En este artículo escribo sobre una definición de emprendimiento y para documentar la idea, me he basado en otros dos. El primero, de Clariandys Rivera-Kempis titulado “El emprendimiento y sus malentendidos”, de mayo 2019. El segundo de Tom Eisenmann para la Harvard Business Review, titulado «Entrepreneurship: a working definition«, de enero de 2013.
Rivera-Kempis es la actual Coordinadora del Centro de Gerencia y Liderazgo del IESA y profesora Asociada en dicha Institución. Es abogado egresada de la Universidad Metropolitana, tiene un MBA en Creación y Dirección de Empresas por la Universidad Antonio de Nebrija (Madrid, España) y un PhD en Administración de Empresas por la Universidad Complutense de Madrid (España). Su área de investigación académica se basa en la medición y análisis del perfil del emprendedor y los elementos que determinan su comportamiento, utilizando el enfoque basado en la competencia como modalidad para la evaluación del emprendimiento (competencia empresarial).
Por su parte, Stevenson se graduó en Stanford y también en la Harvard Business School. Es profesor emérito de la Fundación Sarofim-Rock Baker en la Universidad de Harvard. Es autor de ocho libros y 41 artículos. Sus funciones anteriores en Harvard incluyen presidente de Harvard Business Publishing, vicerrector de recursos y planificación y decano asociado sénior de Harvard Business School. A menudo se le reconoce como el recaudador de fondos más exitoso en la historia de la Universidad de Harvard, recaudando más de 600 millones de dólares en apoyo filantrópico para iniciativas en los negocios, la ciencia, la salud y la vida estudiantil.
Veamos las definiciones de emprendimiento.
El Monitor de Emprendimiento Global (Global Entrepreunership Monitor o GEM) define al emprendimiento como: «Cualquier intento de creación de nuevos negocios o nuevas empresas, como el trabajo por cuenta propia, una nueva organización comercial o la expansión de un negocio existente, por parte de un individuo, un equipo de individuos o un negocio establecido».
Por otro lado, la «Ley para el fomento y desarrollo de nuevos emprendimientos», de octubre de 2021, define como emprendimiento una «actividad económica con fines de lucro ejercida por una o más personas, que adquiere personalidad jurídica con la inscripción en el Registro Nacional de Emprendimiento y tiene una duración de hasta dos años». El problema con las dos definiciones mencionadas es que una simple venta de empanadas caseras, sin ninguna característica innovadora, es ya identificada como emprendimiento.
De paso, la misma ley, suministra una definición de emprendedor: «Es una persona con capacidades para innovar, entendidas estas como las capacidades de generar bienes y servicios de una forma creativa, metódica, ética, sustentable, responsable y efectiva». Con esta definición surge, al menos, una pregunta: Para ser emprendedor, ¿es suficiente con los valores que indica expresamente la ley o hacen falta además, otros atributos? Al respecto Rivera-Kempis dentro de la denominada competencia emprendedora, identifica, entre conocimientos, habilidades, actitudes y valores, 20 elementos. El punto es importante porque en Venezuela hay iniciativas interesantes para adiestrar a emprendedores que, y a modo de ejemplo, no tengan ninguno de los atributos de un emprendedor según la definición de la mencionada ley. La relevancia de esta perspectiva es que el emprendedor, si bien puede nacer, se puede hacer.
La definición de emprendimiento que rescato fue formulada por el profesor Howard Stevenson, el padrino de los estudios de emprendimiento en la Harvard Business School. Según Stevenson, el emprendimiento es «la búsqueda de oportunidades más allá de los recursos controlados actualmente».
A fin de entender mejor la definición de Stevenson, analicemos brevemente sus componentes clave.
“Búsqueda” implica un enfoque singular e implacable. Los empresarios a menudo perciben una pequeña ventana de oportunidad. Necesitan mostrar un progreso tangible para atraer recursos, y el mero paso del tiempo consume saldos de efectivo. En consecuencia, los empresarios tienen un sentido de urgencia que rara vez se ve en las empresas establecidas, donde cualquier oportunidad es parte de una cartera y los recursos están más disponibles.
“Oportunidad” implica una oferta que es novedosa en una o más de cuatro formas. La oportunidad puede implicar: 1) ser pionero en un producto verdaderamente innovador; 2) idear un nuevo modelo de negocio; 3) crear una versión mejor o más barata de un producto existente; o 4) dirigir un producto existente a nuevos conjuntos de clientes. A modo de ejemplo, una iniciativa que se basó en los elementos 2, 3 y 4 ya mencionados es, precisamente, la ilustración que presenta este artículo. Se trata de Tokyo Arepa, un “food truck” ubicado en la ciudad de Tokyo, Japón, atendido por un caraqueño y su esposa japonesa. En una entrevista que le hace la Voz de América, queda en evidencia que la concepción y materialización de Tokyo Arepa fue la identificación de una oportunidad.
Una cosa que resulta importante aclarar es que las oportunidades de mejora en los ítems asociados al estado de resultados como las ventas, no son novedosas y, por lo tanto, no se ubican en el campo del emprendimiento. Tal es el caso de aumentar el precio de un producto o servicio o, una vez que una empresa tiene una estrategia de ventas escalable, contratar más empleados o representantes de venta. Lo mismo sucede con la reducción de costos: tampoco se ubica en el campo del emprendimiento.
“Más allá de los recursos controlados” implica restricciones de recursos. Al comienzo de una nueva empresa, sus fundadores controlan solo su propio capital humano, social y financiero. Muchos empresarios se ponen manos a la obra: mantienen los gastos al mínimo mientras invierten solo su propio tiempo y, según sea necesario, sus fondos personales. En algunos casos, esto es adecuado para llevar una nueva empresa al punto en que se vuelve autosuficiente a partir del flujo de efectivo así generado. Sin embargo, con la mayoría de las empresas de alto potencial, los fundadores deben movilizar más recursos de los que controlan: la empresa eventualmente requerirá instalaciones de producción, canales de distribución, capital de trabajo, etc.
Debido a que estos empresarios buscan una oportunidad novedosa sin tener acceso a los recursos necesarios, enfrentan un riesgo considerable, que se presenta en cuatro formas principales: 1) El riesgo de demanda, que se relaciona con la voluntad de los posibles clientes de adoptar la solución concebida por el empresario; 2) El riesgo tecnológico, mismo que es alto cuando se requieren avances científicos o de ingeniería para lograr una solución; 3) El riesgo de ejecución, que se relaciona con la capacidad del emprendedor para atraer empleados y socios que puedan implementar los planes de la empresa; y 4) El riesgo de financiamiento, que se relaciona con si el capital externo estará disponible en términos razonables. La tarea del emprendedor es gestionar esta incertidumbre, al mismo tiempo que reconocer y aceptar que ciertos riesgos no pueden ser influenciados por su accionar.
La definición de Stevenson es importante, como mínimo, por cuatro razones. En primer lugar y aunque no lo dice expresamente pero se infiere, el origen del emprendimiento es la identificación de una oportunidad y no la necesidad o la subsistencia. Con Stevenson coincide plenamente Rivera-Kempis pues incluso establece la identificación de una oportunidad en el entorno como un elemento diferenciador de todo aquello que es susceptible de ser llamado “emprendimiento”.
En segundo lugar, la definición ve el emprendimiento como un enfoque distintivo de la gestión en lugar de una etapa específica en el ciclo de vida de una organización (el inicio), un rol específico para un individuo (el fundador), una constelación de atributos de personalidad (predisposición para asumir riesgos, preferencia por la independencia) o un conjunto de características fantasiosas (aquella seguidilla de valores que menciona la ley para el fomento y desarrollo de nuevos emprendimientos). Desde este punto de vista, los empresarios se pueden encontrar en muchos tipos diferentes de organizaciones, incluidas las grandes corporaciones. Eso debería ser alentador si cree que el emprendimiento es un motor del desarrollo económico global y una fuerza para el cambio positivo en la sociedad.
En tercer lugar, la definición proporciona una guía para la acción empresarial; apunta a las tácticas (que no las estrategias) que los empresarios pueden tomar para administrar el riesgo y movilizar recursos.
En cuarto lugar, proporciona un elemento que permite, en lo posterior, la mejor gerencia de los colaterales estadísticos asociados y tasas de permanencia.
En el próximo artículo estaré abordando el tema de la permanencia de los emprendimientos, pero mientras llegamos recuerden: el emprendimiento es la búsqueda de oportunidades más allá de los recursos controlados actualmente.