En la historia política de Estados Unidos, la campaña electoral de 2024 se perfila como una de las más inusuales y polarizantes. La contienda enfrenta a dos figuras ya conocidas y controvertidas: el expresidente Donald Trump y el actual presidente Joe Biden. Ambos candidatos presentan retos y controversias significativas, lo que ha moldeado una campaña llena de incertidumbres y tensiones.
La polarización de los candidatos
Por un lado, el candidato republicano Donald Trump, a pesar de sus múltiples problemas legales, mantiene un apoyo sólido entre un sector considerable del electorado. Su presidencia, recordada por muchos como caótica, no ha mermado la lealtad de su base. A pesar de una condena penal y varias condenas civiles por difamación y fraude, Trump sigue siendo un contendiente formidable. Su campaña se ha caracterizado por un enfoque populista, recurriendo a falsedades y apelando a la frustración de aquellos que sienten que el sistema no les ha brindado las oportunidades que merecen.
Por otro lado, el candidato demócrata y actual presidente Joe Biden enfrenta un panorama complicado. Su aprobación no es alta, y su edad genera dudas sobre su capacidad para un segundo mandato. La campaña demócrata ha centrado sus esfuerzos en evitar el regreso de Trump a la Casa Blanca, una estrategia que podría desmotivar a votantes que buscan respuestas concretas a problemas como el alto costo de vida y la crisis migratoria.
En el caso de Trump, su base y partido le perdonan todo, y, en el caso de los demócratas, los une el deseo de no ver nuevamente a Trump al mando y se atrincheran detrás de Biden aunque no estén contentos con su edad.
Ante esta situación, el votante independiente es quien terminará decidiendo el futuro de la Casa Blanca.
La sorpresa de un debate decisivo
El rezago de Biden en las encuestas motivó a su campaña a hacer una apuesta arriesgada. Desechando a la comisión no partidista que tradicionalmente organiza los debates presidenciales, la campaña de Biden le ofreció a la de Trump hacer únicamente dos debates, donde fueran las campañas quienes determinaran las reglas. Un debate se haría en junio y el otro en septiembre.
La idea de hacer un debate en junio, según la ópticma demócrata, le habría permitido al presidente Biden recuperar la narrativa y ganar fuerza. Incluso plantearon ciertas reglas que los republicanos aceptaron, como por ejemplo que se hiciera sin público presente y que no se permitiera al otro contrincante interrumpir cuando se está en el uso de la palabra.
Nadie tenía previsto que el debate de la cadena CNN del jueves 27 de junio fuera tan catastrófico para el presidente Biden. Este encuentro dejó clara la debilidad del presidente en términos de agilidad y energía, lo que ha beneficiado a Trump. La atención mediática ha desviado su foco de los problemas legales de Trump, especialmente tras una resolución de la Corte Suprema que otorga una inmunidad casi total a los presidentes por actos realizados durante su mandato. Esta decisión ha pausado muchos de los procesos judiciales en su contra, dándole un respiro estratégico en plena campaña. Ahora el tema principal es Biden, su edad y su capacidad para ganar y gobernar.
La posible salida de Biden
Ante el fracaso de Joe Biden en el debate de CNN, la posibilidad de que se retire de la contienda está ganando fuerza. La presión para que deje paso a otro candidato es creciente, pero surge la interrogante de quién sería su sustituto y cómo se llevaría a cabo esa transición. Kamala Harris, la actual vicepresidenta, aparece como la sucesora natural, y Biden podría exigir su nominación como condición para su retiro.
Si Harris asume la candidatura presidencial, la selección de su compañero de fórmula será crucial. Es poco probable que Gavin Newsom, gobernador de California, sea el elegido, ya que no es estratégico tener ambas candidaturas provenientes del mismo estado. De igual manera, una fórmula compuesta por dos mujeres podría ser vista como un riesgo innecesario en una campaña tan ajustada.
Opciones para la vicepresidencia
Para los demócratas, la elección de un candidato a la vicepresidencia debe ser estratégica. La figura ideal sería un gobernador de un estado clave que actualmente esté en disputa. Nombres como Josh Shapiro, de Pennsylvania, Tony Evers, de Wisconsin, y Tim Waltz, de Minnesota, son opciones viables. De estos, Shapiro podría ser una elección destacada, aunque su reciente asunción como gobernador podría jugar en su contra.
Otra opción sería buscar en el gabinete de Biden, como Pete Buttigieg, secretario de Transporte. Sin embargo, Buttigieg no ofrece una ventaja significativa en términos de votos electorales, lo cual es crucial en esta etapa.
Por otro lado, no pareciera sensato asumir el riesgo de buscar una candidatura a vicepresidente dentro del Senado. Los demócratas actualmente lo controlan por la mínima diferencia y corren el riesgo de perder el control en las elecciones de noviembre. Sacar a un senador actual para ponerlo a competir podría generar un riesgo aún mayor, que simplemente no vale la pena asumir.
El sistema electoral y su impacto
Es vital recordar que el sistema electoral de Estados Unidos es de segundo grado y se basa en el colegio electoral, no en el voto popular. Esto significa que solo unos pocos estados competitivos determinarán el resultado final.
Arizona, Georgia, Michigan, Minnesota, Nevada, Pensilvania y Wisconsin son los estados clave en esta elección. Biden ganó todos estos estados en 2020, pero actualmente solo mantiene una ligera ventaja en Minnesota. Trump, por su parte, ganó todos estos estados en 2016, excepto Nevada, donde ahora lidera las encuestas.
La campaña en estos estados será decisiva, y es en estos territorios donde se debe poner el foco de atención. Si Biden se retira, la transición debe ser rápida y estratégica para generar un impacto positivo, especialmente entre votantes clave como los hispanos y afrodescendientes, o con el votante joven que se pueda sentir desmotivado a acudir a las urnas. De lo contrario, Trump se aseguraría el triunfo.
Nunca antes una campaña electoral en Estados Unidos había enfrentado tantos desafíos y cambios en tan poco tiempo. La pregunta que persiste es si los demócratas podrán reorganizarse de manera efectiva para revertir las tendencias actuales y evitar el regreso de Trump a la Casa Blanca. Ya sea con Biden o con otro candidato, la disciplina y la estrategia del Partido Demócrata serán cruciales para enfrentar esta batalla electoral sin precedentes.
Federico Ruiz es cientista político. Magíster en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca. Especializado en sistemas políticos y electorales. Asesor parlamentario de la Asamblea Legislativa de Costa Rica.
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