I
Ha sido un largo recorrido. Ya hace un año que comencé el tratamiento contra el cáncer de pulmón, un diagnóstico que tomó bastante tiempo y la sapiencia de médicos venezolanos dentro y fuera del país. Estoy agradecida porque he tenido a la mano todo lo que he necesitado cuando lo he necesitado.
Pasé por el sistema de salud pública, gracias a Dios antes de la pandemia, y no puedo quejarme porque tuve los mejores profesionales atendiéndome. También he tenido la bendición de contar con excelentes médicos en el sector privado que he podido costear por la ayuda de todos mis amigos alrededor del mundo.
Lo primero que debo hacer es agradecer por la vida. Lo segundo, pero no menos importante, por la ayuda y el cariño que me han enviado. Agradezco cada oración, cada saludo, cada llamada, cada email, cada dólar.
Pero debo seguir.
II
Tengo más que comprobado que lo que este proceso me está enseñando es a tener paciencia. No estoy corriendo una carrera de velocidad sino un maratón de resistencia.
El primer ciclo de quimioterapia fue exitoso. Mi cuerpo ha respondido muy bien al tratamiento y el tumor se ha reducido aproximadamente cinco milímetros. Pero falta camino por recorrer. Y lejos de desanimarme, quiero seguir.
Tengo aún mucho que decir y escribir. Tengo aún mucho que crear, y por eso no desmayaré hasta que el tumor desaparezca. Y curiosamente la pandemia y la cuarentena han jugado a mi favor. Las circunstancias me obligaron a crear una especie de burbuja en la que me he concentrado para sanar.
III
Todo lo anterior sirve para decir que muchos no han tenido las mismas ventajas que yo. Debo seguir también levantando mi voz por todos los médicos que ahora, además de subpagados, están desprotegidos. Ya no pueden inventar métodos o instrumentos para salvar vidas porque las de ellos también están en peligro.
La mayoría de los pacientes con enfermedades crónicas están ahora más que nunca expuestos a la muerte. No hay quien crea los números que diariamente publica el régimen y tampoco esa manera tan eufemista de decir que “el sistema de salud se encuentra al borde del colapso”. Hay culpa de lado y lado.
¿Cuál borde? ¿Por qué no asumir el colapso total? ¿Por qué no decir directamente que los hospitales están paralizados? ¿Es el “borde del colapso” un centro de salud sin electricidad, sin agua y sin personal? ¿Por qué los reporteros extranjeros pueden decirlo y nosotros no?
Ningún invento como el del Poliedro puede suplir las funciones de un hospital. Porque no hay ya dónde atender a los infectados de covid-19, pero tampoco a los trasplantados, a los enfermos renales, a los que tienen cáncer, ni siquiera a un paciente con crisis hipertensiva.
Soy consciente de que lo que yo he vivido es una bendición, a pesar de las limitaciones de dinero. Pero quiero seguir viviendo porque no me cansaré de decir la verdad: el sistema de salud está acabado y los responsables son los del régimen. Todos los que fallecen están en su cuenta.
@anammatute
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