a cómo eres capaz de percibir emociones elevadas. A que aprecies tus atributos, te saques la corbata, el cinturón y otras ataduras y ayudes además a otros a que se desaten de esos lastres inútiles que ya no nos sirven de mucho. Que honres cada día y cada noche como los milagros únicos que son. Que aprecies la feúra y la belleza, para quedarte tanto como puedas con el lado hermoso de la vida. Que espantes las chiripas, las cucarachas y las telarañas y no botes las cenizas en el suelo que pisas. Quiero que te liberes de la modorra rutinaria, porque todos los días son diferentes y cada uno guarda distinciones para ti y para los tuyos. No somos simples mortales. No eres un simple mortal. Eres eso y eres más. Quiero que resuenes con alguna artesanía y compruebes cómo eres capaz de levantar un ánfora. Quiero que resuenes con la música, con el teatro, con la pintura. Con Ravel y su Pavana para una infanta difunta; con Vivaldi y sus conciertos para cello y orquesta; con una escena de Heiner Müller, un pasaje de Gógol, un fragmento de Cabrujas; quiero invitarte a contemplar los dibujos de Zapata, los blancos de Reverón, mientras viajas por una de sus playas y quiero sobre todo que te sientas capaz de hacer maravillas como las que hicieron esos otros seres humanos como tú. Que salgas de esa chatura que mata, de esa medianía a la que te acostumbraste y reaprendas a que eres capaz de volar alto, mucho más. Quiero invitarte a ser mejor persona, quiero convidarte a que valores nuestras gestas cotidianas como fiestas continuas para el alma. Que vibres con cada imagen de la calle, antes de seguir deambulándola y nada más. Que te levantes antes de salir el sol para poder contemplar la belleza de cuando sale desde la proa del horizonte.

A partir de allí, verás cómo apreciar mejor las luces y las sombras. A partir de allí, verás cómo va cambiando el prisma, el caleidoscopio de los días y sus noches…y, por esa senda, volver a apreciar tu muy humana capacidad de volar.

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