Hay países que comprenden que tanto hipotecar a las instituciones como a la democracia, representa un grave peligro. Tal es el caso de Ecuador, un nación que supo ver que el ejemplo de Venezuela podía repetirse en caso de que la candidata del expresidente, Rafael Correa, ganase la presidencia. Los ecuatorianos decidieron votar por Daniel Noboa, un joven que hasta hace muy poco tiempo era casi un desconocido para la inmensa mayoría del país, sin embargo él encarna la esperanza de que el marco democrático no sea destruido y que el caos y la delincuencia sean combatidos.
Me relataba un amigo ecuatoriano: “Nosotros sabemos muy bien que en países como Venezuela o Cuba las personas se matan unas con otras en su intento por recuperar la democracia, y sin embargo los infelices de Maduro y el heredero de los Castro siguen atornillados en el poder. Por eso yo voy a votar por Noboa, porque aunque lo haga bien o mal, no va a seguir el guion de los comunistas. Ellos pretenden quedarse por siempre en los cargos y destruirlo todo».
El fantasma de Correa se ha alejado de momento, y sus posibilidades de volver algún día al poder o de ser absuelto se van desmoronando.
En el contexto electoral de este año, el asesinato del periodista y candidato presidencial Fernando Villavicencio no sólo conmocionó al pueblo ecuatoriano, también puso en el primer plano los niveles tan alarmantes de violencia que se están viviendo en las calles de la nación suramericana. En la actualidad las extorsiones, los robos y los diversos crímenes son la realidad diaria que golpea a Ecuador. La gente tiene ganas de un cambio y Noboa podría ser la solución a los males que imperan.
Sólo el tiempo dejará ver si Noboa está a la altura del pueblo que lo ha elegido, en política nunca se sabe con exactitud lo que pueda pasar, pero cualquier opción es la mejor, ante el peligro de la izquierda radical que tiene tomada a casi toda Latinoamérica.
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