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Un soplo más

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I

Cada 8 de noviembre era lo mismo. Abría los ojos y en la cama tenía un regalo. El doctor decía que el oro es la mejor inversión, por eso era su regalo preferido, sobre todo para sus hijas y su esposa.

Era un despertar de princesa ver una cajita pequeñita con un lacito diminuto que reposaba en el pecho de la niña, de la muchacha, de la mujer. Nunca dejaron de hacerlo, mientras vivió el doctor. La idea de sorprender un amanecer de esa manera era de la madre, siempre tan creativa y generosa.

A esa niña poco le gustaban las piñatas, las fiestas y los escándalos. Por eso el día terminaba feliz con una torta (pastel) deliciosa y rodeada del amor de su familia y sus mejores amigos. Eran días livianos, frescos, despreocupados.

II

La vida da demasiadas vueltas. A esta edad no hay nada más obvio que lo impredecible que suele ser la existencia, incluso para aquellos que planean hasta lo más mínimo.

Esa niña estuvo protegida en una burbuja de felicidad, hasta que la burbuja explotó en su cara. Murió el doctor, murió el padre y con él se derrumbó el muro de contención que la separaba de la adversidad. Fue un golpe duro, pero cayó de pie, y con los pies en la tierra salió adelante.

A veces las tragedias aparecían en el camino, como les pasa a todos. Y en días como estos agradece haber tenido la preparación que le ofrecieron esos padres cariñosos para poder resistir.

El país se hizo pedazos, y por más miedo que pudiera provocar, desde niña sabe que hay que seguir adelante a pesar de todo. Incluso con un diagnóstico tan terrible como el del cáncer.

III

Llega otro 8 de noviembre en un país que no es ni la sombra del que fue cuando crecía de la mano de sus padres. Pero las circunstancias duras le han demostrado que hay mucha esperanza.

No tuviera la fuerza que tiene si no contara con su familia. No tuviera la voluntad que tiene si no se supiera apoyada y querida, y por eso, más que un cumpleaños es un día para dar gracias a todos los que han hecho posible que llegara una vez más a ver este día para celebrar la vida.

Con la certeza de que vendrán más cumpleaños, solo puedo decir que con estas palabras quiero abrazar a todos los que me han ayudado a levantarme y llegar hasta aquí y que me han dejado tocar sus vidas con la mía.

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