En el mundo se han hecho esfuerzos significativos para reducir la pobreza. No ha sido una tarea fácil. Lo realmente importante, según los estudios realizados, es que un número de personas que supera los 100 millones ha logrado salir del umbral de la pobreza extrema. Se trata de un logro indiscutible pero que está muy lejos de la meta que se aspira alcanzar.

Según el Credit Suisse, 82% de toda la riqueza que se creó en 2018 fue a parar al 1% más rico, mientras que la mitad más pobre de la humanidad no recibió nada. No debería  entonces extrañar que una situación peor a la anterior se esté experimentando acá en Venezuela, donde la élite revolucionaria la pasa de lo mejor mientras que el bravo pueblo dispone de muy bajos ingresos para atender sus mínimas necesidades alimentarias. Esto último explica la constante emigración de venezolanos, la cual no para de crecer a pesar de los riesgos que ella impone.

Así, mientras la pobreza campea a lo largo y ancho del país y el número de emigrantes no deja de aumentar, uno que otro acaudalado de Venezuela no pierde la ocasión de ostentar groseramente su privilegiada posición económica y generar serias molestias a sus compatriotas. Eso, mis apreciados lectores, está pasando con la esplendorosa edificación de cinco pisos que el dueño de Traki (la tienda por departamentos más grande de Venezuela) levantó en El Cigarral, casi al frente  del Centro Comercial Los Geranios, en La Boyera y a escasos dos kilómetros de El Hatillo, municipio perteneciente al estado Miranda y al Distrito Metropolitano de Caracas.

No deja de llamar la atención el gran número de funcionarios policiales que “ordenan el tráfico” a lo largo de la estrambótica edificación. Sin duda, algo nunca visto y que debe generar uno que otro bocadillo. Hasta donde sabemos, la policía es una fuerza de seguridad que tiene como tarea fundamental velar por la seguridad de los ciudadanos y mantener el orden público. Nunca antes había visto que agentes del orden público cuidaran la construcción de edificaciones de poderosos empresarios. Pero bueno, como dice «Pedro Navaja», la popular canción de Rubén Blades y Willie Colón: La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

Así, mientras la mayoría de los venezolanos sufren a rabiar, un rico y poderoso empresario hace gala de su ostentosa edificación, sin importarle en lo más mínimo su entorno más cercano: residentes de apartamentos que se encuentran al frente de la majestuosa tienda, exageradamente alumbrada las 24 horas del día, la cual se ha convertido en un ejemplo a no seguir.

El acaudalado propietario de la nueva edificación del grupo Traki debería buscar la manera de no hacerle incómoda la vida a sus vecinos y de no perturbar el tránsito normal de la zona. ¿Acaso es mucho pedir?


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