Mucho por descubrir con pletórica inexperiencia, esta semana se aglutinaron los pensamientos en el repetir de un sueño. Vez tras vez, se cierran los ojos sin expectativa y el mismo sueño se repite como asaltando los cielos del pensamiento, y transmutando los rieles de sentimientos. Una imagen concisa cargada de ventura y vestida de responsabilidad manifiesta una circunstancia que ni remotamente se puede imaginar. Entre peticiones especiales los individuos divagamos.
El relator manifiesta con vehemencia no disfrutar del riesgo y la exposición que el cumplimiento de tal sueño implicaría. Las manos le sudan y la atmósfera se endurece reconociendo el significado, poder y valía que se requiere para manifestar tal cosa. Los ojos ennegrecen custodios de presión y la respiración se profundiza en la causa, mientras el milagro de la vida se desparrama en la dimensión de lo preestablecido. Confusas sus palabras, personalmente no atinaba distinguir si se trataba de una confesión selecta; mientras el papel personal era de oyente benevolente, o si ante tales revelaciones se te convierte inmediatamente en cómplice ocurrente.
Lejos de poseer un criterio maduro para discernir los contenidos en su totalidad, madrugamos de inquietud buscando dominar la rima interna para que los poemas no se desperdicien en el transitar, sino que en prisiones selectas logren habitar. La información detuvo mi partida por unos cuantos minutos más, mientas el vehículo se despedía con un par de misiones como pasajeros; el silencio abrumador permitía distinguir el chasquido de la taza de café contra su plato hecho a medida, el revoloteo de un par de aves anunciadoras de chubascos y risas burlonas de corazones sollozantes.
No comprender en su totalidad parece ser la diadema de todo proceso, pero tiritar de confianza es la mayor tenacidad que se pueda trabajar. Hay libertad total y pocos la ejercitarán en conciencia plena de sus facultades, perderse de vez en cuando también es de sabios, nadar contra la corriente promete desovar en buenas y aquietadas fuentes; empero, respirar sin esperanza es el peor negocio de maldad que se logra ejecutar, puesto que carece de ganancias.
En un lenguaje olvidado “que vuestro hálito de vida no se vea discurrido” puesto que es solo tu responsabilidad preservarlo con audacia, aunque la tendencia inquietante te motive a desperdiciarle. Más vale un desmotivado convencido, que un condescendiente contrincante. Al final, siempre aguarda esa gran bendición que solo la transparencia otorga a quien atesora la extinta sabiduría, y son los relucientes caminos de firmeza y oportuna luminosidad. Estos que, sin duda, un día también terminarán, lo cual les acredita como más valiosos que nunca.
@alelinssey20
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