La mayor conquista en estos tiempos difíciles es no dejarnos abatir, que la dictadura exhiba su portentosa capacidad para desgraciarnos la vida no puede ser un óbice para rendirnos ante ella, sobreponerse ante tanta perfidia debe ser la motivación principal para terminar de echarlos de Miraflores.
Son tan monumentales sus miserias que dejarlos más tiempo gobernándonos es verdaderamente nocivo. No existe mayor depredación de una sociedad, con estos niveles de oportunidades, que la recibida por estos rufianes; quienes envueltos en la litúrgica revolucionaria se creen con derecho de destrozarnos.
Con sus ridículas orientaciones de nigromantes de medianía cultural, siguen apostándoles a las mentes dóciles que compran con migajas de ilusión, es allí en donde radican sus éxitos como malabaristas en la cuerda floja de las necesidades venezolanas.
En la medida que crecen los niveles de desigualdad social, que la brecha se ensancha hasta niveles catastróficos, se garantizan las funciones a casa llena del circo de la manipulación socialista. Eso lo observamos cuando nos imponen las obscenas cadenas nacionales. Un ampuloso personaje de pésima expresión castellana muestra toda la grosura del colesterol gubernamental, hablándonos de planes con la misma raíz falsa de hace más de veinte años. Esas fábulas podridas en el tiempo siguen apareciéndose como fantasmas que trastocan la razón. Son gruesas mentiras que acompañan una corte de beneficiarios, llenos de joyas y faltos de dignidad. Su vulgar espectáculo mediático es una agresión para con un pueblo al cual asaltaron, se aprovecharon de su nobleza para esquilmarlo de manera impúdica.
Es hora de recibir la enorme noticia de la salida de este gobierno. Mayor regalo que este nadie lo recibirá. Es un obsequio compartido por millones de ciudadanos ansiosos de libertad, una Venezuela democrática; es la mayor de las ansias de una sociedad atrapada en las garras de una dictadura.
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